En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto."
El Anacoreta dijo a su discípulo:
- El verdadero amor no tiene límites. Si sólo amamos a los que nos aman, nuestro amor es pobre. No es fácil amar a quien no nos ama, a quien nos hace daño; pero hay que intentarlo...
"Vivir sin ley es quizá una de las tentaciones más extendidas entre los adolescentes; consideran que las normas y leyes les limitan sus deseos. La adolescencia es la etapa de afirmar la propia voluntad y de separarse de los parámetros de “la normalidad”; es un camino donde los valores personales se van adquiriendo y se cultivan los ideales que van a orientar la vida entera. Por eso es tan importante cobrar conciencia de que la ley no es una limitante al bien personal, sino el modo como cada persona de la comunidad obtiene acceso al bien personal y común, con pleno derecho. Por eso, la ley de Dios es garantía de vida.
Las palabras de Jesús impulsan a los discípulos a ir más allá: imitar a Dios, que ama a sus hijos pecadores como un buen padre a sus hijos rebeldes, sin límite. Dar amor como el sol da luz y calor. ¿Somos capaces de amar como Dios? Al recitar cada día el Padrenuestro, hagamos memoria del sol que está en el cielo, dando luz y calor." (Koinonía)
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