"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día." Y, dirigiéndose a todos, dijo: "El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?"
El Anacoreta comentaba el evangelio de la liturgia del día con su joven seguidor y le dijo:
- Si seguimos a Jesús para tener su mismo destino: la Resurrección, la Vida Eterna, ser Uno con Dios, hemos de recorrer su mismo camino. Y no es un camino fácil. Debemos negarnos a nosotros mismos y tomar la cruz.
Miró a los ojos del joven y siguió:
- Eso supone que debemos olvidarnos de nosotros mismos para darnos a los demás. Vivir una vida de entrega. Seguir a Jesús es aceptar "lo que venga". Aceptar la voluntad de Dios en nuestra vida...Aunque parezca una contradicción, negarse a sí mismo es enriquecerse como persona. Es alcanzar unos valores que ni nos imaginamos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario