En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama "renegado", merece la condena del fuego.
Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto."
Aquel hombre se enorgullecía de cómo y cuánto rezaba, del cumplimiento estricto de los ritos y la liturgia...El Anacoreta le dijo:
- Me parece muy bien. ¿Pero alguien tiene algo contra ti o tú lo tienes contra alguien? Si no te reconcilias, todas esas oraciones no sirven para nada. Recuerda lo que dijo Jesús.
"Las obras tienen consecuencias. Lo escrito por el profeta Ezequiel fue revolucionario porque la conciencia personal estaba difuminada en una personalidad colectiva, en la que el individuo no tenía voz ni voluntad propia, sino la de su líder, gobernante, rey o sacerdote. Las desgracias se achacaban a las culpas de los antepasados, lo mismo que las bonanzas. Y es que es fácil cobijar la responsabilidad personal con las decisiones de los demás. Cierto que la libertad químicamente pura no existe, pues cada persona es modelada por circunstancias y condicionamientos que juegan al tomar una decisión. Lo sustancial será buscar el bien y la justicia, no solo como un asunto social, sino de libertad personal intransferible.
Jesús quiere que sus discípulos asuman la iniciativa para la reconciliación cuando surge un conflicto. Reconciliar es un proceso que rebasa la justicia legal en aras del bien común. Es fruto de la misericordia que se requiere y de la misericordia que se otorga. Reconciliarse es una manera de establecer la justicia y hacer prevalecer el bien. ¿Perdonamos como Dios nos perdona?" (Koinonía)
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