Veía el Anacoreta que su discípulo andaba preocupado. Se acercó a él y le preguntó:
- ¿Qué te pasa?¿Hay algo que te preocupa?
El joven le respondió:
- Es que creo que estoy perdiendo el tiempo. Paso muchas horas sin hacer nada.
Sonrió el Anacoreta y le dijo:
- Mira, en el desierto no estamos para hacer muchas cosas. Estamos para interiorizar, para enriquecer nuestro interior. De ahí el silencio y las muchas horas de meditación que pasamos.
Luego mirando al horizonte respondió:
- De nuestro interior sale lo bueno y lo malo. Si nuestro interior está habitado por el mal, lo que saldrá de nosotros, nuestros actos, serán malos. Si hemos interiorizado el bien, serán buenos nuestros actos.
Mirándole a los ojos concluyó:
- El desierto es tiempo de interiorizar. Ya podrás actuar cuando vuelvas a la ciudad. Y seguro que serán actos llenos de bondad...
El desert em fa por. Hi sentiria desempar, desprotecció, buidor, hostilitat. Em conformo amb una cabana de fusta que em contingui i que em guardi els pensaments entre el perfum del pi i el foquet de llenya. El meu afecte, Joan Josep, i una abraçada.
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