sábado, 15 de febrero de 2020

EL ANACORETA Y LA MANTA


El desierto es un lugar lleno de contrastes. Durante el día hace un calor sofocante y de noche la temperatura desciende de manera increíble. Esto lo constataba el Anacoreta mientras tiritaba de frío. Se intentaba proteger con una manta raída, tan raquítica, que, cuando quería arroparse la cabeza, le quedaban al descubierto los pies. Y si quería arroparse los pies, le quedaba el tórax al aire.
Mientras intentaba conciliar el sueño, aquella manta le hizo reflexionar sobre nuestra manera de amar.
- Nuestro amor es como esta manta - pensó - Siempre deja algo al descubierto. Quisiéramos alcanzarlo todo, pero siempre nos queda algo al aire, que nos deja gélidos y nos hace tiritar. Asistimos a manifestaciones contra la guerra; dedicamos tiempo y dinero a una ONG de ayuda al desarrollo del Tercer Mundo; escribimos artículos encendidos contra la violencia de género...Y quizá tenemos olvidada a nuestra mujer; no dedicamos el tiempo suficiente a nuestros hijos; hacemos pagar a todos nuestro mal humor...
Seguía tiritando de frío nuestro Anacoreta y tomó la resolución de buscar al día siguiente una manta más larga.
- Sí, hemos de alargar nuestro amor. Y hemos de empezar por los que tenemos más cerca.
Y el Anacoreta se levantó y fue a ver si su discípulo estaba convenientemente arropado... 

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