Estaban nuestros solitarios sentados bajo la palmera fabricando unas cuerdas. cuando el Anacoreta dijo:
- En la vida todos estamos atados por muchas cuerdas.
Miró el discípulo extrañado a su maestro y este prosiguió:
- Sí. Desde que nacemos estamos apegados a muchas cosas. A medida que crecemos nos vamos desatando de algunos "apegos", pero vamos quedando atados a otras cosas. Cada vez que perdemos uno de esos apegos sufrimos. Cada pérdida es un dolor. Guardó un rato de silencio y luego prosiguió:
- Vamos perdiendo seres queridos, cosas que amamos. Perdemos poco a poco nuestros sueños, nuestros proyectos...las fuerzas de nuestra juventud.
El discípulo comentó:
- Sí, pero esto es inevitable...
- Pero es ambivalente. Las pérdidas nos pueden ayudar a crecer o nos pueden hundir en la depresión. ¿Sabes qué es importante en el momento de una pérdida? - preguntó el Anacoreta. Y sin darle tiempo a responder dijo:
- Tener junto a nosotros una persona que nos sepa escuchar...
Suspiró el discípulo y dijo:
- Entonces yo estoy tranquilo mientras esté junto a ti...
Y los dos siguieron trenzando cuerdas de hoja de palmera en silencio...
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