domingo, 30 de noviembre de 2014

PERMANECER EN VELA


"Por tanto, permaneced despiertos y vigilantes, porque no sabéis cuándo llegará el momento. Esto es como un hombre que, a punto de irse a otro país, deja a sus criados al cargo de la casa. A cada cual le señala su tarea, y ordena al portero que vigile. Así que permaneced despiertos, porque no sabéis cuándo va a llegar el señor de la casa: si al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo o a la mañana. ¡Que no venga de repente y os encuentre durmiendo! Y lo que os digo a vosotros se lo digo a todos: ¡Permaneced despiertos!"

La imagen del vigía describe el Adviento. Los cristianos esperamos su venida. Sin embargo, parece que la humanidad se ha quedado dormida. Incluso los que están despiertos pueden estar desconcertados. No saben cuando llegará. Cada año celebramos el Adviento y seguimos sin comprender.
Él llega cada día. Él llega a cada instante. Se nos cansan los ojos oteando el horizonte y no nos damos cuenta de que está junto a nosotros. No nos damos cuenta de que llega en toda persona que se acerca a nosotros. No nos damos cuenta de que está en nuestro interior.
El secreto está en el evangelio de hoy. Se trata de permanecer despiertos. ¿Qué es permanecer despiertos?
Permanecer despiertos es saber mirar. Permanecer despiertos es vivir en su presencia. Permanecer despiertos es analizar las cosas con el corazón. Permanecer despiertos es abrir nuestras puertas de par en par para que Él pueda entrar. Y Él se acerca en la persona del débil, del marginado, del emigrante, del anciano, del desvalido, del enfermo, del que trabaja con nosotros, de nuestra pareja, de nuestros hijos...
No nos extrañemos si la gente se aparta de la Iglesia. Es que estamos dormidos. No importa que organicemos grandes encuentros, ni que realicemos ceremonias solemnes. Si no sabemos ver a Jesús en el otro, estamos dormidos.
Adviento es el tiempo que nos invita a permanecer en vela. Pero todos los días deberían ser Adviento. 

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