"Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has mostrado a los sencillos las cosas que ocultaste a los sabios y entendidos."
Nos dice el Evangelio, que Jesús, lleno de alegría por el Espíritu Santo, alaba a Dios. Y lo hace, porque los sencillos conocen mejor a Dios. Y es que a Dios no se llega por la reflexión, ni por el estudio. Podemos escribir miles de libros de teología, y a penas llegaremos a conocer algo de Dios. A Dios se le experimenta. Y son los sencillos, los que no su corazón no está lleno de su ego y de miles de deseos inútiles, los que pueden experimentarlo mejor. Son ellos los que pueden descubrir a Dios en el otro, en las cosas sencillas, en las pequeñas alegrías. Los que saben verlo en todo y pueden experimentar que ellos están inmersos en Él.
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