El Anacoreta dijo a su discípulo:
- Si no somos signos de Dios para los demás mal asunto. Por desgracia, los creyentes, muchas veces, en vez de apuntar a Dios, de señalarlo, alejamos a los otros hombres de su conocimiento. Los alejamos de Dios; y esto es imperdonable.
"La experiencia dice que es más efectiva una amenaza de castigo que la promesa de un futuro premio para que un individuo cambie su conducta. Cierto, también es verdad que a veces ni una ni otra surten efecto. En el relato de Jonás, es el miedo el resorte que Dios oprime para que los ninivitas, que ni siquiera conocían al Dios del pueblo bíblico, se conviertan de su mala conducta y eviten la destrucción, porque allí desemboca la maldad del pecado. El temor al juicio destructivo motiva la conversión. ¿Es el miedo a la ruina lo que nos contiene de hacer cosas malas? No es un mal punto de partida, pues nadie en sus cabales quiere hacerse daño. Pero esto no parece definitivo. ¿Qué nos retiene de hacer el mal?
El evangelio propone que la atracción que ejerce la sabiduría en el espíritu humano es la que puede apartar a alguien del mal, del pecado para adherirse al bien y promoverlo. Jesús es la sabiduría de la vida cristiana. ¿Qué nos atrae de Jesús? ¿Cómo promovemos la sabiduría de Jesús?" (Koinonía)
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