Veía los defectos en todo y en todos. Desde que llegó no paró de juzgar negativamente todas las cosas. Los políticos, los científicos, los médicos, los profesores...Todos lo hacían mal. Todo era un desastre.
El Anacoreta lo dejó hablar sin interrumpirlo. Cuando el hombre ya no dijo nada, permaneció todavía un rato en silencio. Luego dijo:
- Veo que sabes muy bien lo que no hay que hacer. Las cosas que hacen mal los otros. Pero yo te pregunto ¿qué es lo que hay que hacer?
El hombre lo miró sorprendido y respondió:
- Eso no es cosa mía. Son los políticos, los científicos, los médicos, los directores de colegio, los que han de elaborar el plan correcto.
Sonrió para sí el Anacoreta y le dijo:
- Perdona, si no sabes qué es lo que se debe hacer. Si no tienes planes e ideas para cambiar las cosas, no entiendo cómo puedes saber lo que está mal y cómo puedes criticar lo que hacen los demás y exigirles que cambien.
Le miró a los ojos y concluyó:
- Realmente debes ser muy infeliz si todo lo ves mal. Esfuérzate en ver las cosas positivas y en poner tu granito de arena para mejorar las cosas y serás mucho más feliz...
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