martes, 31 de agosto de 2021

ELIMINAR NUESTRO MAL




 En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente. Se quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad. Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo, y se puso a gritar a voces: "¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios." Jesús le intimó: "¡Cierra la boca y sal!" El demonio tiró al hombre por tierra en medio de la gente, pero salió sin hacerle daño. Todos comentaban estupefactos: "¿Qué tiene su palabra? Da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen." Noticias de él iban llegando a todos los lugares de la comarca.

"Cuando dejamos de conocer y reconocer a Jesús, no somos mejores que el demonio que expulsó en la sinagoga de Cafarnún. El demonio conocía bien a Jesús y lo rechazó. Así nos puede suceder a nosotros cuando vivimos discriminando, explotando u oprimiendo a otras personas. No importa que tanto conozcamos del Maestro y su proyecto del Reino, si no nos acerca a una sincera hambre de unión con Él no nos hará madurar. Romper con nuestras esclavitudes: envidias, miedos, depresiones, egoísmos o mostrar, como Bautizados y Enviados, autoridad con nuestro testimonio, colaborando con el desarrollo y promoción de la justicia, la verdad, la paz y la solidaridad, eso es hacer vida el Evangelio. Jesús desea que su enseñanza y fuerza curativa se siga realizando en el aquí y ahora de nuestras vidas y de nuestras comunidades. Somos la Iglesia de Cristo llamada a sanar a través de, los sacramentos y la acogida fraterna, repartiendo esperanza, liberando de esclavitudes, venciendo el mal, anunciando así, la Buena Nueva. ¿Cuáles son nuestros “demonios” particulares?" (Koinonía)

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