miércoles, 11 de agosto de 2021

AYUDAR, NO CONDENAR

 


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano.
Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos."

"Este apartado es una enseñanza e invitación a la moderación en el uso de ciertas reglas de disciplina comunitaria. El juicio condenatorio del hermano es posible sólo cuando persevera en el mal y rechaza la corrección y el perdón. El objetivo es salvar al que peca, ayudándolo para que se aparte del mal. La expresión “atar y desatar” indica la capacidad ilimitada del perdón. Una actitud diferente de nuestra tendencia a condenar es la de perdonar. Como cristianos, hemos de reconocernos perdonados por el Padre y capaces de perdonar a los demás." (Koinonía)

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