jueves, 10 de septiembre de 2020

EL NIÑO QUE TENÍA MAL CARÁCTER


Sí, era un niño que tenía muy mal carácter.
Un día su padre le dió una bolsa llena de clavos y le dijo, que cada vez que perdiera la calma, tendría que clavar un clavo en la tapia de madera de detrás de la casa.
El primer día el niño clavó 37 clavos en la tapia. Pero, poco a poco, se fue calmando, porque descubrió que era más fácil controlar su mal carácter que clavar los clavos en la tapia.
Al fin, llegó el día en que el niño ya no perdía la calma por nada; y se lo dijo a su padre. Entonces el padre le sugirió que por cada día que controlara su carácter, tenía que arrancar un clavo de la tapia.
Pasaron los días y el niño pudo decir al fin que había arrancado todos los clavos de la tapia.
Entonces el padre llevó de la mano al niño hasta la tapia.
- Mira hijo - le dijo - Lo has hecho bien, pero fíjate en todos los agujeros que han quedado en la tapia. Ya nunca más será la tapia de antes. Cuando dices o haces algo con mal carácter, dejas una cicatriz como estos agujeros de la tapia. Es como darle una cuchillada a alguien; aunque saques el cuchillo, la herida ya está hecha. No importa las veces que pidas perdón, la herida está ahí. Una herida física es tan grave como una herida verbal. Los amigos son verdaderas joyas que hay que valorar. Ellos te sonríen y te animan a superarte. Te escuchan, comparten una palabra de ánimo y siempre tienen su corazón abierto para recibirte. Demuéstrales cómo los amas.

(Anónimo)

1 comentario:

  1. ANEM FENT-NOS CAP A DALT... ÉS UN BON TRESOR AQUEST ANACORETA... Amanezca la confiança, diu en Roger Schuzt...Gràcies

    ResponderEliminar