jueves, 7 de julio de 2022

EL AMOR DE DIOS



Así dice el Señor: «Cuando Israel era joven, lo amé, desde Egipto llamé a mi hijo. Cuando lo llamaba, él se alejaba, sacrificaba a los Baales, ofrecía incienso a los ídolos. Yo enseñé a andar a Efraín, lo alzaba en brazos; y él no comprendía que yo lo curaba. Con cuerdas humanas, con correas de amor lo atraía; era para ellos como el que levanta el yugo de la cerviz, me inclinaba y le daba de comer. Se me revuelve el corazón, se me conmueven las entrañas. No cederé al ardor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraín; que soy Dios, y no hombre; santo en medio de ti, y no enemigo a la puerta.»


Hoy nos fijamos en la primera lectura, del profetas Oseas.

"Nuestra vida cristiana no es un asunto de religión y de culto solamente; es una cuestión de amor por la vida, como nos lo recuerda hoy el profeta Oseas. Dios se vació a sí mismo para quedarse presente en su obra creadora. La imagen del celo entrañable de Dios es conmovedora, porque realmente no hemos valorado tanto amor manifestado. Pasamos más tiempo quejándonos de lo que todavía no obtenemos o alcanzamos y no nos damos oportunidad de disfrutar a plenitud aquello que ya somos y tenemos. Muchas personas se olvidan de que son presencia viva de Dios, se descuidan y maltratan. A estas personas es a quienes más quiere Dios redimir y aliviar, liberándolas. Para eso somos una Iglesia en salida, misionera, para dejar la comodidad de nuestras vidas privadas compartiendo solidariamente las angustias y las penas de tantas personas que nos rodean. La misión hoy más que nunca ha de basarse en el cuidado y la defensa de la vida. ¿Cuál es tu aporte para la transformación de este mundo? " (Koinonía)

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