"Jesús paseaba por la orilla del lago de Galilea, cuando vio a dos hermanos: a Simón, también llamado Pedro, y a Andrés. Eran pescadores, y estaban echando la red al agua. Jesús les dijo:
– Seguidme, y yo os haré pescadores de hombres.
Al momento dejaron sus redes y se fueron con él.
Un poco más adelante vio Jesús a otros dos hermanos: Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que estaban con su padre en una barca reparando las redes. Jesús los llamó, y al punto, dejando ellos la barca y a su padre, le siguieron.
En la festividad de San Andrés, el evangelio nos muestra a Jesús llamándole a él, a su hermano Pedro y también a Santiago y a Juan. Jesús les dice que ya no pescarán peces, sino hombres. Los cuatro responden dejándolo todo y siguiéndolo.
Jesús nos llama también a nosotros. Cada uno a un camino diferente, pero con la misma misión: "pescar" hombres, ayudar a los demás. Sólo hay una respuesta: dejarlo todo y seguirlo. Por desgracia, nos cuesta hacerlo y nos quedamos aferrados a algo. Nos cuesta dejarlo todo. Nos da miedo dar el paso definitivo y fiarnos de Jesús, sólo de Él. Si fuéramos capaces de dejarlo todo e ir en busca de los demás, el mundo sería, sin duda alguna, muy diferente de como es.
En la festividad de San Andrés, el evangelio nos muestra a Jesús llamándole a él, a su hermano Pedro y también a Santiago y a Juan. Jesús les dice que ya no pescarán peces, sino hombres. Los cuatro responden dejándolo todo y siguiéndolo.
Jesús nos llama también a nosotros. Cada uno a un camino diferente, pero con la misma misión: "pescar" hombres, ayudar a los demás. Sólo hay una respuesta: dejarlo todo y seguirlo. Por desgracia, nos cuesta hacerlo y nos quedamos aferrados a algo. Nos cuesta dejarlo todo. Nos da miedo dar el paso definitivo y fiarnos de Jesús, sólo de Él. Si fuéramos capaces de dejarlo todo e ir en busca de los demás, el mundo sería, sin duda alguna, muy diferente de como es.