"Invito a la esperanza, que «nos habla de una realidad que está enraizada en lo profundo del ser humano, independientemente de las circunstancias concretas y los condicionamientos históricos en que vive. Nos habla de una sed, de una aspiración, de un anhelo de plenitud, de vida lograda, de un querer tocar lo grande, lo que llena el corazón y eleva el espíritu hacia cosas grandes, como la verdad, la bondad y la belleza, la justicia y el amor. […] La esperanza es audaz, sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna». Caminemos en esperanza." (Fratelli Tutti, 55)
La esperanza es el motor del hombre. Sin esperanza no hay ilusión, ganas de cambiar y avanzar, deseo de un mundo mejor.
En estos tiempos, a veces, tenemos la impresión de que hemos perdido la esperanza. No nos convence la realidad, pero no hacemos nada por cambiarla. Vemos a los jóvenes poco comprometidos; centrados en cosas que les ayudan a huir de la realidad, a cerrar los ojos ante un mundo injusto, que necesita de su concurso para cambiar.
Caminar en esperanza es la única forma de lograr que nuestra sociedad progresa y sea mejor.
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