En aquel tiempo oyó el virrey Herodes lo que se contaba de Jesús, y dijo a sus ayudantes: "Ese es Juan Bautista que ha resucitado de entre los muertos, y por eso los Poderes actúan en él". Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado por motivo de Herodías, mujer de su hermano Felipe, porque Juan le decía que no le estaba permitido vivir con ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta.
El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera. Ella, instigada por su madre, le dijo: "Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan Bautista". El rey lo sintió; pero, por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y ella se la llevó a su madre.
Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron y fueron a contárselo a Jesús.
"Después de una semana oyendo hablar del Reino de Dios, junto al testimonio de la vida de algunos santos, en el evangelio de hoy se nos presenta el “reino de la frivolidad”: un Herodes que se lleva a la mujer de su hermano; una mujer que busca quitar del medio al Bautista; una hija que acepta ser mediadora de los planes de venganza de su madre; y un rey a quien le pesa más el qué dirán los invitados que la justicia.
Nuestro mundo también tiene mucha frivolidad. No hay más que mirar alrededor, ver las noticias o entrar en internet. Afortunadamente, en nuestro mundo también hay muchas “semillas del Reino”. ¿Qué pesa más…? ¿Quién lo sabe? Y además, no nos toca a nosotros juzgar, como decíamos ayer.
Lo que nos toca a nosotros es crecer en consciencia, darnos cuenta de lo que pasa, descubrir esas semillas de Vida, acogerlas, cultivarlas, repartirlas... La parábola del Reino como pequeña semilla vuelve a iluminarnos al final de esta semana.
Algo así fue la vida de Santiago, la de Santa Marta… y la de tantos otros hombres y mujeres santos. También de aquellos “santos de la puerta de al lado”, que nos dice Francisco: aquellas personas que, con su vida sencilla, abren caminos a la verdad, al bien y a la belleza, para bien de muchos. Porque su corazón está abierto al Dios del Reino, y en su vida acogen el Reino de Dios. Entre dudas y certezas, con sus luces y sombras… Así es como crece todo lo importante. Sin perder la esperanza." (Luis Manuel Suarez CMF)
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