- Un error muy grande de la espiritualidad es creer que siempre hemos de permanecer en la cumbre. Las cumbres no son para vivir en ellas.
El joven seguidor cuestionó:
- Pero ¿no es ese el fin de la espiritualidad, llegar a la cumbre?
Sonrió el anciano y respondió:
- No. el fin de la espiritualidad es hacerse uno con el Uno. Y para ello has de volver a descender. Has de volver a la vida cotidiana. Si tu ascenso a la cumbre ha sido real, lo verás todo de manera diferente. Subir a la cumbre ha de servirte para, cuando bajes, llenarlo todo de Amor. El otro no será un extraño. Es entonces cuando podrás ver al otro como un hermano. Es así como podrás ver a Dios en el pobre, en el perseguido, en el enfermo, en el inmigrante...
Guardó un momento de silencio y luego concluyó:
- Créeme. Querer quedarse en la cumbre es la mayor tentación. Ningún escalador se queda a vivir en la cumbre. Bajan para compartir su experiencia...
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