Llamó a los doce discípulos y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus impuros. Les ordenó que, aparte de un bastón, no llevaran nada para el camino: ni pan ni provisiones ni dinero. Podían calzar sandalias, pero no llevar ropa de repuesto. Les dijo:
– Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis del lugar. Y si en algún lugar no os reciben ni quieren escucharos, salid de allí y sacudíos el polvo de los pies para que les sirva de advertencia.
Entonces salieron los discípulos a decir a la gente que se volviera a Dios. También expulsaron muchos demonios y sanaron a muchos enfermos ungiéndolos con aceite.
Este texto debe servir para examinarnos nosotros el día de hoy. Y quizá nos haga enrojecer de vergüenza al ver como actuamos. ¿Buscamos el poder, el renombre mediático en nuestro apostolado en vez de salir sin nada para el camino? ¿Exigimos medios económicos o salimos sin pan ni dinero?
Ciertamente la Iglesia pierde poder cada día. Quizá sea la señal de que debemos volver a la sencillez de Jesús y sus apóstoles. No es el poder, el dinero, la grandeza lo que conducirá nuestra sociedad a Dios; sino nuestra entrega, desprendimiento, ayuda al que no tiene nada y lucha contra el mal. Lo que decían de los primeros cristianos era "mirad cómo se aman". Es el ejemplo de una vida sencilla y entregada la que empuja a la conversión.
"Sin duda el fragmento evangélico de hoy es una síntesis de numerosas instrucciones de Jesús, en diversos momentos; debió de enviar a los discípulos varias veces. Lo que se nos ofrece es una normativa misionera, y a una normativa solo se llega por acciones repetidas, en las cuales se cometen algunos fallos que la vez siguiente hay que evitar. Ante nosotros tenemos la normativa misionera de la Iglesia de Marcos, en la que seguramente se entremezclan instrucciones originarias de Jesús con otras que, como fruto de la experiencia, fueron surgiendo en las primeras décadas de cristianismo.
La lección general es que los seguidores de Jesús están llamados a llevar adelante lo iniciado por él, ya que él no llegó ni llega a todo. Ya cuando, al inicio de su actividad junto al lago, llamó a Simón y Andrés al seguimiento (Mc 1,16s), les anunció que iban a ser pescadores de hombres; ahora comienza a serlo. Pedagógicamente Marcos muestra que, para realizar la misión, hay que aprender de Jesús misionero. Por eso le ha presentado predicando la esperanza (parábolas del crecimiento, cap. 4), aliviando los males del mundo y abriéndolo a un futuro mejor, liberando a los oprimidos por el mal, llámese Satanás o enfermedad y muerte (milagros del cap. 5).
Los discípulos pudieron quedar un poco pasmados cuando los llamó “para ser pescadores de hombres” (1,17), o para anunciar y ejercer autoridad sobre los demonios” (3,14s); ¡ellos! ¡pobrecillos! Pero ahora ya no tienen excusa, pues han visto y oído cómo lo hace Jesús.
Se ha observado certeramente que Jesús no solo enseñó en parábolas sino que actuó en parábolas; muchas de sus acciones están cargadas de simbolismo. El envío de los Doce significa que Jesús está creando el nuevo Israel, el pueblo de las doce tribus, y que se atiene a la profecía de Is 2,2, donde hay un orden en el establecimiento de la salvación: primero “estará firme el monte de la casa del Señor”, y, seguidamente, “hacia él confluirán pueblos numerosos”. Para nosotros significa que la Iglesia debe vivir una fidelidad y una felicidad que suscite la emulación del mundo. Y Jesús los envía de dos en dos, enseñando con ellos que en la Iglesia hay que trabajar juntos y que ese es el modo de dar credibilidad al mensaje: “por la palabra de dos o tres testigos…” (Deut 19,15).
Es del máximo interés la instrucción sobre el atuendo de los enviados-testigos. Lo único que pueden llevar es bastón, que en el mundo antiguo significaba autoridad; los enviados de Jesús llevan su misma autoridad. Según Lc 9,3; 10,4 y Mt 10,10, en cambio, a los misioneros se les prohíbe llevar bastón, para subrayar su indefensión en caso de ataque y así ser inermes mensajeros de la paz mesiánica. Mc insiste especialmente en su autoridad, de modo que, con su mensaje no se puede jugar, sino que se le debe prestar asentimiento, con la máxima seriedad; quien no lo acoja queda excluido del pueblo de la salvación mesiánica, con el cual no tendrán en común ni siquiera el polvo del calzado.
Las sandalias son un calzado inconsistente, no apto para una huida rápida en caso de persecución, bien distintas de los coturnos de los militares romanos; y el vestir solo la túnica interior significa pobreza extrema, muy en sintonía con la carencia de pan, alforjas y dinero. Malamente podrían ser mensajeros del Dios de la paz y del Dios providente quienes fuesen provisto de todo y preparados para la lucha. Solo los desprovistos e indefensos pueden ser testigos de que Dios establece su Reino, con la paz mesiánica y el amor providente como distintivo.
Marcos redondea la escena mostrando que los Doce obedecieron el mandato de Jesús actuando como él: llamaron a la conversión y aliviaron cuanto sufrimiento encontraron en el pueblo. Es la Iglesia obediente a Jesús, modelo de toda Iglesia futura."
(Severiano Blanco cmf, Ciudad Redonda)
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