viernes, 11 de septiembre de 2020

EL ANACORETA Y EL HOMBRE QUE QUERÍA HACER EL BIEN

 

Llegó al mediodía con el sol abrasador del desierto. El Anacoreta le invitóa a entrar en el frescor de la cueva y le ofreció agua de la fuente. Cuando ya se hubo repuesto de la caminata le dijo al anciano:
- Quiero hacer el bien a los demás. Lo logro cierto tiempo, pero siempre hay algo que lo estropea todo y el bien que creía  haber hecho se tuerce y he de volver a empezar. Por más que lo intento, siempre sucede lo mismo.
Lo miró el Anacoreta con simpatía, y tras un corto silencio le dijo:
- Tienes que ser positivo y no desanimarte. El bien se construye poco a poco. Impregnar de bien a las personas requiere mucho tiempo y paciencia.
Le miró a los ojos y concluyó:
- Además. El bien crece en el interior del hombre. Y eso no lo vemos. Por eso no debemos juzgar a nadie. Podemos creer que ese bien no sirve para nada, que aquella persona no cambia y sin embargo el interior de aquel hombre está cambiando aunque no lo veamos. Sigue haciendo el bien con paciencia y no te preocupes por los resultados.

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