"Al anochecer de aquel mismo día, Jesús dijo a sus discípulos:
– Pasemos a la otra orilla del lago.
Entonces despidieron a la gente y llevaron a Jesús en la misma barca en que se encontraba. Otras barcas le acompañaban. De pronto se desató una tormenta; y el viento era tan fuerte, que las olas, cayendo sobre la barca, comenzaron a llenarla de agua. Pero Jesús se había dormido en la parte de popa, apoyado sobre una almohada. Le despertaron y le dijeron:
– ¡Maestro!, ¿no te importa que nos estemos hundiendo?
Jesús se levantó, dio una orden al viento y le dijo al mar:
– ¡Silencio! ¡Cállate!
El viento se detuvo y todo quedó completamente en calma. Después dijo Jesús a sus discípulos:
– ¿Por qué tanto miedo? ¿Todavía no tenéis fe?
Y ellos, muy asustados, se preguntaban unos a otros:
– ¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?"
Muchas veces creemos que Jesús duerme. No apreciamos su presencia en este mundo. Ante una sociedad cada vez más descristianizada. Ante olas de ateísmo y de violencia contra los creyentes, tenemos miedo. Sin embargo Él está junto a nosotros. Debemos confiar. Debemos desterrar el miedo de nosotros.
"Al leer y meditar este pasaje de Marcos, viene a mi memoria un episodio vivido en el mar caribe (golfo de Urabá), hace algunos años cuando estaba de misión por las inhóspitas tierras del Choco Colombiano. Se hizo de noche y cuando atravesamos el golfo el mar se embraveció y la embarcación se agitaba fuertemente. Cuando venía la marea con todo su furor parecía que la lancha iba a virar. Sin embargo, la serenidad del boga, un afro alto y fornido, me daba seguridad. Su serenidad, su firmeza para manejar el timonel y su sonrisa permanente me inspiraban mucha confianza. Jesús es el gran boga, el gran timonel que guía la barca de la vida, de la comunidad, de la Iglesia por las aguas turbulentas del mundo. Cuando fijamos la mirada en Jesús y colocamos en él nuestra confianza seguramente llegaremos a la otra rivera de la vida sin mayores percances. Tenemos que aferrarnos a él, confiar en él, y arriesgarnos a hacer la travesía. ¿Ponemos nuestra confianza en Jesús?" (Koinonía)
"Al leer y meditar este pasaje de Marcos, viene a mi memoria un episodio vivido en el mar caribe (golfo de Urabá), hace algunos años cuando estaba de misión por las inhóspitas tierras del Choco Colombiano. Se hizo de noche y cuando atravesamos el golfo el mar se embraveció y la embarcación se agitaba fuertemente. Cuando venía la marea con todo su furor parecía que la lancha iba a virar. Sin embargo, la serenidad del boga, un afro alto y fornido, me daba seguridad. Su serenidad, su firmeza para manejar el timonel y su sonrisa permanente me inspiraban mucha confianza. Jesús es el gran boga, el gran timonel que guía la barca de la vida, de la comunidad, de la Iglesia por las aguas turbulentas del mundo. Cuando fijamos la mirada en Jesús y colocamos en él nuestra confianza seguramente llegaremos a la otra rivera de la vida sin mayores percances. Tenemos que aferrarnos a él, confiar en él, y arriesgarnos a hacer la travesía. ¿Ponemos nuestra confianza en Jesús?" (Koinonía)
Pero Jesús se había dormido en la parte de popa, apoyado sobre una almohada. Le despertaron y le dijeron:
ResponderEliminar– ¡Maestro!, ¿no te importa que nos estemos hundiendo?
Jesús se levantó, dio una orden al viento y le dijo al mar:
– ¡Silencio! ¡Cállate!
El viento se detuvo y todo quedó completamente en calma. Después dijo Jesús a sus discípulos:
– ¿Por qué tanto miedo? ¿Todavía no tenéis fe?
Y ellos, muy asustados, se preguntaban unos a otros:
– ¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?"
Debemos desterrar el miedo de nosotros.
Cuando venía la marea con todo su furor parecía que la lancha iba a virar. Sin embargo, la serenidad del boga, un afro alto y fornido, me daba seguridad. Su serenidad, su firmeza para manejar el timonel y su sonrisa permanente me inspiraban mucha confianza. Jesús es el gran boga,
Cuando fijamos la mirada en Jesús y colocamos en él nuestra confianza seguramente llegaremos a la otra rivera de la vida sin mayores percances. Tenemos que aferrarnos a él, confiar en él, y arriesgarnos a hacer la travesía. ¿Ponemos nuestra confianza en Jesús?"