lunes, 30 de noviembre de 2020

EL ANACORETA Y EL ADVIENTO


Sentados bajo la palmera, comían frugalmente como siempre. Llegó un caminante agotado. El Anacoreta lo atendió inmediatamente. Lo acomodó a la sombra de la palmera, le dio agua de la fuente y compartió con él la comida. Venía de lejos y se dirigía a la ciudad a visitar a un familiar enfermo.
Cuando acabó de comer y reposó un rato, se levantó, dio las gracias y siguió su camino hacia la ciudad.
El Anacoreta, mientras lavaban sus escudillas, dijo a su joven seguidor:
- Ha sido una buena manera de empezar el Adviento.
El joven no dijo nada, pero lo miró con extrañeza. El anciano sonrió y dijo:
- Adviento es el tiempo litúrgico de espera al Nacimiento del Señor, a la Navidad. Nos preparamos para recibirlo. Pero, ¿sabes una cosa? Adviento es cada día. Cada mañana al levantarnos, debemos esperar encontrarnos con el Señor. Él vendrá a nosotros con la luz del sol o la lluvia que riega los campos. Con el frío, con el calor, con la naturaleza... Pero sobre todo, viene a nosotros en el otro. ¿Quién crees que era este caminante? Cada día llega a las costas de Europa en los inmigrantes. Por eso no podemos llamarnos cristianos, seguidores de Jesús, si no lo vemos en ellos y los acogemos.
Guardó unos instante de silencio y concluyó:
- Nuestro Adviento litúrgico es pura comedia, si en nuestro cada día no esperamos a Jesús y no sabemos verlo en el otro, y, sobre todo, si no sabemos acogerlo...si no lo amamos...     

domingo, 29 de noviembre de 2020

HAY QUE ESTAR ALERTA...

 


En aquel tiempo, dijo Jesús sus discípulos: "Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!"

La comunidad judía que retorna del exilio enfrenta un gran desafío: reconstruir los fundamentos de la nación, la ciudad y el Templo. No era una tarea fácil. La mayoría de los exiliados ya se habían organizado en Babilonia y en otras regiones del imperio caldeo. La mayor parte de los que habían llegado desde Judea cincuenta años antes ya habían muerto y los descendientes no sentían gran nostalgia por la tierra de sus padres. Los profetas los habían invitado continuamente a reconocer los errores que habían conducido a la ruina, pero la mayor parte de los exiliados ignoraban a los mediadores de Yahvé.
Algunos tomaron entre sus manos el proyecto de reconstruir la identidad, las instituciones y la vida de la nación. Sin embargo, no contaron inicialmente con mucho apoyo, Parecía una idea loca e innecesaria: para qué volver a Jerusalén si ya no había remedio... Lo mismo nos ocurre a veces a nosotros: vivimos de la nostalgia del pasado, pero no nos comprometemos a transformar la realidad del presente. Añoramos otros tiempos en que se vivía mejor, pero no rescatamos los valores que hacen posible una convivencia humana justa y equitativa.
Jesús hace a sus discípulos una recomendación que hoy nos sorprende: mantenerse despiertos. ¡Todo lo contrario de lo que nosotros haríamos! Pero él tiene sus razones. Si cada día estamos embargados por las preocupaciones más superfluas, lo más seguro es que se nos pase la hora apropiada para realizar la misión que Jesús nos encomienda. Jesús, en el evangelio, nos enseña a estar en guardia contra los que creen que las enseñanzas cristianas son algo superfluo. El evangelio debe ser proclamado donde sea necesario, deber ser colocado donde se vea, debe ponerse al alcance de todos. Nuestra misión es hacer del evangelio una lámpara que ilumine el camino de la vida y nos mantenga en actitud vigilante.
La interpretación que se daba a estos textos del evangelio que apuntan hacia el futuro o hacia la escatología estuvo casi siempre revestida de un tinte apocalíptico y de temor: el Señor había establecido un plazo, que se podría cumplir en cualquier momento, imprevisiblemente, por lo cual necesitábamos estar preparados para un juicio sorpresivo y castigador que el Señor podría abrir en cualquier momento contra nosotros. «Que la muerte nos sorprenda confesados». Este miedo funcionó durante mucho tiempo, durante tantos siglos como duró una imagen mítica de Dios, excesivamente calcada de la imagen del emperador soberano o del señor feudal que dispone despóticamente sobre sus súbditos. El miedo a la condenación eterna, tan impregnado en la sociedad cristiana medieval y barroca, hizo que la «huelga de confesonarios» pudo ser en determinados momentos un arma esgrimida por el clero contra las clases altas, por ejemplo, por parte de los misioneros defensores del pueblo contra los conquistadores españoles dueños de esclavos (recuérdese el film La misión, o la historia del profeta dominico Antonio Montesinos, en la isla La Espanyola, actual República Dominicana). Causa sonrisas pensar en la eficacia que una tal «huelga de confesionarios» pudiera tener hoy día. Y es que la estrella de la «vida eterna», el dilema de la salvación/condenación eternas, brillaba con su potencia indiscutible en el firmamento de la cosmovisión del hombre y la mujer premodernos... Pero son ya tiempos idos. Sería un error enfocar el comentario a evangelios como el que hoy leemos en esa misma perspectiva, pensando que nuestros contemporáneos son todavía premodernos...
El estado de alerta, la mirada atenta al futuro que evita el adocenamiento o la rutina... sí que es una categoría y una dimensión del hombre y de la mujer modernos. Si lo interpretamos como «esperanza», la pertinencia del mensaje aún es más vigente.
¿Qué puede significar «Adviento» para la sociedad actual? Como nombre de un tiempo litúrgico significa no significa mucho, y no habría que lamentarse mucho ni gastar pólvora inútilmente, pues cualquier día –tal vez más pronto que tarde– la Iglesia cambiará el esquema de los ciclos de la liturgia, que clama a gritos por una renovación. Lo que importa no es el tiempo litúrgico, sino el Adviento mismo, el «Advenimiento» –que eso significa la palabra–, el «noch nicht Sein», el no-ser-todavía, como decía Ernst Bloch; aquello cuya forma de ser consiste en «no ser todavía pero tratando de llegar a ser»... Ateo como era, Bloch construyó todo su poderoso edificio filosófico sobre la base de la utopía y la esperanza, y presentó en bellas páginas inolvidables la grandeza heroica del santo y del mártir ateo, capaz de dar la vida en aras de su esperanza... Ebeling, en la misma línea decía: «lo más real de lo real, no es la realidad misma, sino sus posibilidades»... Lo real más real no es lo real sin más, sino las posibilidades de ser que lo que hoy es lleva consigo.
Después de los años 90 del siglo pasado, estamos en un tiempo en el que se dice que se ha dado un «desfallecimiento utópico». Con el triunfo del neoliberalismo y la derrota de las utopías (no «de las ideologías», alguna de las cuales siguen muy vivas), la cultura moderna –o mejor posmoderna- castiga al pensamiento esperanzado y utopista. El ser humano moderno-posmoderno está escarmentado. Ya no cree en «grandes relatos». Se nos ha impuesto una cultura anti-utópica, antimesiánica, a-escatológica, ¿sin esperanza?, a pesar de la brillantez de que hacen gala los productos de la industria mundial del entretenimiento; detrás del atractivo seductor de ese entretenimiento, la imagen de ser humano que queda está ayuna de toda esperanza que trascienda siquiera mínimamente el «carpe diem», el «disfruta la vida». ¿Qué advenimiento («adviento») esperan el hombre y la mujer contemporáneos? ¿Cómo vivir el adviento en una sociedad que no espera ningún «advenimiento»? Desde luego, no reduciendo el adviento a un «tiempo litúrgico», o a un tiempo pre-navidad... ¿Cómo pues?
El Advenimiento que esperamos los cristianos no es la Navidad... Ni tampoco es «el cielo»... ¡Es el Reino! «No es otro mundo... es este mismo mundo... ¡pero totalmente ‘otro’, transformado radicalmente»! Se puede ser cristiano sin celebrar el adviento, ¡pero no sin preparar el Advenimiento! Ser cristiano es hacer propia en el corazón la nostalgia de Aquel que decía: «fuego he venido a traer a la tierra, y ¡cómo deseo que arda...!». Los cristianos no podemos inculturarnos en esta cultura anti-utópica y sin «grandes relatos», porque somos hijos de la gran Utopía de la Causa de Jesús, y tenemos el «gran relato» del Proyecto de Dios... Podríamos no celebrar el adviento, pero no podemos dejar de darnos la mano con los santos y mártires ateos y con todos los hombres y mujeres de la tierra, de cualquier religión del planeta, para trabajar denodadamente por el Advenimiento del Nuevo Mundo.
Cada vez se perfila mejor: crear un Mundo Nuevo, fraterno-sororal y solidario, sin imperios ni instituciones transnacionales o mundiales explotadoras de los pobres, lo que Jesús llamó malkuta Yahvé en su boca aramea, Reino de Dios, pero dicho con palabras y hechos de este ya tercer milenio, ése es el Advenimiento que esperamos, el sueño que nos quita el sueño, lo que nos hace estar en «alerta»." (Koinonía)

 

sábado, 28 de noviembre de 2020

ENVIADOS...


¡No nos envíes, Señor!
Ya nos conoces,
somos débiles e indecisos,
fuertes en palabras
pero huidizos
cuando hay que comprometerse.
¡No insistas más, por favor!

¿Nos envías a pesar de todo?
¿Para oponernos
con toda la fuerza
de nuestra inteligencia y de nuestra acción
en todo aquello que insiste
en hacer de los hombres
seres dependientes como robots
a los que se puede manipular?

¿Nos envías a pesar de todo?
¿Para despertar la dignidad
de los abatidos y humillados,
permaneciendo a su lado
para que tomen conciencia
que también ellos comparten
los derechos de todos los hombres?

¿Nos envías a pesar de todo?
¿Para engendrar esperanza a los que
viven en la miseria y el abandono,
inventando con ellos los medios para vivir
con la firmeza y el orgullo
de todos los seres humanos?

¿Nos envías a pesar de todo?
¿Para librarnos a nosotros mismos
y  revelar así tu presencia
entre los hijos de los hombres marginados,
para que se sientan
por siempre hijos de Dios?

¿Insistes, Señor?
¡Entonces, envíanos!


viernes, 27 de noviembre de 2020

CONFÍA EN MÍ...



Viajaba hacia el Norte,
hacia nuevos horizontes,
siguiendo el rastro de todo aquello en lo que creía,
pero me sentía perdido.

Buscaba abrigo en la sabiduría,
en la fama,
en el falso espejismo de la seguridad pasajera,
pero me sentía desnudo.

Conocía gente nueva,
otras vidas,
bocas que gritaban: "sigue el rebaño".
Pero yo me sentía solo.

Me llenaba de ruido,
de actividad,
de confusión,
para no sentir mi angustia,
pero siempre había momentos de silencio.

Huía de mí mismo,
quemando los recuerdos,
anestesiando el alma,
sumergiéndome en el alcohol,
noches de juerga...
pero siempre llegaba la mañana.

Buscaba nuevos caminos,
nuevas sendas,
me perdía en parajes profundos,
pero todo me parecía lo mismo.

Entonces apareciste Tú.
Tus ojos me iluminaron:
encontré el camino.
Tus brazos me abrazaron:
me vestiste.
Tus pasos también se dirigían al Norte:
me acompañaste.
El sol iluminaba tu imagen:
amé la mañana.
Tu presencia lo cambió todo:
nada ha sido ya igual.

Y oí que me decías: "te amo".
Y en cada paso que hago desde entonces,
está la huella de tu Amor.

(El Salmista)

jueves, 26 de noviembre de 2020

DIOS MÍO, LO SIENTO...

 


Dije: "Dios mío, lo siento".
        Y Dios dijo: "Ya lo sé".
Dije: "Dios mío, he llorado tanto...".
        Y Dios dijo: "Para esto te di las lágrimas".
Dije: "Dios mío, estoy tan deprimido...".
        Y Dios dijo: "Por esto te di la luz del sol".
Dije: "Dios mío, la vida es dura".
        Y Dios dijo: "Por esto te di lo seres queridos".
Dije: "Dios mío, el ser querido a muerto...".
        Y Dios dijo: "El mío también".
Dije: "Dios mío, és una pérdida tan grande...".
        Y Dios dijo: "Vi al mío clavado en una cruz".
Dije: "Dios mío, pero tu ser amado vive...".
        Y Dios dijo: "El tuyo también".
Dije: "Dios mío, lo siento".
        Y Dios dijo: "Ya lo sé"

(Palabras escritas en una pared en la ciudad de Oklahoma, en el lugar donde se había producido un tiroteo)

miércoles, 25 de noviembre de 2020

EL ANACORETA Y VIVIR EL PRESENTE



Hablaba de la Iglesia, de la sociedad. De lo que deberían ser y no eran. El Anacoreta, aprovechando una pausa, le preguntó:
- ¿Y tú que haces?
- ¿Cómo? - preguntó extrañado aquel hombre.
- Sí - prosiguió el Anacoreta - Has analizado muy bien cómo deberían ser las cosas. Ves con claridad el futuro; pero lo que hay que cambiar es el presente.
Como veía que aquel hombre no acababa de comprender, tras una pausa, le dijo:
- Si nos limitamos a hablar de un mundo mejor, de cómo debería ser y no empezamos a trabajar para conseguirlo en nuestra vida del día a día, nos estamos engañando. Estamos viviendo en un mundo de sueños, deseos, pero nos olvidamos del presente.
Le miró a los ojos y concluyó:
- ¿Queremos una sociedad mejor? Empecemos por nuestra familia, nuestro barrio, nuestro entorno, nuestro trabajo...Es ahí donde podemos influir y es ahí donde lograremos, poco a poco, contribuir a cambiar nuestra sociedad...

martes, 24 de noviembre de 2020

EL ANACORETA Y EL TESORO INTERIOR

 


El Anacoreta estaba llorando; pero no por dolor o tristeza, sino porque estaba pelando una cebolla. Aprovechó la ocasión para decir a su joven seguidor:
- Todos los hombre escondemos en nuestro interior un tesoro. Un tesoro que no debemos guardar para nosotros, sino que debemos repartirlo por los caminos de la vida.
Mostró la cebolla al joven y añadió:
- Pero con el paso del tiempo, por desgracia, en vez de compartir nuestro tesoro, nos convertimos en cebollas y lo vamos ocultando capa tras capa. Lo recubrimos con cosas que creemos importantes, pero que lo único que hacen es ocultar nuestro verdadero tesoro interior...Cuando seamos capaces de eliminar las capas de nuestros intereses, nuestro egoísmo, nuestro orgullo, nuestras ansias de poder y de destacar...encontraremos aquello que  realmente es valioso en nosotros y nos hace imprescindibles para los demás... 

lunes, 23 de noviembre de 2020

EL ANACORETA Y EL PADRE DESESPERADO





Le dijo que estaba desesperado. No sabía qué hacer con su hijo adolescente. Le parecía irresponsable. No le obedecía y contradecía todas sus opiniones. Se le escaba de las manos y temía lo peor para su futuro.
El Anacoreta lo miró con simpatía y le dijo:
- Los adultos olvidamos nuestra adolescencia. Nosotros también fuimos irresponsables, desobedientes, contestarios a los ojos de nuestros padres.
El padre movió la cabeza y repuso:
- No sé. Tanto como mi hijo no. Y no quiero tener que avergonzarme de él en un futuro.
El anciano sonrió y contestó:
- Cada época es distinta. Pero nosotros nos comportamos exactamente igual. ¿Quieres saber lo que tienes que hacer? En primer lugar confía en tu hijo.
Ante la cara de sorpresa del padre, añadió:
- Sí. Confía. Tu hijo se equivocará, ciertamente; pero es de estas equivocaciones que aprenderá, que se iniciará en la vida, que crecerá y madurará como persona. Y no le digas con aires de triunfo: "Ya te lo advertí. Ya te lo decía yo". Al contrario. Que el note que en sus momentos de error tú estás a su lado y lo apoyas. Y, por encima de todo, no será con palabras, con consejos, con órdenes, que lo harás crecer. Es con actitudes y con tu ejemplo. ¡Ah! con tu amor. Aunque haya momentos en que lo destrozarías...Porque educar a un adolescente no es precisamente un trabajo fácil.
Y aquél padre volvió a casa más tranquilo y esperanzado...


domingo, 22 de noviembre de 2020

EL VERDADERO REINO

 


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis."
Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de deber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis." Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo." Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna."

Está claro que el concepto de Reino de Jesús, es muy distinto del que tenemos nosotros. Su Reino es el Reino de los pobres, de los hambrientos, de los sedientos, de los desnudos, de los perseguidos... A la Europa de los que nos llamamos cristianos se nos tendría que caer la cara de vergüenza ante la situación de los inmigrantes, ante los desahucios, ante las diferencias sociales. Lo que es cierto, es que estamos muy lejos del Reino de Dios.
 
"El Reino de Dios, como contenido del mensaje de Jesús. Jesús nunca se proclamó Rey: nada más lejos de Él. Lo que Jesús hizo fue ponerse al servicio total del Reino, de forma que éste fue el centro mismo de su predicación y de su vida, la Causa por la que dio la vida. Importa pues hacer honor a la identidad verdadera de Jesús: Él no fue rey, ni lo quiso ser nunca, por mucho que algunos cristianos crean que llamándolo así lo honran... La intención puede ser buena, pero el título que de hecho se le atribuye no podría ser de su agrado.
Jesús habló del Reino, fue su servidor y su mensajero, pero sus seguidores se olvidaron del Reino. y lo constituyeron a él como el Reino mismo, como el Rey... El mensaje fue sustituido por el mensajero. Jesús nos indicaba el Reino, como la Causa por la que estaba apasionado y por la que dio su vida, y un buen grupo de seguidores se olvidaron de esa causa, y se enamoraron de Jesús. Es preciso volver a Jesús, y su Causa...
Para hablar concretamente del Reino es bueno reparar en el texto del prefacio de esta fiesta, que da una «descripción» muy plástica de su contenido. Esa idea fue recogida en el conocido estribillo del Salmo 71 del compositor Manzano, que dice: «Tu Reino es Vida, tu Reino es Verdad, tu Reino es Justicia... es Paz... es Gracia... es amor, ¡venga a nosotros tu Reino, Señor». Bien glosada, y debidamente justificada esa perspectiva teológica, puede ser un buen guión para la homilía. Y no debería faltar ese canto en la celebración de hoy." (Koinonía)


sábado, 21 de noviembre de 2020

ACEPTARSE...



Si no puedes ser un pino en lo alto de la cresta,
sé el mejor arbusto junto al arroyo.
Si no puedes ser una autopista,
sé una buena carretera.
Si no puedes ser el sol,
sé una estrella.
No es por el volumen
que tendrás éxito o no;
Sé lo mejor que puedas
en lo que eres.

Soñamos la perfección mirando a los demás. Queriendo ser un gran ingeniero nos quedamos en nada, cuando pudimos ser un magnífico mecánico.

viernes, 20 de noviembre de 2020

EL ANACORETA Y MIRAR A NUESTRO ALREDEDOR...

 


Aquel joven llevaba más de una hora hablando sin parar. Explicaba lo desgraciado que era. Los problemas que tenía... El Anacoreta escuchaba pacientemente. Cuando el muchacho paró un instante de hablar, el anciano le dijo:
- ¡Eh! Que estoy aquí.
El joven, sorprendido, le preguntó:
- ¿Qué quieres decir?
El Anacoreta, sonriendo, respondió:
- Pues, que llevas más de una hora de monólogo. Si delante tuyo, en mi lugar, hubiese estado aquella palmera, habrías hablado de la misma manera, y habrías dicho lo mismo.
El joven bajó la cabeza y el anciano guardó unos instantes de silencio antes de proseguir.
- Mira. El estar dándole vueltas todo el día a nuestros problemas, no los soluciona. En vez de mirarnos el ombligo, hemos de mirar a nuestro alrededor.
Levantó la vista y fijó sus ojos en los del muchacho:
- Si miraras a tu alrededor, verías que en realidad eres un privilegiado. Que muchos jóvenes no tienen ni una décima parte de lo que tú tienes. Viven en países de extrema pobreza o en países en guerra. Jóvenes que se ven obligados a marchar de su país y que allí donde llegan se les mira con recelo, se les desprecia y se les insulta.
Suspiró y siguió hablando:
- Te quejas de que tus padres te ponen normas y son exigentes contigo. Si miraras a tu alrededor verías jóvenes que sus padres los maltratan o padres que no les ponen normas, porque para ellos sus hijos no existen...
Le puso una mano sobre el hombro y concluyó:
- Créeme. Eres un privilegiado y da gracias a Dios por tus problemas, que te ayudan a luchar y a crecer como persona...  

 

jueves, 19 de noviembre de 2020

LLAMADAS...

 


Cuando todos gritan,
    tú estás llamado a hacer silencio.

Cuando el técnico razona,
     tú estás llamado a la contemplación.

Cuando la ambigüedad parece ganar terreno,
    tú estás llamado a caminar decidido.

Cuando la gente se cansa,
    tú estás llamado a no cansarte de cansarte.

Cuando se lucha por el dinero y el poder,
    tú estás llamado a ser solidario con los pobres.

Cuando a la Iglesia le faltan profetas,
    tú estás llamado a "manifestarte",

Cuando los estudiantes están atraídos por lo fácil,
    tú estás llamado a profundizar.

Cuando el trabajo es para pocos,
    tú estás llamado a organizarte cooperativamente.

Cuando se prefiere el sofá y la estufa,
    tú estás llamado a dar tu vestido a otro
    y a caminar por la montaña.

Cuando la Fe es teoría para muchos,
    tú estás llamado a ser educador.

Cuando las seguridades son dioses para otros,
    tú estás llamado a fiarte más del Dios de Jesucristo.

Cuando los ancianos están "almacenados" y silenciados en un rincón,
    tú estás llamado a rejuvenecer su existencia.

    


miércoles, 18 de noviembre de 2020

JÓVENES, CULTURA Y OTRAS CULTURAS



Toda cultura es fruto de un esfuerzo de convivencia, voluntad de bienestar y profundización en el conocimiento del entorno.
En la medida en que se es persistente en este esfuerzo, es respetada, apreciada y valorada; crea comunidad y nos descubre infinitos aspectos de la grandeza de Dios.
Por eso, la inculturación es un valor irrenunciable.
Las culturas ajenas, con sus sensibilidades, sus lenguajes y sus sueños, nos aproximan al corazón de las mujeres y hombres de todo el mundo.
Los jóvenes han de sentirse motivados por conocer, defender y enriquecer nuestra cultura y nuestras costumbres. Se sintoniza así con  nuestras raíces, viviéndolas y colocándolas al servicio de toda la humanidad. ¿Quién puede hacerlo sino los jóvenes?
Deben entrar , también, en contacto con otras sintonías más profundas de los humanos.
Con la seguridad que les da saber que "la bondad de Dios es más grande que la distancia entre el cielo y la tierra", así deben abrirse  a todas sus manifestaciones "desde Oriente a Occidente", para seguir aprendiendo a expresarse en el lenguaje del amor.

martes, 17 de noviembre de 2020

OCHO DESEOS EVANGÉLICOS


1.- Ojalá lleguemos a ser pobres de corazón y               desprendidos:
        ¡Qué bien irá, entonces, este mundo para todos los que lo habitan.

2.- Ojalá sepamos situarnos en el lugar de los que sufren:
        Ese día el mundo se llenará de consuelo.

3.- Ojalá nuestra actitud en todo sea de sencillez y humidad:
        En ese momento cambiarán las relaciones humanas,         nos conoceremos y nos sentiremos a gusto.

4.- Ojalá vayamos por la vida con la verdad y la justicia por delante:
        He aquí el fundamento para el respeto de los                         derechos del hombre.

5.- Ojalá nuestro corazón sea compasivo y capaz de perdonar:
        Veremos cómo las familias y los puestos de trabajo             se llenan de ternura.

6.-Ojalá cultivemos, y se note, un corazón transparente, sin malas intenciones:
         ¡Qué bien se encontrarán todos a nuestro lado!

7.- Ojalá desaparezca toda violencia y nos afiliemos al diálogo y la tolerancia:
        ¡Cómo crecerá la autoestima de los que nos                        acompañan! Porque, seguro, esta manera de ser hará         enemigos, al menos durante un tiempo. 

8.- Ojalá tengamos entereza y confianza plena en Jesucristo que nos lo enseña:
        ¡Alegrémonos!

Por predicar estas actitudes, tan humanas y tan positivas para toda la sociedad, Jesús dio su vida: 
Y después de Él, la han dado muchas otras personas .

(Jesús Pérez Rivera) 
        

lunes, 16 de noviembre de 2020

GRACIAS POR EL DON DE LA VIDA



¡GRACIAS POR EL DON DE LA VIDA!
Cada día es una nueva oportunidad
para hacerlo mejor.
Cada día es un regalo insustituible.

¡GRACIAS POR EL DON DE LA VIDA!
Que a veces se hace pesada,
que a veces pierde el sentido,
y a veces me encuentro sepultado
bajo todas las expectativas
que me había propuesto.
Pero soy consciente de que nuestros
problemas son causados por estar vivos...
¡Sean entonces bienvenidos!

¡GRACIAS POR EL DON DE LA VIDA!
Que es el regalo más valioso.
También tengo el Amor del Señor,
mis manos, mi Fe,
la salud y tu ayuda,
la de mis amigos y familiares.
Todo lo demás es prescindible.
No quiero atarme a las seguridades,
a las posesiones,
sólo quiero poseer a fondo
mi vida.

¡GRACIAS POR EL DON DE LA VIDA!
También os invito, amigos,
a dar gracias.
A mí me ayuda a empezar
con una sonrisa cada día,
a ser consciente
de que he de vivir profundamente,
Me ayuda a relativizar,
y a intentar llevar más alegría
en los ambientes en que me nuevo.

¡GRACIAS POR EL DON DE LA VIDA!
Me esfuerzo, cada día,
por recobrar el sentido de todo lo que hago,
y ponerlo en la línea
que el Señor me pide.
¡Gracias, Señor, porque estoy vivo!

¡GRACIAS POR EL DON DE LA VIDA!
Gracias por el don de la Fe,
por el Amor que sé dar,
y la salud que tengo.
Gracias por todos los dones
que me has dado.
Ayúdame a no guardarlos sólo para mí.
Gracias por la gente que me rodea,
fuente de todas mis alegrías.
Gracias porque te siento próximo,
porque tengo ganas de ser mejor,
y porque te sé encontrar
en mis noches.

Ayúdame, hoy,
a acercarme a Ti
y a mis hermanos.

domingo, 15 de noviembre de 2020

UTILIZAR LOS DONES...




"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: "Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno; a cada cual según su capacidad; luego se marchó. [El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: "Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor."
Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: "Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor."
Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: "Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo." El señor le respondió: "Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Conque sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes.""

La «parábola de los talentos» es el texto principal entre los tres de hoy. Un comentario pastoral a esta lectura podrá ir por la senda usual ante este texto: Mateo acaba de hablar de la venida futura del Hijo del Hombre para el juicio, y a continuación nos dice cuáles son las actitudes adecuadas ante esa venida, a saber, la vigilancia (parábola de las diez vírgenes) y el compromiso de la caridad (parábolas de los talentos y del juicio de las naciones). La parábola de los talentos es, en este contexto interpretativo, un elogio del compromiso, de la efectividad, del trabajo, del rendimiento. Podrá ser aplicada fructuosamente al trabajo, la profesión, las realidades terrestres, el compromiso secular...

Sin embargo, el contexto de la hora histórica que vivimos es tal, que este mensaje, en sí mismo bueno y hasta naif, ingenuo, puede resultar funcional respecto a la ideología actualmente dominante, el neoliberalismo. Éste, en efecto, predica, como grandes valores suyos, la eficacia, la competitividad, la creación de riqueza, el aumento de la productividad, el crecimiento económico (si tenemos un crecimiento bajo o no crecemos, nos declaramos en crisis), los altos rendimientos de interés bancario, la inversión en valores, etc. Son nombres modernos bien adecuados para lo que se presenta en la parábola, aunque si se los utiliza en la homilía, no pocos oyentes pensarán que el orador sagrado se salió de su competencia (o peor: que «se metió en política»). Por una casualidad del destino, esta parábola se hizo bien actual, y los teólogos neoconservadores (también hay «neocons» en teología) la valoran altamente. Algunas de sus frases, sin necesidad siquiera de interpretaciones rebuscadas, avalan directamente principios neoliberales. Pensemos, por ejemplo, en el enigmático versículo de Mt 25, 29: «Al que produce se le dará y tendrá en abundancia, pero al que no produce, se le quitará hasta lo que tiene». No será fácil evitar en la predicación hacer el juego con esta parábola a un sistema que, para muchos cristianos de hoy, está en los antípodas de los principios cristianos.

La eficacia, la productividad, la eficiencia... no son malas en principio. Diríamos que no son valores en sí mismas, sino "cuantificaciones" que pueden ser aplicadas a unos u otros valores. Se puede ser eficiente en muchas dimensiones, muy distintas (unas buenas y otras malas) y con unas intenciones muy diversas (malas y buenas también). La eficacia en sí misma, abstraída de su aplicación y de su intención... no existe, o no nos interesa ahora. El juicio que hagamos sobre la eficacia dependerá de la materia a la que apliquemos esa eficiencia, así como del objetivo al que se oriente.

Cabe entonces imaginar una "eficiencia" cristiana (agrupando en este símbolo varios otros valores semejantes). El mismo evangelio la presenta en otros lugares, en su célebre inclinación hacia la praxis: No todo el que dice 'Señor, Señor', sino el que hace..., la parábola de los dos hermanos (el que dice pero no hace y el que sí hace aunque había dicho que no haría), bienaventurados más bien los que escuchan la palabra y la ponen en práctica... y más paradigmáticamente, el texto que continúa al de hoy, el que meditaremos el domingo próximo, Mt 25,31ss, en el que el criterio del juicio escatológico que allí aparece será precisamente lo que hayamos "hecho" efectivamente a los pobres...

La eficiencia aceptada y hasta encomiada por el evangelio es la eficiencia "por-el-Reino", la que está puesta al servicio de la causa de la solidaridad y del amor. No es la eficiencia del que logra aumentar la rentabilidad (reduciendo empleos por la adopción de tecnologías nuevas, por ejemplo), o la del que logra conquistar mercados por su competitividad (reduciendo la capacidad de auto-subsistencia de los países pequeños, o pobres, sin tecnología), o la del que logra ingresos fantásticos por inversiones especulativas del capital "golondrina" en este gran casino mundial financiero en que se ha convertido el mundo...

La «eficiencia por la eficiencia» no es un valor cristiano, ni siquiera es un valor verdaderamente humano (no parece que nos humanice; más bien parece que lo heredamos de nuestro pasado como depredadores). Quizá sea cierto que el capitalismo, sobre todo en su expresión salvaje actual, sea "el sistema económico que más riqueza crea"; pero no es menos cierto que lo hace aumentando simultáneamente el abismo entre pobres y ricos, la concentración de la riqueza a costa de la expulsión del mercado de masas crecientes de excluidos. El criterio supremo, para nosotros, no es una eficiencia económica que produce riqueza y distorsiona la sociedad y la hace más desequilibrada e injusta. No sólo de pan vive el ser humano. Cristianamente no podemos aceptar un sistema que, en favor del (o en culto al) crecimiento de la riqueza, sacrifica idolátricamente la justicia, la fraternidad y la participación de ingentes masas humanas. Poner la eficiencia por encima de todo esto es una idolatría, es la idolatría del culto del dinero, verdadero dios neoliberal. Y sobre la "idolatría del mercado" y el carácter sacrificial de la ideología neoliberal, ya se ha escrito mucho.

No, no es pues que nosotros no queramos ser eficientes y competentes (más que competitivos), o que no seamos partidarios de la "calidad total", ni mucho menos... Somos partidarios de la mayor «eficacia en el servicio al Reino», así como de «la competencia y la calidad total en el servicio al Evangelio». (In ordinariis non ordinarius, decía un viejo adagio de la ascética clásica, queriendo llevar la calidad total a los detalles más pequeños de la vida ordinaria u oculta).

Y no es que no haya que reconocer que con frecuencia los más "religiosos" hayan estado ajenos a las implicaciones económicas de la vida real, predicando fácilmente una generosa distribución donde no se consigue una producción suficiente, esperándolo todo de la limosna o los piadosos mecenas. También en el campo de la economía teórica –sobre todo en esta hora– necesitamos un renovado compromiso de los cristianos.

Si Jesús se lamentó de que los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la luz, ello significa que la «astucia» (otro tipo de eficacia) no es mala por sí misma; lo malo es ponerla al servicio de las tinieblas y no de la luz. (Koinonía)



sábado, 14 de noviembre de 2020

LO MÁS IMPORTANTE...



Lo más importante
no es que yo te busque,
sino que Tú me buscas por todos los caminos. (Gn 3,9)

Lo más importante
no es que yo te llame por tu nombre,
sino que Tú tienes el mío gravado
en las palmas de tus manos. (Is 49,16)

Lo más importante 
no es que yo te llama hasta cansar mi voz,
sino que Tú gimes en mí con tu grito. (Rm 8,26)

Lo más importante
no es que yo tenga proyectos para Ti,
sino que Tú me invitas a caminar
a tu lado hacia el futuro. (Mc 1,17)

Lo más importante
no es que yo te comprenda,
sino que Tú me comprendes
hasta el último secreto de mi corazón. (1Cor 13,12)

Lo más importante
no es que yo hable de Ti con sabiduría,
sino que Tú vives en mí y te expresas a tu manera. (2Cor 4,10)

Lo más importante
no es que yo te guarde en mi caja fuerte,
sino que yo sea una esponja en tu océano. (EE 3,35)

Lo más importante
no es que yo te ame con todo mi corazón
y con todas mis fuerzas,
sino que Tú me amas con todo tu corazón
y con todas tus fuerzas. (Jo 13,1)

Lo más importante
no es que me anime a mí mismo,
refuerce mi autoestima, progrese,
sino que tu fuego quema dentro de mis huesos. (Jr 20,9)

Porque ¿Cómo podría yo buscarte, llamarte, amarte...
si Tú no me buscaras, llamaras, me amases primero?
El silencio agradecido es mi última palabra
y la mejor forma de encontrarte. 

(Benjamín González Buelta)