Después de esto, Jesús salió y se fijó en uno de los que cobraban impuestos para Roma. Se llamaba Leví y estaba sentado en el lugar donde cobraba los impuestos. Jesús le dijo:
– Sígueme.
Entonces Leví se levantó, y dejándolo todo siguió a Jesús.
Más tarde, Leví hizo en su casa una gran fiesta en honor de Jesús; y muchos de los que cobraban impuestos para Roma, junto con otras personas, estaban sentados con ellos a la mesa. Pero los fariseos y los maestros de la ley pertenecientes a este partido comenzaron a criticar a los discípulos de Jesús. Les decían:
– ¿Por qué coméis y bebéis con los cobradores de impuestos y los pecadores?
Jesús les contestó:
– Los que gozan de buena salud no necesitan médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan a Dios.
Leví, a la llamada de Jesús , lo deja todo y le sigue. Ha comprendido que el Amor es más importante que el dinero. Organiza una fiesta en honor de Jesús. Los fariseos y maestros de la Ley, que siguen anclados en ellos mismos, no lo entienden. ¿Jesús entre los pecadores? Los cobradores de impuestos eran odiados por todos los judíos. Eran el brazo opresor de los Romanos.
Jesús les dice que Él ha venido a salvar a los pecadores.
Estamos en Cuaresma. Tiempo de conversión y de salvación. Si queremos que Jesús nos salve, debemos aceptar que somos pecadores. Desde el orgullo, creernos mejores que los demás, por más penitencias y ayunos que hagamos, no recibiremos la salvación. Todos necesitamos el perdón de Dios; su medicina: el Amor.
"Si volem que Jesús ens salvi, hem d'acceptar que som pecadors. Des de l'orgull, creure'ns millor que els altres, per més penitències i dejunis que fem, no rebrem la salvació .Tots necessitem el perdó de Déu; la seva medecina: L'Amor."
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