En aquel tiempo dijo Jesús a sus apóstoles: "Mirad que os mando como ovejas entre lobos; por eso, sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas. Pero no os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis; en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.
Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre: el que persevere hasta el final, se salvará. Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra. Creedme, no terminaréis con las ciudades de Israel antes de que vuelva el Hijo del hombre".
Ser discípulo de Jesús puede comportar dificultades, problemas, incomprensión, persecución...En esos momentos debemos dejar hablar al Espíritu por nosotros. No debemos buscar las dificultades, pero seguir siendo fieles a pesar de ellas, es la forma de predicar con nuestra vida. Nunca debemos responder con violencia, sino con Amor. Eso es el Espíritu hablando por nosotros.
"Jesús advierte a los apóstoles las implicaciones del discipulado del Reino. Seguirlo a Él significa correr su misma suerte, asumir las dificultades y contrariedades que por su causa se presenten. El verdadero apóstol, si vive sin falsear o anestesiar demasiado el Evangelio, casi siempre será incómodo y, como consecuencia, sufrirá calumnias y persecuciones. Jesús no envía a hacer proselitismo para ganar adeptos ni provocar maliciosamente sin causa, sino a testimoniar el amor del Padre y a anunciar con “parresía” (valentía o audacia) la Buena Nueva del Reino. ¡Cuánto necesitamos de cristianos que hablen proféticamente y que no se acomoden a las estructuras de pecado! Es lamentable porque muchas veces nos hacemos cómplices de sistemas generadores de muerte. A veces somos demasiado calculadores dando demasiada importancia a la reputación y los privilegios. ¡Pidamos a Dios nos dé espíritu profético! Quienes seguimos a Jesús no debemos pretender utilizar su nombre como escudo para evitar las “incomodidades” o para refugiarnos en nuestras propias seguridades. ¿Has vivido el rechazo por hablar la verdad? ¡No tengas miedo! " (Koinonía)
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