El domingo próximo empieza el tiempo de Adviento. Estos últimos días del Año Litúrgico, leemos unos evangelios que nos recuerdan el fin de los tiempos de forma más o menos apocalíptica. Pero siempre van acompañados de la invitación: "vosotros no temáis". El cristiano siempre ha de vivir con la esperanza de que estamos salvados.
Adviento es un tiempo de espera. Una espera gozosa. Estamos esperando su llegada. Uno de los símbolos de Adviento es el vigía. Resuena la voz de Isaías que dice: "Centinela, ¿qué queda de la noche? Responde el vigía: vendrá la mañana y también la noche" (Is 21,11-12)
Adviento es tiempo de búsqueda de Dios. Sabemos que pasará la oscuridad y llegará la mañana. Adviento es nuestra espera de cada día. Somos centinelas aguantando lluvia, viento, nieve, frío y calor; pero seguros de que Él vendrá. Es más, un día nos daremos cuenta de que Él siempre ha estado a nuestro lado.
Adviento es la espera de Jesús que se encarna cada día en el refugiado, en el pobre, en el hambriento, en el enfermo. Un Jesús que nace en un establo. Jesús es todo aquél al que nadie quiere recibir.
Preparémonos estos días para hacer de estas Navidades un auténtico tiempo de acogida.
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