Pedro entonces añadió:
– Nosotros, que hemos dejado cuanto teníamos y te hemos seguido, ¿qué vamos a recibir?
Jesús les respondió:
– Os aseguro que cuando llegue el tiempo de la renovación de todas las cosas, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono glorioso, vosotros, que me habéis seguido, os sentaréis también en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todos los que por causa mía hayan dejado casa, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o tierras, recibirán cien veces más, y también recibirán la vida eterna.
Debemos seguir a Jesús y dejarlo todo, pero a cambio de nada. Entregarse totalmente nos hace hermanos de todos, nos une a todos los hombres. Ese es el premio: pasamos a formar parte de la gran familia de Jesús. El fruto de dejarlo todo, es tenerlo todo de otra forma. Es cambiar la humanidad y transformarla en el Reino. Nos libramos de todo para entregarnos al Amor, para ser Amor.
"“Porque tú lo vales”; “No nos merecemos esto”; “Te lo mereces”… Son frases muy comunes y aceptadas, pero terriblemente irritantes. ¿Qué se merece o qué se vale si no es por lo que se ha recibido? Las buenas acciones no acumulan merecimientos, sino que son más bien respuesta a lo recibido. ¿De dónde viene el tiempo, el talento, las cualidades? Ciertamente, no se han adquirido, ni se ha trabajado para conseguirlas. Dios no da dones como premio a la bondad, sino como acicate a ella. No se ama porque se sea bueno, sino que uno se hace bueno al amar. Por eso, el “lo que gratis habéis recibido, dadlo gratis”, no es una llamada a una generosidad heroica, sino más bien una recomendación meramente retórica. ¡Claro! ¿Qué otra cosa se podría hacer con lo recibido gratis? Gratis y gracia tienen la misma raíz y se trata de don. Desgracia es estar fuera de ese don. Así que se podría considerar desgracia el no entregar lo recibido; el no hacer circular el don."
(Carmen Aguinaco, Ciudad Redonda)
Gràcia són ells, a casa.
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