viernes, 31 de mayo de 2019

VISITACIÓN DE MARÍA


"Por aquellos días, María se dirigió de prisa a un pueblo de la región montañosa de Judea, y entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura se movió en su vientre, y ella quedó llena del Espíritu Santo. Entonces, con voz muy fuerte, dijo Isabel:
– ¡Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres, y ha bendecido a tu hijo!¿Quién soy yo para que venga a visitarme la madre de mi Señor? Tan pronto como he oído tu saludo, mi hijo se ha movido de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú por haber creído que han de cumplirse las cosas que el Señor te ha dicho! María dijo:
Mi alma alaba la grandeza del Señor. 
Mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador, 
porque Dios ha puesto sus ojos en mí, su humilde esclava, 
y desde ahora me llamarán dichosa;
porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas. 
¡Santo es su nombre!
Dios tiene siempre misericordia
de quienes le honran. 
Actuó con todo su poder:
deshizo los planes de los orgullosos,
derribó a los reyes de sus tronos 
y puso en alto a los humildes.
Llenó de bienes a los hambrientos
y despidió a los ricos con las manos vacías. 
Ayudó al pueblo de Israel, su siervo,
y no se olvidó de tratarlo con misericordia. 
Así lo había prometido a nuestros antepasados,
a Abraham y a sus futuros descendientes. 
María se quedó con Isabel unos tres meses, y después regresó a su casa." 
María es nuestro principal modelo en el seguimiento a la voluntad de Dios. Por eso marcha inmediatamente a las montañas a ayudar a su prima Isabel.
El Magníficat es un canto que resume lo que Jesús nos enseña del Padre y lo que quiere de nosotros. Que seamos sencillos y aceptemos su voluntad. Esto es lo que realmente nos hace libres.
 "La Iglesia celebra “la visita de María a Isabel” María es una mujer que cultivaba y participaba de la espiritualidad de los pobres de Yahveh. En este sentido, su Magnificat es una oración revolucionaria, de una joven llena de fe, consciente de sus límites, pero que confía en la misericordia divina. Ella le ora a un Dios que se aparta de los que se aferran al poder y al dinero y se hace cercano a los problemas de los humildes y hambrientos (Lc 1,51-53). Su cántico nos ayuda a comprender cómo la misericordia del Señor es el motor de la historia, de toda la persona, como del conjunto de la humanidad. La Iglesia está llamada a releer este canto de liberación encarnándose solidariamente en los empobrecidos y las víctimas. Oremos con el papa Francisco a María: “La joven de Nazaret, que en todo el mundo ha asumido miles de rostros y de nombres para acercarse a sus hijos, interceda por cada uno y nos ayude a proclamar las grandes obras que el Señor realiza a través de nosotros”"(Koinonía)



jueves, 30 de mayo de 2019

LA VERDADERA ALEGRÍA


"Dentro de poco ya no me veréis, pero un poco más tarde volveréis a verme. Algunos de los discípulos de Jesús se preguntaban unos a otros:
– ¿Qué quiere decir con eso? Nos dice que dentro de poco no le veremos, y que un poco más tarde le volveremos a ver, y que es porque va al Padre. ¿Qué significa ‘dentro de poco’? No entendemos de qué está hablando.
Jesús, dándose cuenta de que querían hacerle preguntas, les dijo:
– Os he dicho que dentro de poco no me veréis, y que un poco más tarde me volveréis a ver: ¿es eso lo que os estáis preguntando? Os aseguro que vosotros lloraréis y estaréis tristes, mientras que la gente del mundo se alegrará. Sin embargo, aunque estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en alegría."


Perder a Jesús, la ausencia de Dios nos causa tristeza. Pero recuperar su presencia, nos causa una alegría inmensa. Dios parece que se hace ausente de este mundo. Sin embargo, la oración y la entrega a los demás nos hace descubrirlo en nuestro corazón y presente en el otro. Ese es el fundamento de nuestra alegría.
 "Consciente de que la totalidad de su vida le llevará a actuar en consecuencia con lo que dijo e hizo, Jesús sabe que su permanencia histórica está llegando a su desenlace. Sin embargo, también está convencido de que la experiencia de su estar de otro modo, actuando en Espíritu desde dentro, sostendrá la fe y la vida de la comunidad. El vínculo personal y comunitario con Dios, la práctica de la justicia como actitud fundamental de vida, el cultivo de una fe lúcida y una espiritualidad encarnada que responda a las cuestiones determinantes de la vida, el mantenimiento de una visión profética atenta a los signos y desafíos de los tiempos, y la disposición a vivir tan humanamente como vivió Jesús, son los rasgos éticos y evangélicos que como Iglesia estamos llamada a transmitir en un mundo plural, ansioso de auténtica espiritualidad. De esta manera, contribuimos a allanar el camino hacia la humanización integral, el peregrinar alegre hacia el reino de Dios. ¿Asumimos con alegría y confianza las implicaciones de vivir con coherencia nuestra fe en Jesús?" (Koinonía) 


miércoles, 29 de mayo de 2019

GUÍA HACIA LA VERDAD


“Tengo mucho más que deciros, pero en este momento sería demasiado para vosotros. Cuando venga el Espíritu de la verdad, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá todo lo que oye y os hará saber las cosas que van a suceder. Él me honrará, porque recibirá de lo que es mío y os lo dará a conocer. Todo lo que tiene el Padre, también es mío; por eso os he dicho que el Espíritu recibirá de lo que es mío y os lo dará a conocer."

Dudamos de muchas cosas, nos equivocamos, porque no seguimos al Espíritu que se encuentra en el interior de nuestro corazón. Si supiéramos mirar nuestro interior...
"En el texto de hoy, Jesús invita a la comunidad a dejarse transformar por la pedagogía del Espíritu. Desde esta perspectiva, la acción del Espíritu tiene tres acentos: (1) guiarla progresivamente en la comprensión de lo esencial: El Dios cristiano es una única realidad que es relación. Para nosotros, hoy más que nunca, la relación es lo que tiene más significación y realidad. Por eso lo esencial no puede ser dicho, vivido y encarnado de una vez y para siempre; tiene que acontecer con novedad en cada situación, de lo contrario es ortodoxia vacía; (2) orientarla al horizonte de sentido de la «Verdad»: la presencia del amor de Dios aconteciendo en el mundo; y dado que lo fundamental del Dios cristiano es la encarnación, entonces, estamos llamados a encarnarnos en cada situación y relación que vivimos y establecemos; (3) una verdad que se hace plena en la globalidad de la vida, en los pueblos y en las culturas con los cuales es posible una alianza de justicia, paz y reconciliación. ¿Cómo vivir hoy la espiritualidad ecuménica ante la intolerancia religiosa?" (Koinonía) 



martes, 28 de mayo de 2019

NECESITAMOS AL ESPÍRITU


"Pero ahora me voy para estar con el que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta a dónde voy; al contrario, os habéis puesto muy tristes porque os he dicho estas cosas. Pero os digo la verdad: es mejor para vosotros que me vaya. Porque si no me voy, el defensor no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré. Cuando él venga, mostrará claramente a la gente del mundo dónde está la culpa, dónde la inocencia y dónde el juicio. La culpa la mostrará en ellos, porque no creen en mí; la inocencia, en mí, porque voy al Padre y ya no me veréis; y el juicio, en el que manda en este mundo, porque ya ha sido condenado." 


Nos acercamos a Pentecostés; por esto la liturgia nos habla cada vez más del Espíritu. En este evangelio los apóstoles están tristes ante el anuncio que les hace Jesús de su partida. Pero es necesario para que venga el Espíritu. A partir de ahora debemos dejarnos guiar por el Espíritu. Es Él quien nos envía y nos dirige a anunciar la Buena Nueva. Por desgracia hablamos muy poco del Espíritu y casi no lo tenemos presente en nuestras oraciones. Si embargo es a través de Él, que recibimos el "espíritu" de cristianos.
 "En el evangelio, Jesús actualiza su partida (Cf. Jn 13, 31). Que el maestro de Nazaret se vaya, no solo es pedagógico, sino espiritualmente desafiante para la comunidad, porque le enseña a encarnarlo con Espíritu en la vida y en el mundo. Siendo este aprendizaje existencial el mejor antídoto contra la tristeza, el miedo y la desesperanza que pueda agobiar al corazón del dicsípulo. El Espíritu desempeñara una doble función en la vida de la comunidad: fiscal y profética. Fiscal, en tanto que, desde dentro de la comunidad, el Espíritu instaura un juicio contra la depravación política del mundo y su orden establecido de injusticia y violencia sistemática, posibilitando resistencia y lucidez histórica. Profética, en tanto que la comunidad no hace componendas con poder opresor alguno, sino que verifica lo que predica con las propias acciones, denunciando todo comercio espiritual. La invitación es a vivir una «espiritualidad en salida», que centra y orienta nuestras acciones a la búsqueda de construir una sociedad más humana. De lo contrario, labramos nuestra condenación. ¿Actuamos como enviados del Espíritu?" (Koinonía) 



lunes, 27 de mayo de 2019

LA AYUDA DEL ESPÍRITU


"Pero cuando venga el defensor, el Espíritu de la verdad, que yo enviaré de parte del Padre, él será mi testigo. Y también vosotros seréis mis testigos, porque habéis estado conmigo desde el principio. 
Os digo estas cosas para que no perdáis vuestra fe en mí. Os expulsarán de las sinagogas, e incluso llegará el momento en que cualquiera que os mate creerá que le está prestando un servicio a Dios. Eso lo harán porque no nos han conocido ni al Padre ni a mí. Os digo esto para que, cuando llegue el momento, os acordéis de que ya os lo había dicho."



Ser testigos de Jesús nos traerá problemas. Pero el Amor que nos da el Espíritu, si estamos atentos a Él, puede con todas las adversidades.
"El desenlace del capítulo 15 del evangelio de Juan no puede ser más coherente con el sentido teológico de la totalidad de dicho evangelio. Jesús advierte a la comunidad discipular de las consecuencias y peligros resultantes de la fidelidad a lo esencial: la relación de alianza con Dios como acontecimiento de humanización integral. Desde esta perspectiva, la comunidad no se humaniza salvándose «del» mundo y alejándome de las tribulaciones y conflictos, sino que humaniza «en» el mundo, dando testimonio del amor de Dios en medio de la gente, sus angustias y esperanzas; sembrando en el Espíritu, es decir, dejando de ver al otro con odio y desprecio, sino asumiéndolo como hermano, aún en medio de la violencia, las persecuciones y conflictos generados por el anuncio de la buena nueva. Caemos en la cuenta de las exigencias de este pasaje: ¿Actúas según las inspiraciones del Espíritu, o según el modus operandi de la violencia fratricida? ¿Creemos en el principio de la compasión fraterna por encima de nuestros prejuicios morales, opciones políticas y creencias religiosas?" (Koinonía) 



domingo, 26 de mayo de 2019

EL ESPÍRITU DE JESÚS

"Jesús le contestó:
– El que me ama hace caso a mi palabra; y mi Padre le amará, y mi Padre y yo vendremos a vivir con él. El que no me ama no hace caso a mis palabras. Las palabras que estáis escuchando no son mías, sino del Padre, que me ha enviado. 
Os he dicho todo esto mientras permanezco con vosotros; pero el Espíritu Santo, el defensor que el Padre enviará en mi nombre, os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que os he dicho.
Os dejo la paz. Mi paz os doy, pero no como la dan los que son del mundo. No os angustiéis ni tengáis miedo. Ya me oísteis decir que me voy, y que vendré para estar otra vez con vosotros. Si de veras me amaseis os habríais alegrado al saber que voy al Padre, porque él es más que yo. Os digo esto de antemano, para que, cuando suceda, creáis."


"En el evangelio de Juan, Jesús, dentro del contexto de la Ultima Cena y del gran discurso de despedida, insiste en el vínculo fundamental que debe prevalecer siempre entre los discípulos y él: el amor. Judas Tadeo ha hecho una pregunta a Jesús: “¿por qué vas a mostrarte a nosotros y no a la gente del mundo”? Obviamente, Jesús, su mensaje, su proyecto del reino, son para el mundo; pero no olvidemos que para Juan la categoría “mundo” es todo aquello que se opone al plan o querer de Dios y, por tanto, rechaza abiertamente a Jesús; luego, el sentido que da Juan a la manifestación de Jesús es una experiencia exclusiva de un reducido número de personas que deben ir adquiriendo una formación tal que lleguen a asimilar a su Maestro y su propuesta, pero con el fin de ser luz para el “mundo”; y el primer medio que garantiza la continuidad de la persona y de la obra de Jesús encarnado en una comunidad al servicio del mundo, es el amor. Amor a Jesús y a su proyecto, porque aquí se habla necesariamente de Jesús y del reino como una realidad inseparable.
Ahora bien, Jesús sabe que no podrá estar por mucho tiempo acompañando a sus discípulos; pero también sabe que hay otra forma no necesariamente física de estar con ellos. Por eso los prepara para que aprendan a experimentarlo no ya como una realidad material, sino en otra dimensión en la cual podrán contar con la fuerza, la luz, el consuelo y la guía necesaria para mantenerse firmes y afrontar el diario caminar en fidelidad. Les
promete pues, el Espíritu Santo, el alma y motor de la vida y de su propio proyecto, para que acompañe al discípulo y a la comunidad.
Finalmente, Jesús entrega a sus discípulos el don de la paz: “mi paz les dejo, les doy mi paz” (v. 27); testamento espiritual que el discípulo habrá de buscar y cultivar como un proyecto que permite hacer presente en el mundo la voluntad del Padre manifestada en Jesús. Es que en la Sagrada Escritura y en el proyecto de vida cristiana la paz no se reduce a una mera ausencia de armas y de violencia; la paz involucra a todas las dimensiones de la vida humana y se convierte en un compromiso permanente para los seguidores de Jesús." (Koinonía)



sábado, 25 de mayo de 2019

AMOR CONTRA ODIO


"Si el mundo os odia, sabed que a mí me odió primero. Si fuerais del mundo, la gente del mundo os amaría como ama a los suyos. Pero yo os escogí de entre los que son del mundo, y por eso el mundo os odia, porque ya no sois del mundo. Acordaos de lo que os dije: ‘Ningún sirviente es más que su amo.’ Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; y si han hecho caso a mi palabra, también harán caso a la vuestra. Todo esto van a haceros por mi causa,
porque no conocen al que me envió."


Si el mundo nos odia, podemos caer en la trampa de encerrarnos en nosotros mismos. Hacer del cristianismo un gheto. Considerar nuestra Fe como algo personal. Al contrario, Jesús, antes de la Ascensión, mando a sus discípulos a predicar la Buena Nueva por el mundo. Al odio "En la lectura continuada que la liturgia hace de los debemos responder con el Amor.
 “Discursos de despedida” (Jn 13–17), se leía al final del capítulo 14, que Jesús daba la orden a los suyos de “salir del cenáculo” (Jn 14,31). Este mandato no fue cumplido, teológicamente hablando, sino hasta el capítulo 18: «salir al mundo». En el texto de hoy, la comunidad empieza afrontar el tema del mundo, que se ha enfrentado a Jesús, lo ha odiado, y finalmente le ha dado muerte. El orden del mundo (Jn 12,31) es mentiroso, violento, homicida, impulsado por el lucro y su propia gloria; pero es en este ámbito donde la comunidad discipular tiene que encarnar a Jesús para así transformarlo desde dentro. Haciendo relectura, este es el sentido de ser una comunidad eclesial «'en salida' hacia el mundo», aunque este lo rechace, ya que esta crea alternativas al orden establecido, condena toda violencia fratricida y devuelve la esperanza a la humanidad. ¿Como Iglesia, estamos dispuesta a caminar, abrir fronteras de todo tipo –incluso las del pensamiento–, buscando caminos de diálogo con el mundo?" (Koinonía) 

viernes, 24 de mayo de 2019

EL AMOR COMO MANDATO


"Mi mandamiento es este: Que os améis unos a otros como yo os he amado. No hay amor más grande que el que a uno le lleva a dar la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; os llamo amigos, porque os he dado a conocer todo lo que mi Padre me ha dicho. Vosotros no me escogisteis a mí, sino que yo os he escogido a vosotros y os he encargado que vayáis y deis mucho fruto, y que ese fruto permanezca. Así el Padre os dará todo lo que le pidáis en mi nombre. Esto es, pues, lo que os mando: Que os améis unos a otros." 



Este evangelio, continuación del de ayer, no requiere que añadamos muchas palabras. Para Jesús lo importante es el Amor. Y el mandato que nos da, es el de amarnos totalmente. Hasta ser capaces de dar nuestra vida por los demás. Él, con su ejemplo, nos señaló el camino.
"La continuidad del evangelio reafirma el mandamiento del amor. El maestro de Nazaret sigue explicando en qué consiste la pertenencia de la comunidad discipular a lo esencial de la Alianza con Dios: concretar la liberación de toda opresión, practicar la justicia y vivir según el derecho y querer divinos. Las metáforas y comparaciones del relato pasan a un segundo plano, para colocar al lector ante la realidad más profunda del mensaje evangélico: el amor. Siendo este don, proceso y realidad que nos hace trascender la condición que nos constituye, humanizándonos. El amor de Dios es una realidad concreta con la cual Él revela su relación visceral y enteramente existencial con toda persona: brota de las profundidades humanas, lleno de ternura, cuidado, compasión y misericordia (Cf. Misericordiae Vultus). El Dios de Jesús está enteramente “desquiciado” de amor por la humanidad. De hecho, ahí donde Dios se mostró amoroso, se mostró vulnerable. ¿Estamos dispuestos, personal y eclesialmente, a aceptar este Dios? ¿Nuestra conciencia egoíca no nos permite transformar la vida desde las entrañas de Dios?" (Koinonía) 

jueves, 23 de mayo de 2019

AMOR Y ALEGRÍA


"Yo os amo como el Padre me ama a mí; permaneced, pues, en el amor que os tengo. Si obedecéis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo obedezco los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. 
Os hablo así para que os alegréis conmigo y vuestra alegría sea completa." 

Jesús nos da el secreto de la vida: el Amor. No un amor cualquiera, sino el amor de Jesús que es el amor del Padre. Cuando nuestra vida se guía por la luz del Amor, nadie puede destruir nuestra alegría. Una alegría fundamentada en Dios. Una alegría que brota en lo más profundo de nuestro corazón. La alegría de sabernos Uno con el Padre, el Hijo y el Espíritu.
"En el evangelio, Jesús insiste en la urgencia de lo esencial: permanecer en Él por el amor, correspondiendo así al amor-relación con el Padre con la que Él nos ha amado. En tal sentido, se trata de una permanencia dinámica, efectiva y alegre en el ejercicio de amar. Es el camino de crecimiento que moviliza a la persona y a la comunidad humana por medio de la colaboración solidaria, la responsabilidad social y la capacidad de crear condiciones pacíficas y de justicia en las cuales nos realicemos plenamente como humanidad. La pedagogía de este amor exige transformar a los sujetos y las estructuras sociales en una nueva comunidad capaz de cumplir el derecho y el querer de Dios, que no es sino su proyecto de llevar hasta las últimas consecuencias las perfectibles posibilidades de humanización. Este amor de Jesús trasciende todo vínculo piadoso y orienta a la comunidad al horizonte del reino: transformar las relaciones personales, sociopolíticas, religiosas y ecológicas «a compasión». ¿Tu fe en Jesús de Nazaret transmite densidad espiritual, alegría incondicional, responsabilidad y encarnación histórica?" (Koinonía) 


miércoles, 22 de mayo de 2019

LA VIÑA Y LOS SARMIENTOS


"Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el viñador. Si uno de mis sarmientos no da fruto, lo corta; pero si da fruto, lo poda y lo limpia para que dé más. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado. Seguid unidos a mí como yo sigo unido a vosotros. Un sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no está unido a la vid. De igual manera, vosotros no podéis dar fruto si no permanecéis unidos a mí.
Yo soy la vid y vosotros sois los sarmientos. El que permanece unido a mí y yo unido a él, da mucho fruto; pues sin mí nada podéis hacer. El que no permanece unido a mí será echado fuera, y se secará como los sarmientos que se recogen y se queman en el fuego. 
Si permanecéis unidos a mí, y si sois fieles a mis enseñanzas, pedid lo que queráis y se os dará. Mi Padre recibe honor cuando vosotros dais mucho fruto y llegáis así a ser verdaderos discípulos míos." 

La viña y los sarmientos. Todos formamos uno con Jesús. Él es quien nos da la savia de la vida. El Padre es quien nos cuida y nos despoja de todo lo inútil que nos impide crecer. 
Debemos dar mucho fruto. Es la manera de ser verdaderamente sus discípulos.
"El relato de hoy está incluido en el extenso discurso de despedida (Caps. 13–17) que la comunidad pone en boca de Jesús, después de la cena. Jesús se inspira en la vida de un campesino judío para expresar realidades profundas: la “Vid” pertenece al imaginario comunitario de Israel como una metáfora que expresa su identidad «como pueblo de la Alianza». Jesús propone una nueva experiencia de Dios que rompa con la mentalidad mercantil y retributiva, y que se constituya en una relación permeada por la práctica de la liberación y de la justicia, que reclama la construcción del reino; como una realidad que habla de nuestras relaciones, no de nuestras ideas o creencias religiosas. Por una parte, en el «reino», las relaciones se miden por la manera de vivir solidaridades recíprocas; por otra parte, desde allí se invita a asumir un modo filial para tratar a Dios, posibilitador de la vida en plenitud, y de tratar a los otros con lazos de humanidad. ¿Sostenemos una relación de Alianza con Dios?" (Koinonía) 



martes, 21 de mayo de 2019

LA PAZ DE JESÚS


"Os dejo la paz. Mi paz os doy, pero no como la dan los que son del mundo. No os angustiéis ni tengáis miedo. Ya me oísteis decir que me voy, y que vendré para estar otra vez con vosotros. Si de veras me amaseis os habríais alegrado al saber que voy al Padre, porque él es más que yo. Os digo esto de antemano, para que, cuando suceda, creáis. 
Ya no hablaré mucho con vosotros, porque viene el que manda en este mundo. Él no tiene ningún poder sobre mí, pero así ha de ser, para que el mundo sepa que yo amo al Padre y que hago lo que él me ha encargado." 

Los romanos se inventaron aquello de que si quieres la paz prepara la guerra. Nuestra sociedad lleva siglos preparando la guerra y no hemos conseguido un solo día de paz. La paz de Jesús se consigue amando, sirviendo, entregándose. Justo lo contrario de lo que busca nuestra sociedad: egoísmo, dominación, individualismo. Y así nos va.
"La situación de miedo paralizante que la comunidad experimenta por la partida de Jesús ha de quedar superada con lo que les ha comunicado: con el Espíritu, Jesus dona la paz. La paz (shalom) es la realidad más preciada y anhelada en el AT (Cf. Is 9,5s). En el contexto del evangelio de Juan es un don del maestro de Nazaret, es suya, y contrapuesta a la del mundo, que se impone por la fuerza y espiral de violencia para poder controlarlo todo, abre la puerta a la mayor de las pesadillas humanas: la guerra y el asesinato del otro. La paz de Jesús, y la que nos invita a construir de manera auténtica y sostenible, se establece con el amor interhumano y el cuidado a las múltiples formas de vida. Hacer posible la paz presupone la búsqueda de lo que “nos es en común” como seres humanos. El papa Francisco nos lo ha recordado: se necesita mucho más “coraje para hacer la paz que para llamar a la guerra”. ¿Estamos haciendo acontecer la paz de Jesús?" (Koinonía) 

lunes, 20 de mayo de 2019

EL ESPIRITU DE JESÚS


"El que recibe mis mandamientos y los obedece, demuestra que me ama. Y mi Padre amará al que me ama, y yo también le amaré y me mostraré a él. 
Judas (no el Iscariote) le preguntó:
– Señor, ¿por qué vas a mostrarte a nosotros y no a la gente del mundo?
Jesús le contestó:
– El que me ama hace caso a mi palabra; y mi Padre le amará, y mi Padre y yo vendremos a vivir con él. El que no me ama no hace caso a mis palabras. Las palabras que estáis escuchando no son mías, sino del Padre, que me ha enviado. 
Os he dicho todo esto mientras permanezco con vosotros; pero el Espíritu Santo, el defensor que el Padre enviará en mi nombre, os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que os he dicho." 


El Espíritu nos lo enseñara todo. Todo es el Amor. Seguir el Espíritu de Jesús es revestirse de Amor. Es ser Amor para todos.
"La práctica de los mandatos de Jesús es la forma cómo todo ser humano le manifiesta su amor. El móvil «amor oblativo» es lo sustantivo de la ética cristiana. Ahora, vivir con el mismo espíritu de Jesús supone actuar como «servidores y promotores de humanidad» (GS 41), creando relaciones «fraternas», como forma concreta de amar. La pedagogía del Espíritu nos capacita para sostener la vida en medio de las dificultades, para permanecer en el Padre, y para que la Palabra humanada de Dios, tome cuerpo en nosotros, cuando asumamos sus Causas, su Sueño de humanidad. Desde esta perspectiva, «vivir con el espíritu de Jesús» es «vivir y luchar por la Causa que lo movió», por ese Reinado de Dios. Esa Utopía de Jesús se construye con el amor, que implica transformar este mundo para convertirlo en el sueño de Dios. Para construirlo, necesitamos apoyar las muchas «causas» que quieren transformar la realidad, el corazón del mundo donde Dios y su Hijo han puesto su morada, en esa misma dirección. ¿Te atreves a vivir en el Espíritu?" (Koinonía) 



domingo, 19 de mayo de 2019

AMAR



"Después de haber salido Judas, Jesús dijo:
–A hora se manifiesta la gloria del Hijo del hombre, y la gloria de Dios se manifiesta en él. Y si él manifiesta la gloria de Dios, también Dios manifestará la gloria del Hijo del hombre. Y lo hará pronto. Hijitos míos, ya no estaré mucho tiempo con vosotros. 
Os doy este mandamiento nuevo: Que os améis los unos a los otros. Así como yo os amo, debéis también amaros los unos a los otros. Si os amáis los unos a los otros, todo el mundo conocerá que sois mis discípulos."

El Amor es el mandamiento principal de Jesús. Amar es la única forma de seguirlo. Amar es hacer presente a Jesús en este mundo.Todo lo demás es accesorio.
"El evangelio nos presenta unos cuantos versículos del gran discurso de despedida de Jesús en la noche de la Cena, donde el Maestro entrega su testamento espiritual a los discípulos: el gran mandato del amor como signo visible de la adhesión de sus discípulos a él y de la vivencia real y afectiva de la fraternidad. El mundo podrá identificar de qué comunidad se trata si los discípulos guardan entre sí este mandato del amor. Jesús rescata la Ley, pero le pone como medio de cumplimiento el amor; quien ama demuestra que está cumpliendo con los demás preceptos de la Ley. Es posible que en la comunidad primitiva se hubiera discutido cuál debía ser su distintivo propio e inequívoco. Para eso apelan a las palabras mismas de Jesús. En un mundo cargado de egoísmo, de envidias, rencores y odios, la comunidad está llamada a dar testimonio de otra realidad completamente nueva y distinta: el testimonio del amor.
Una de las principales causas por las que tantos cristianos abandonan la Iglesia radica justamente en la falta de un testimonio mucho más abierto y decidido respecto al amor. Con mucha frecuencia nuestras comunidades son verdaderos campos de batalla donde nos enfrentamos unos contra otros; donde no reconocemos en el otro la imagen de Dios. Y eso afecta la fe y la buena voluntad de muchos creyentes. Por cierto, no se trata de que nuestras comunidades y agrupaciones sean totalmente ajenas al conflicto, no; el conflicto es necesario en cierta medida, porque a partir de él se puede crear un ambiente de discernimiento, de acrisolamiento de la fe y de las convicciones más profundas respecto al Evangelio; en el conflicto –llevado en términos de respeto y amor cristiano mutuo–
aprendemos justamente el valor de la tolerancia, del respeto a la diversidad, y el mejoramiento de nuestra manera de entender y practicar el amor. Del conflicto así entendido -inevitable donde hay más de una persona-, es posible hacer el espacio para construir y crecer. Para ello hacen falta la fe, la apertura al cambio y, sobre todo, la disposición de ser llenados por la fuerza viva de Jesús. Sólo en esa medida nuestra vida humana y cristiana va adquiriendo cada vez mayor sentido y va convirtiéndose en testimonio auténtico de evangelización." (Koinonía)




sábado, 18 de mayo de 2019

PALABRA DE DIOS HECHA HOMBRE


"Si me conocéis, también conoceréis a mi Padre; y desde ahora ya le conocéis y le estáis viendo.
Felipe le dijo entonces:
– Señor, déjanos ver al Padre y con eso nos basta. 
Jesús le contestó:
– Felipe, ¿tanto tiempo hace que estoy con vosotros y todavía no me conoces? El que me ve a mí ve al Padre: ¿por qué me pides que os deje ver al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí? Las cosas que yo os digo no las digo por mi propia cuenta. El Padre, que vive en mí, es el que hace su propia obra. Creedme que yo estoy en el Padre y el Padre en mí; si no, creed al menos por las propias obras. Os aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago; y hará otras todavía más grandes, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidáis en mi nombre yo lo haré, para que por el Hijo se manifieste la gloria del Padre. Yo haré cualquier cosa que me pidáis en mi nombre."


Jesús es la imagen del Padre. Sólo podemos conocerlo a través de Él. Es el Verbo Encarnado. La Palabra de Dios hecha hombre. 
"En el llamado “Testamento espiritual” de Jesús para la comunidad, que abarca los capítulos 13-17, se sintetiza el núcleo de la totalidad del evangelio de Juan: Jesús es la manifestación de la revelación del Padre. Y uno de los aspectos más atractivos es la densidad de lo esencial: la relación permanente y profunda unidad de Jesús con el Padre. Ante el deseo de Felipe: “Muéstranos al Padre y nos basta”, Jesús aclara de qué modo Él es el camino que lleva al Padre. Él no es “camino” en cuanto transmite fenómenos mágicos, sino que lo es del modo como lo experimenta la comunidad discipular: con sus palabras y praxis; lo es en cuanto Palabra de Dios humanada, encarnando en su vida, la voluntad de su Padre. La única manera de recorrer este camino es mediante la relación de fe y vida. Jesús está convencido de que no hay relación con Dios, ser hijo, sin la tarea histórica del amor al prójimo, ser hermano, construyendo fraternidad a escala universal. ¿Este es el camino que recorremos con la Iglesia?" (Koinonía) 


viernes, 17 de mayo de 2019

CAMINO, VERDAD Y VIDA


"No os angustiéis: creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchos lugares donde vivir; si no fuera así, no os habría dicho que voy a prepararos un lugar. Y después de ir y prepararos un lugar, vendré otra vez para llevaros conmigo, para que vosotros también estéis donde yo voy a estar. Ya sabéis el camino que lleva a donde yo voy.
Tomás dijo a Jesús:
– Señor, no sabemos a dónde vas: ¿cómo vamos a saber el camino? 
Jesús le contestó:
– Yo soy el camino, la verdad y la vida. Solamente por mí se puede llegar al Padre."

Nosotros también, muchas veces, no sabemos a dónde ir. Olvidamos que Jesús es el camino. Que sólo a través de Él podemos llegar al Padre. Es a través de la entrega total a nuestro prójimo, a los más necesitados, a los excluidos de la sociedad que llegamos a Dios. Nuestras oraciones, ritos, ceremonias...ni nos llevan a Dios si olvidamos a nuestro prójimo.
"Los discursos de despedida de San Juan poseen una actualidad profunda, pues Jesús plantea temas decisivos que resignifican nuestra existencia cristiana. Cuando los sentimientos de la comunidad se agitan por el acontecimiento de la muerte, los fracasos y las divisiones internas, Jesús ofrece la fortaleza de la relación con Él (fe), como don capaz de vencer toda sensación de abandono y de pérdida de horizontes de sentido. Desde esta perspectiva, Jesús señala la actitud fundamental con la cual los discípulos deben asumir e integrar las crisis: la confianza y la exigencia a “ponerse en camino”; el asumir la vida con capacidad de riesgo. Y el camino es la toma de consciencia de que somos en Dios, encarnando solidariamente «los gozos y las esperanzas, las tristezas y angustias del hombre y la mujer de nuestros días, sobre todo de los pobres y de toda clase de afligidos, que son también gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo» (GS 1). ¿Somos Iglesia en camino, en salida, o una Iglesia ensimismada y aferrada a la nostalgia del pasado?" (Koinonía)