El Anacoreta y su joven seguidor se encontraban en el obispado de visita. Esperaban en el despacho de uno de los secretarios, que era un viejo amigo del Anacoreta. Miraba el Solitario la pantalla del ordenador mientras hablaba con el administrativo. De pronto desapareció lo que estaba escrito y en su lugar surgió un bello paisaje.
- ¿Qué es esto? - preguntó el Anacoreta que no sabía demasiado de informática.
- El salvapantallas - respondió el secretario - Cuando llevas cierto tiempo sin utilizar el ordenador, surge una imagen que has programado antes, a la que se llama salvapantallas.
Quedó unos instantes pensativo el Anacoreta. Luego, dirigiéndose al discípulo le dijo:
- Muy interesante. Para nosotros, el recordar la presencia de Dios tendría que ser nuestro salvapantallas. Cuando dejamos de pensar en otras cosas, inmediatamente, debería surgir la idea de la presencia de Dios, como si fuera un salvapantallas. De todo se puede aprender un poco...
Y se dirigieron al despacho del Obispo, porque ya era la hora de la entrevista. El Anacoreta sonreía misteriosamente. En su interior pensaba: "Como lo que me diga el Obispo no sea interesante, abriré el salvapantallas..."."
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