Llegaron los fariseos y comenzaron a discutir con Jesús. Para tenderle una trampa, le pidieron alguna señal milagrosa que probara que él venía de parte de Dios. Jesús suspiró profundamente y dijo:
– ¿Por qué pide esta gente una señal milagrosa? Os aseguro que no se les dará ninguna señal.
Entonces los dejó, y volviendo a entrar en la barca se fue a la otra orilla del lago.
Los fariseos le piden a Jesús que les de una señal. No reparan que la señal es Él mismo. Un Jesús que se acerca a los enfermos, a los pobres, a los pecadores, que busca la oveja perdida...Jesús nos muestra constantemente quien es el Padre: Misericordia y Amor.
Nosotros también pedimos señales. Queremos certezas. No sabemos verlo en quien se nos acerca, no sabemos verlo en el necesitado. La Fe no es una certeza. Es una confianza en que el camino de Jesús es el que debemos seguir y el que nos llevará al Padre. Porque el único signo que nos dio es su vida de entrega, su muerte en Cruz, su Amor por todos nosotros.
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