Después de esto, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: Los maestros de la ley y los fariseos son los encargados de interpretar la ley de Moisés. Por lo tanto, obedecedlos y haced todo lo que os digan. Pero no sigáis su ejemplo, porque dicen una cosa y hacen otra. Atan cargas pesadas, imposibles de soportar, y las echan sobre los hombros de los demás, mientras que ellos mismos no quieren tocarlas ni siquiera con un dedo. Todo lo hacen para que la gente los vea. Les gusta llevar sobre la frente y en los brazos cajitas con textos de las Escrituras, y vestir ropas con grandes borlas. Desean los mejores puestos en los banquetes, los asientos de honor en las sinagogas, ser saludados con todo respeto en la calle y que la gente los llame maestros. Pero vosotros no os hagáis llamar maestros por la gente, porque todos sois hermanos y uno solo es vuestro Maestro. Y no llaméis padre a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el que está en el cielo. Ni os hagáis llamar jefes, porque vuestro único Jefe es Cristo. El más grande entre vosotros debe servir a los demás. Porque el que a sí mismo se engrandece, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido.
Palabras, palabras, palabras. Noes perdemos en un mar de palabras y luego no hacemos nada. Hablamos de la paz y no hacemos nada para hacer desaparecer las guerras. Hablamos de las injusticias, pero no movemos un dedo para eliminarlas. Hablamos de ecología, de los problemas que acarreamos a nuestro planeta, y seguimos sin reciclar, gastando energía inútilmente, derrochando agua...
Hablamos de amor y de entrega, pero seguimos pensando primero en nosotros y en lo nuestro. Por más que lo digamos, no somos humildes, no nos dedicamos principalmente a servir.
"Cada vez que leo este Evangelio me sorprende la claridad y la radicalidad con que habla Jesús. No es apenas una forma de hablar. Sus palabras son un puro reflejo de su forma de vivir y actuar. Claridad porque no se entretiene en complicados argumentos ni en citas de autores famosos ni da vueltas sin llegar a decir nada. Sus frases son sencillas, directas. Como decía un antiguo manual de estilo de un periódico famoso: sujeto, verbo y complemento.
No se anda con miramientos. Cuando habla de los letrados y los fariseos dice sin miramientos lo que quiere decir: “haced y cumplid lo que os dicen pero no hagáis lo que ellos hacen porque no hacen lo que dicen”. Más claro, imposible. Y dicho lo importante, un breve comentario explicativo. Y, a continuación otra frase bien directa: “todo lo que hacen es para que los vea la gente”. Una frase perfectamente comprensible en que pone a la luz la hipocresía de fariseos y letrados.
También decía que me sorprende la radicalidad de Jesús. Es una radicalidad que se aplica a la fraternidad. El Reino está marcado por la fraternidad absoluta. Entre sus seguidores no hay “padres” ni “maestros”. Ni siquiera hay que usar esos nombres (¿por qué será que en esto no obedecemos a Jesús?). El que quiera ser el primero debe ser el servidor de todos. Y lo de “servidor” en aquel contexto en que existía la esclavitud tenía un sentido muy fuerte. Jesús les estaba diciendo que entre ellos, los discípulos, unos tenían que hacerse esclavos de otros. Mayor radicalidad imposible.
En realidad, es la misma radicalidad que se encuentra en la primera lectura. Con otro lenguaje pero dice lo mismo: lo que impide tener una buena relación con Dios no es ir o no ir al templo. Lo que permite acercarse a Dios es “buscar la justicia, defender al oprimido, ser abogados del huérfano y defensores de la viuda.” ¿Qué es todo eso sino promover la fraternidad más auténtica comenzando por la inclusión y defensa de los más débiles e indefensos? Cuando comenzamos a actuar así es cuando nuestro corazón blanqueará como la nieve por más negro que lo hayan pintado nuestras malas acciones.
Conclusión: estamos llamados a vivir una fraternidad radical, sin límites. Ahí es donde se juega nuestra relación con Dios, nuestra salvación."
(Fernando Torres cmf, Ciudad Redonda)
"El que permet acostar-se a Déu és “buscar la justícia, defensar l'oprimit, ser advocats de l'orfe i defensors de la vídua”. Què és tot això sinó promoure la fraternitat més autèntica començant per la inclusió i la defensa dels més febles i indefensos? Quan comencem a actuar així és quan el nostre cor blanquejarà com la neu per més negre que ho hagin pintat les nostres males accions.
ResponderEliminarConclusió: estem cridats a viure una fraternitat radical, sense límits. Aquí és on es juga la nostra relació amb Déu, la nostra salvació."
(Fernando Torres cmf, Ciutat Rodona)