Desayunaban la leche de la cabra, cuando el discípulo preguntó:
- Ayer celebramos San Miguel, San Gabriel y San Rafael. Pero, ¿qué son realmente los ángeles?
El Anacoreta, como de constumbre, no respondió inmediatamente. Dejó a un lado el cuenco de leche y dijo:
- No sabemos nada de la naturaleza de los ángeles. La Biblia los nombra y nos habla de su actuación. Un ángel es siempre un enviado de Dios. A veces son mensajeros, otros protectores. Pero siempre son seres que nos hacen el bien de parte de Dios.
Volvió a guardar silencio. Luego sonrió y añadió:
- Todos, en nuestra vida, hemos tenido alguien que no conocíamos y que nos ha ayudado, nos ha consolado, nos ha orientado...Y ¿sabes lo más importante? Nosotros también podemos ser ángeles para los demás. Si nos acercamos con amor, si intentamos ayudar, si alargamos la mano a un desconocido...somos un ángel para él.
Y se acabó el cuenco de leche de cabra...
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