"Tened cuidado, porque os entregarán a las autoridades, os golpearán en las sinagogas y hasta os conducirán ante gobernadores y reyes por causa mía; así podréis dar testimonio de mí ante ellos y ante los paganos. Pero cuando os entreguen a las autoridades, no os preocupéis por lo que habéis de decir o por cómo decirlo, porque en aquel momento os dará Dios las palabras. No seréis vosotros quienes habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.
Los hermanos entregarán a la muerte a sus hermanos, y los padres a sus hijos; y los hijos se levantarán contra sus padres, y los matarán. Todo el mundo os odiará por causa mía, pero el que permanezca firme hasta el fin, será salvo."
Es curioso que la liturgia, justo al día de Navidad, nos presente un martirio, el de Esteban, y un evangelio tan duro como el de hoy.
Y es que si se quiere ser verdadero discípulo, cristiano auténtico, el camino no es fácil. Ya desde los inicios surgió la persecución. Alrededor de los años 70, son los judíos que juzgan y expulsa a los cristianos de la sinagoga. Algunos, como Esteban, son lapidados. Luego serán los diferentes gobiernos romanos. Y nos basta reseguir la historia, para darnos cuentas que esto sucede hasta nuestros días.
Si se es cristiano auténtico, es natural que se sea incomprendido. Los valores del cristianismo no son los de este mundo. Luchar por la justicia siempre trae problemas con el poder. Por eso, desgraciadamente, hemos buscado componendas con los que detentan el poder Pero luchar por la justicia es el camino del verdadero cristiano.
Nos queda la esperanza de que Él nunca nos abandona y de que el Espíritu estará siempre con nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario