El Anacoreta vio que su joven seguidor estaba algo desanimado. Al preguntarle qué le ocurría, contestó:
- Lucho por corregir mis defectos y no logro hacerlo.
Sonrió el anciano, puso una mano sobre su hombro y le dijo:
- No debemos confundir defectos con limitaciones. Debemos identificar nuestras cualidades para cultivarlas y debemos corregir nuestros defectos. Pero querer corregir las limitaciones es destruir nuestra propia naturaleza.
Le miró a los ojos y prosiguió:
- Las limitaciones hay que aceptarlas y quererlas y transformarlas en factores positivos de nuestra persona. Todos tenemos limitaciones y debemos vivir con ellas. Aceptarlas con alegría y dedicarse a cultivar nuestras cualidades, nos ayuda a crecer...
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