Señor,
quédate con nosotros durante todo el día
i guía todos nuestros actos,
palabras y pensamientos.
Guarda nuestros pies,
para que no caminen ociosos,
sino que vayan al encuentro
de las necesidades de los otros.
Guarda nuestras manos,
para que no se abran para hacer el mal,
sino para abrazar y ayudar a todos.
Guarda nuestros labios
para que no digan falsedades
ni cosas indebidas
y no hablen mal del prójimo.
Al contrario,
que siempre estén dispuestos
para animar a todos y bendecirte a Ti,
Señor de la vida.
Guarda nuestros oídos,
para que no pierdan el tiempo
escuchando palabras falsas o sin sentido,
sino que estén siempre atentos
a escuchar tu misterioso mensaje,
para hacer hoy tu voluntad.
(De una oración del siglo VIII)
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