sábado, 30 de abril de 2022

NO TENER MIEDO


 

 

Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al lago, embarcaron y empezaron a atravesar hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. Habían remado unos cinco o seis kilómetros, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el lago, y se asustaron. Pero él les dijo: "Soy yo, no temáis." Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio a donde iban.

En los momentos difíciles, Jesús nos dice que no tengamos miedo.  Él está a nuestro lado. Sólo debemos tener Fe. Creer de verdad en Él. Saberlo ver.

"Jesús, como nuevo Moisés, es enviado por Dios para libertar al pueblo y conducirlo por el desierto hasta la tierra prometida. Con este paralelismo, el evangelista Juan lanza un claro mensaje a su comunidad, que vive profundos conflictos: están camino de su liberación, como el pueblo de Israel en tiempos de Moisés. No hay hambre que pueda comprometer este camino, ni mar que no pueda ser superado: la presencia de Moisés, antiguamente, y de Jesús, ahora, son garantías de que las dificultades no detendrán el proceso de liberación. Hoy también enfrentamos dificultades de todo tipo: injusticias sociales, perjuicios, racismo, indiferencia, guerras, corrupción, violencias, exclusiones, etc. Parece que el mal habla más alto que el bien y que la acción de los cristianos es insuficiente o débil. La fe nos tiene que llevar a afrontar los vientos contrarios con paciencia y firmeza. Dios siempre va a nuestro lado y nos salva en las dificultades, no sin ellas. Creer eso revigorizará nuestros pasos. ¡Oremos para ser valientes testigos y servidores!"
(Koinonía)

viernes, 29 de abril de 2022

SABER COMPARTIR

 


En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: "¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?" Lo decía para tantearlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe le contestó: "Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo."
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: "Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿Qué es eso para tantos?" Jesús dijo: "Decid a la gente que se siente en el suelo." Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.
Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: "Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie." Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: "Este sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo." Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.

En este evangelio, Jesús nos da la lección del saber compartir. Aquel niño comparte los cinco panes y los dos peces y Jesús da de comer con ellos a la multitud. Y sobró. 
En nuestra sociedad siguen mal repartidos los bienes; pero, si sabemos compartir, hay para todos y sobrará. Mientras sigamos pensando de manera egoísta sólo en nosotros, dos terceras partes de la humanidad seguirá viviendo en la escasez.

"El gesto del pan compartido en solidaridad es prueba suficiente para el pueblo de que Jesús es el profeta esperado. Como Moisés y Elías, que habían multiplicado los panes (cf. Éx 16 y 1Re 17,8-24), también el mesías de los últimos tiempos debía realizar el mismo milagro. Además, Dios había prometido para los últimos tiempos pan en abundancia (Is 25,6-10 y 55,1-2), dado gratuitamente a todos los pueblos. La multiplicación de los panes para 5.000, número que recuerda una parcela de hebreos que salió de Egipto, anuncia la llegada del tiempo mesiánico y la declaración de que Jesús es el mesías esperado. Hoy no es raro que muchos líderes políticos o religiosos tengan esa pretensión mesiánica por las ayudas que brindan a la gente más necesitada. El problema es que lo hacen bajo el interés de conseguir adeptos y no desinteresadamente. Pan abundante y compartido es la señal del Reino de Dios, pero sin manipulaciones. Las profundas injusticias sociales que vivimos evidencian que aún estamos lejos de realizar el sueño de Dios." (Koinonía)

jueves, 28 de abril de 2022

SEGUIR LA VIDA Y LA PALABRA

 


El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica la veracidad de Dios. El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.

 Seguimos en el evangelio con Jesús hablando a Nicodemo. Ser discípulos de Jesús, es aceptar su testimonio: su Vida y su Palabra. Creer en Él no es seguir una teoría, si no poner en práctica lo que Él hizo y predicó. Seguir su vida, que es la Vida, y su palabra, que es la Palabra.
 
"Jesús afirma a Nicodemo la necesidad de nacer de lo alto, quiere decir: cuestionar su manera de creer, superficial y poco comprometida, para encaminarse a una vida de fe que respete y cuide la vida. Jesús ve compasivamente, escucha comprensivamente, habla de lo que ha visto y oído a su Padre, Dios. La fuerza y legitimidad de su testimonio están en aquello que Dios le pide hace a favor de las personas débiles y desprotegidas. También Pedro y los apóstoles, renacidos en la Pascua, encuentran la fuerza de enfrentar a las autoridades judías: «se debe obedecer a Dios antes que a los hombres», legitimando esta afirmación con la victoria de la Cruz. Sus palabras tienen contenido, no son vacías, ni engañadoras o tramposas. «Haber visto y oído» nos remite a la experiencia: aquí está la dinámica del testimonio cristiano. Es decir, la práctica tiene su origen en la contemplación; de igual forma, la ética se fundamenta en la espiritualidad. ¿Qué da credibilidad a tu vida cristiana? ¡Cree y vive! " (Koinonía)

miércoles, 27 de abril de 2022

LA VERDAD ESTÁ EN LA LUZ




 Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.


Como ayer, os pongo el evangelio del miércoles de la segunda semana de Pascua. En Cataluña tenemos liturgia especial, de Nuestra Señora de Montserrat.
Juan nos indica la verdadera misión de Jesús: salvar, no juzgar. Y nos hace la comparación entre la luz y las tiniebla . Jesús es la luz, y los hombres, muchas veces preferimos las tinieblas. Jesús es la luz, que la verdad y que es vivir en el Amor. No nuestro egoísmo, insolidaridad, manipulación de los demás...que son las tinieblas. Hagamos obras de Amor. Así llegaremos a la Luz de Cristo.
 
"La muerte de Jesús en la cruz es, para el evangelista Juan, garantía de Salvación para esta vida y la eternidad. Esto significa que quien entrega su vida por amor, como Jesús, encuentra el camino de la humanización plena. Es así como queda abolido el sacrificio cotidiano del templo por la incapacidad de generar vida nueva; el sacrificio cultual queda desautorizado por el sacrificio vital de Jesús. Si antes en el Templo y en el altar alguien se sacrificaba sin comprometer la vida, hoy Jesús es ese verdadero Templo y altar que se sacrifica por amor. Llegar a la comprensión de esta entrega total, nos tiene que cuestionar nuestras innumerables celebraciones que poco generan compromiso de transformación. Dios, entregando a su Hijo, nos mostró el camino para salvarnos de la inhumanidad. La cruz aparece en el horizonte no más como un instrumento de muerte sino como manifestación de amor total y verdadero de quienes se sacrifican para que el otro viva. ¿Somos capaces de sacrificarnos desinteresadamente? ¡Ama como Dios te ama! " (Koinonía)

martes, 26 de abril de 2022

VOLVER A NACER





 En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: "Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu." Nicodemo le preguntó: "¿Cómo puede suceder eso?" Le contestó Jesús: "Y tú, el maestro de Israel, ¿no lo entiendes? Te lo aseguro, de lo que sabemos hablamos; de lo que hemos visto damos testimonio, y no aceptáis nuestro testimonio. Si no creéis cuando os hablo de la tierra, ¿Cómo creeréis cuando os hable del cielo? Porque nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna."


En España hoy es San Isidoro y tiene liturgia propia. Yo os ofrezco la del resto de la Iglesia, ya que hay muchas personas de fuera de mi país que me seguís. Además, es más Pascual.
Jesús nos invita a nacer de nuevo. A cambiar radicalmente nuestra vida y seguirle a Él. Si el hecho de ser cristianos no cambia nada en nosotros, es que no le seguimos de verdad. 

"Jesús propone a Nicodemo «nacer de nuevo». No es volver a ser niño y recomenzar todo de nuevo, sino de adquirir una nueva actitud que se traduzca en una acción diversa. Nicodemo era un líder judío que, por miedo de entrar en conflicto con sus correligionarios, se encuentra con Jesús de noche para no ser descubierto. Jesús lo invita a no tener miedo de su creencias, aun cuando estas le traigan incomprensión y conflictos. La verdad tiene su precio, pero tiene la fuerza de sacar de la oscuridad, es decir, de la mentira y la ambigüedad. Un nuevo nacimiento nos propone la primera lectura: quienes se adhieren a la fe en Jesús muerto y Resucitado, viven con «una sola alma y un solo corazón»: para hacer vida el proyecto del Reino. La consecuencia de eso es la puesta en común de aquello que son y poseen. ¿Crees que realmente la fe en Jesús realiza milagros? Fomenta en tu comunidad el milagro del compartir y la igualdad. ¡A nacer de nuevo! " (Koinonía)

lunes, 25 de abril de 2022

ID POR TODO EL MUNDO

 



En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: "Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos."
Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.


Hoy es San Marcos. La liturgia nos presenta el final de su evangelio. Parece que fue el primero en escribirse. Encontramos juntos el mandato de ir por todo el mundo y la ascensión. Ir por todo el mundo llenos de Fe. Eso hará que curemos, sanemos, ayudemos...Lo que hizo Jesús en su vida. Eso nos señalará como sus discípulos.

"Con la Resurrección y la subida al cielo Jesús termina su misión terrena. Jesús mismo ha pedido a la comunidad discipular ser continuadora de su causa. Por eso, Marcos finaliza su evangelio con el mandato misionero a los Once apóstoles. Este mandato consiste en anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios, que será acompañado por las mismas señales que realizaba Jesús: curaciones, expulsión de demonios, y otros prodigios que comprueban la presencia providente de Dios que guía y acompaña. De hecho, la misión consiste justamente en restablecer a la humanidad herida y abatida: es una inyección de vida nueva que transforma a las personas, abre los corazones cerrados y permite entrever otra realidad, de justicia y misericordia, solidaridad y fraternidad. No hay más tiempo; si no reencontramos las fuerzas para cambiar nuestras vidas, como exhorta Pedro en la primera Lectura, Dios no podrá hacer llevaderas nuestras preocupaciones y será difícil tener el vigor suficiente para luchar contra las fuerzas que se oponen a la Vida. ¡Si evangelizas te humanizas! " (Koinonía)

domingo, 24 de abril de 2022

LA FE NOS DA LA VIDA

 


Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: "Paz a vosotros."
Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: "Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo."
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
- "Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos."
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor."
Pero él les contesto: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo."
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: "Paz a vosotros."
Luego dijo a Tomás: "Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente."
Contestó Tomás: "¡ Señor mío y Dios mío!"
Jesús le dijo: "¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto."
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

El evangelio de hoy, se puede comentar desde diferentes puntos. Yo me fijo en la última frase: "para que, creyendo, tengáis vida en su nombre." Aquí acabaría el Evangelio de Juan. El capítulo 21 parece un añadido posterior. Tomás no creía si no veía y tocaba. Nuestra sociedad no cree en lo que no se puede demostrar científicamente. Sin embargo Jesús les dice: "dichosos los que crean sin haber visto." Y es que creer, para ser auténtica Fe, ha de tener esa parte de confianza, ese fiarnos. Creemos porque nos fiamos del que nos habla. Creemos porque es su Palabra. Y esa Fe nos da vida; porque esta Fe es la que nos lleva a poner el Amor en el centro de nuestras vidas.

"♠  LOS DISCÍPULOS EN UNA CASA CON LAS PUERTAS CERRADAS. Eso de los cerrojos nos va mucho. Y lo de encerrarnos también. Cuando las cosas se ponen mal, en lugar de buscar soluciones... nos encerramos a llorar, a lamentar, a buscar culpables...; nos aislamos de todo el mundo. Y atrancamos puertas y ventanas interiores, y procuramos tragárnoslo todo nosotros solitos. ¡Que no entre nadie!. Y nos envuelve la tristeza y el miedo. No a los judíos, claro, pero sí a la sociedad y al entorno cercano: Miedo o vergüenza a que sepan que soy creyente, o que no he sido fiel, o a compartir mi fe con otros hermanos, con mi familia, con mi pareja... Nos cuesta pedir ayuda a Dios y a los otros... Fácilmente se va apagando mi relación con Dios y crece la distancia con los otros. Quedan apenas algunos recuerdos, lamentos, tristeza...

♠  Pues en tales circunstancias el Resucitado se presenta, y «SE PONE EN MEDIO», que es donde le gusta estar, y donde debe estar. Es suya la iniciativa de «aparecer» cuando andamos así. También hoy, en este domingo, en este Templo, en nuestra celebración. Y lo hace con todo el poder de su Palabra y de su Espíritu, y nos ofrece una serie de palabras para que nos calen y transformen:
- Primero: ¡Paz a vosotros! Por dos veces lo repite: ¡Paz a vosotros! Cómo sabe el Señor lo que necesitamos. A lo mejor necesitamos que nos lo diga más veces. En todo caso acojamos esta paz, deja que esta palabra alcance hasta el último rincón de tus inquietudes, de tu corazón. Sólo él puede darnos la paz. ¡Paz! Y nuestras tensiones, ansias y agobios se irán serenando y disolviendo. Siempre que oramos, es la primera palabra que el Señor nos dirige: Paz. Cuando nos reunimos en comunidad: ¡Paz! Cuando estamos desconcertados: ¡Paz! Repítelo y mastícalo en tu interior, y déjale que actúe y te transforme.
- Segundo: Alegraos. Todo tiene salida. Dios está de nuestra parte. Y, aunque tengamos que sufrir un poco en pruebas diversas, la última palabra la tiene el Señor. La oscuridad, el fracaso, la injusticia, el pecado, la muerte... no tienen la última palabra. Podemos vivirlo todo con esperanza y confianza. La alegría profunda es un signo distintivo del cristiano que se ha encontrado con el Señor. Como al vidente de Patmos (segunda lectura), él pone su mano derecha sobre mí, diciéndome: «No temas; Yo soy el Primero y el Último, el Viviente; estuve muerto, pero ya ves: vivo por los siglos de los siglos». 
- Tercero: Como el Padre me envió, yo os envío. ¡Vaya una responsabilidad!  Resulta que después de nuestros fallos, traiciones, temores... el Señor nos «corresponde» abriendo puertas y ventanas, y haciéndonos salir  de nuestros encierros y seguridades. ¿Adónde, a qué? A hacer lo mismo que él hizo. Somos enviados de la misma forma que el Padre le envió. Hay que seguir dando a conocer y haciendo presente al Dios de la vida, al Dios de los pobres, al Dios del Amor. Y ya que Jesús se tomó en serio aquel encargo de su Padre, con lágrimas y sangre, porque nosotros los hombres lo necesitábamos, hoy confía y espera de nosotros lo mismo.
- Cuarto: Recibid el Espíritu Santo. Lo celebraremos más despacio el día de Pentecostés. Pero el Espíritu no vino sólo en aquel día, ni sólo en el Bautismo o la Confirmación... Siempre que andamos mal, siempre que tenemos una misión encomendada, siempre que el Señor nos encuentra en nuestra fragilidad herida, nos regala su Espíritu Santo, que es la Fuerza que a él le permitió ser un testigo del Padre desde el día de su Bautismo, y superar la noche de la entrega y de la cruz, que le sacó del sepulcro y le mantiene vivo hasta hoy... ¡es también nuestra fuerza! 
- Por último: a quienes les perdonéis los pecados... Si el Señor se presenta a sus discípulos, si el Señor nos visita en nuestras celebraciones, si nos permite acercarnos a su mesa aunque no seamos dignos, si cuenta con nosotros para seguir haciendo presente su Evangelio y extendiendo el Reino... es porque nos lo ha perdonado todo. ¡Estás perdonado! A pesar de todo perdonado. ¡Perdonados para perdonar! Reconciliados para reconciliar. 
A lo mejor estás pensando que no sientes esa paz del Señor, que no experimentas su profunda alegría, que no estás seguro de haber sido perdonado, que no te llega la fuerza del Espíritu Santo... Pues mira a Tomás y ten paciencia. Ya llegará tu turno. Entre tanto, confía, cree, y arrímate a los que ya lo han «visto» y espera y ora..."
(Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf) 


sábado, 23 de abril de 2022

TODOS SOMOS MISIONEROS




 Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando. Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron. Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando a una finca. También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron. Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: "Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación."

María Magdalena y los discípulos de Emaús, fueron misioneros. Anunciaron a los otros discípulos la resurrección de Jesús. No los creyeron. Jesús se lo echa en cara y les encarga también el ser misioneros: ir l mundo entero a proclamar el Evangelio. Todos los cristianos, como discípulos que somos, debemos hacer lo mismo. Proclamar al Buena Nueva con nuestra vida. Vivir el Evangelio. Esto es ser misioneros.
 
"El mandato misionero surge del Padre que envía a su Hijo y Él envía a su vez al Espíritu. Luego los apóstoles enviados por Jesús con la fuerza del “Espíritu” realizan y concretan la experiencia del Reino. La fuerza no está tanto en el milagro de Pedro y Juan, cuanto en la pasión de anunciar «lo que han visto y oído». Esta fuerza de la comunión y organización causa pavor y miedo a las autoridades judías. Esta misma fuerza es la que está llamada a vivir la Iglesia, donde los pobres y sencillos son protagonistas y dinamizadores de palabras, gestos y acciones que hacen al Reino transformar la realidad. Comunidades proféticas que dan testimonio y no callan, siguiendo el ejemplo de sus mártires. “Podrán matar al profeta, pero su voz de justicia no, y le impondrán el silencio, pero la historia no callará”, cantamos con San Romero de América. ¿Cómo está nuestra pasión e ilusión de atestiguar que la vida triunfa por encima de la muerte y la desesperanza? " (Koinonía)

viernes, 22 de abril de 2022

SEGUIR SU PALABRA

 



En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: "Me voy a pescar." Ellos contestan: "Vamos también nosotros contigo." Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice: "Muchachos, ¿tenéis pescado?" Ellos contestaron: "No." Él les dice: "Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis." La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: "Es el Señor." Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces.
Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: "Traed de los peces que acabáis de coger." Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: "Vamos, almorzad." Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.


Los discípulos pasaron toda la noche sin pescar nada. Cuando llegaban a la orilla Jesús les pide algo para comer. Ellos no tenían nada. Jesús les dice que echen la red a la derecha y tienen una gran pesca. Se sientan a comer con Él. Nadie le pregunta quién es. Saben que es Jesús.
Nos encontramos en unos tiempos en que podemos decir que no pescamos nada. En los Oficios de Semana Santa, desde el presbiterio donde dirijo los cantos contemplaba a los asistentes. La edad media superaba los setenta años. Cada año disminuyen las inscripciones para la catequesis. Este año, sólo se confirmarán dentro de unos días cuatro chicos...Realmente nuestra "pesca" es muy pobre. Podemos caer en el desánimo fácilmente. Sin embargo, el evangelio de hoy, nos indica el camino a seguir: echar las redes donde nos dice Jesús. Seguir su Palabra. Predicar con el ejemplo. Hacer de nuestras parroquias, conventos, colegios...lugares de acogida. Es entonces cuando volverá la gente. Ser transmisores de Amor, que es la Palabra de Jesús. 



jueves, 21 de abril de 2022

RECONOCERLO EN SUS LLAGAS

 


En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: "Paz a vosotros." Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo: "¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo."
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: "¿Tenéis ahí algo de comer?" Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: "Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse." Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: "Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto."

Jesús  mostró a los apóstoles, sus llagas para que lo reconocieran. Hoy nos las sigue mostrando: el hambre del tercer y cuarto mundo, los dolores de los enfermos, la humillación de los oprimidos, las víctimas de la guerra...¿Todavía no somos capaces de reconocerle?

"Jesús es el centro de nuestra fe y Pedro nos lo recuerda. La centralidad de la vida cristiana se encuentra en Jesús, y este, vencedor del pecado y la muerte por la acción del Espíritu de Dios. En él se le ha devuelto la salud al paralítico y su incorporación a la comunidad. Así nos introduce en la principal misión de las comunidades: el “testimonio” de liberación y dignificación que consigue el encuentro con el Resucitado. Su presencia viva y actuante en cada creyente se convierte en Buena Noticia de transformación y reconciliación. Ser testimonio nos invita a ser continuadores de su causa: ofrecer la vida, perdonar, curar, compartir. El proceso es muy simple: conocerlo y enamorarnos de él y su propuesta de vida nueva. Ser comunidad celebrando que se puede vivir de otra manera, lejos del poder y la violencia, sin acomodarnos o resignarnos. Generemos hábitos pascuales que nos hagan cuidar de la vida integralmente y no sólo en materia espiritual. ¿Qué gestos te acompañan en el cuidado de la vida? " (Koinonía)

miércoles, 20 de abril de 2022

CORAZONES QUE ARDEN




Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo: "¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?" Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: "¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?" Él les preguntó: "¿Qué?" Ellos le contestaron: "Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; como lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace ya dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron."
Entonces Jesús les dijo: "¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?" Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo: "Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída." Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.
Ellos comentaron: "¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?" Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: "Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón." Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

 Ayer, María Magdalena encontraba a Jesús en la soledad y lo reconoció cuando la llamó por su nombre. Hoy los discípulos de Emaús lo encuentran en comunidad y lo reconocen al partir el pan. Pero en ambas ocasiones, corren a anunciar a los apóstoles que lo han encontrado. 
Son las dos formas como encontraremos a Jesús. En nuestro interior, mirando lo que nos ocurre y descubriendo que Él nos llama por nuestro nombre. O en comunidad, al partir el pan. Cuando decimos que la espiritualidad es algo íntimo y personal, sólo decimos la mitad de la verdad. Porque la fe, hemos de vivirla en comunidad. De ahí la importancia de la Eucaristía, que no sólo es intimidad, sino, también compartir con los demás. La Fe es para anunciarla. Es lo que hace Maria Magdalena y es lo que hacen los discípulos de Emaús. Correr a anunciar lo que acaban de descubrir, de vivir...Nosotros, tenemos que hacer lo mismo. Hemos de comunicar el fuego que arde en nuestros corazones...

"El encuentro personal con el Resucitado provoca cambios, transforma el mundo y nos ayuda a madurar en la fe. Caminar con Jesús, hablarle de nuestras angustias y frustraciones, dejando que nos aliente con su Palabra y que comparta el pan en nuestras mesas, nos permite renovar la mente y el corazón. No es lo mismo que otros nos cuenten su experiencia con Jesús; es necesario el encuentro personal con él. Los discípulos de Emaús cambian su actitud y ahora con esperanza renovada reconocen que no todo está perdido. Es la misma experiencia del paralítico, quien se ha encontrado con Jesús Resucitado en la palabra y la fe compartida de Pedro y Juan. No solo se trata de “caminar”, se trata de vivir la novedad de quien ha superado todas las “parálisis” personales y sociales. Se hace necesario fortalecer nuestro encuentro personal y comunitario con el Resucitado para que pueda sanar nuestras parálisis (provocadas o impuestas). ¿Has experimentado la presencia de Jesús en tu caminar? ¡Déjate encontrar por él! " (Koinonía)

martes, 19 de abril de 2022

¿POR QUÉ LLORAS?




En aquel tiempo, fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: "Mujer, ¿por qué lloras?" Ella les contesta: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto." Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabia que era Jesús. Jesús le dice: "Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?" Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: "Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré." Jesús le dice: "¡María!" Ella se vuelve y le dice: "¡Rabboni!", que significa: "¡Maestro!" Jesús le dice: "Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro."" María Magdalena fue y anunció a los discípulos: "He visto al Señor y ha dicho esto."

María encuentra a Jesús. Ella lo reconoce cuando la llama por su nombre. Así es como llega Jesús a nosotros. A través de alguien que nos llama por nuestro nombre. Buscamos a Jesús lejos y lo tenemos a nuestro lado. Se nos hace presente, no para que nos lo quedemos, sino para que, como María, lo anunciemos a los demás. Jesus empodera a las mujeres (diríamos hoy). De ser personas cuyo testimonio no valía en un juicio, que no contaban para nada, Él las envía a anunciarlo a los apóstoles. ¿Comprenderemos esto de una vez en la Iglesia?

 "La vida de la Iglesia nace en la certeza de que Jesús vive. En su presencia pascual encuentra su impulso vital. La tarea está en reconocerlo en quienes él continúa actuando y realizando su Buena Noticia de Salvación. Hoy nos encontramos con María Magdalena, mujer marcada por la experiencia y el encuentro personal con Jesús. Ella lo llama «Maestro», haciendo memoria de todo lo vivido y aprendido en su camino de discípula; y Jesús la nombra “apóstol” enviándola como misionera a anunciar la Buena Nueva pascual a su Comunidad. Jesús concede a todas las mujeres un escenario nuevo, fuera del mundo privado y del hogar, y las envía a atestiguar con su propia vida y pasión que el Reino de Dios se hace presente en ellas: mujeres muchas veces agredidas por un sistema patriarcal machista, para que con la fuerza Cristo Resucitado no desmayen. Las Comunidades Pascuales están invitadas a encarnar las promesas del Reino. ¿Qué lugar ocupan las mujeres en nuestras comunidades?, ¿reconocemos su aporte a la construcción del Reino? " (Koinonía)

lunes, 18 de abril de 2022

IR A GALILEA

 



En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: "Alegraos." Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies. Jesús les dijo: "No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán."
Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles: "Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros." Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.


Hay expresiones en el Evangelio, que nos dicen más que su significado literal. Una de ellas es "ir a Galilea". Jesús les dice a las mujeres que digan a los discípulos que vayan a Galilea y allí me verán.
Ir a Galilea es volver a los inicios. Volver a la sencillez. Volver a dedicar sus vidas a los demás. Es encontrar al Jesús que es Amor, que cura, que perdona, que libera...Es ver a Jesús en todo aquél que está junto a nosotros. Vivir nuestra vida con sencillez, entregados a los demás, es ir a Galilea. Es ver al Señor...

"La identidad de la Iglesia es misionera, llamada a ser Buena Noticia para todos los pueblos, naciones y culturas, como expresión de la Salvación que alcanzamos en Jesús Resucitado. El secreto de la misión está en “la Pasión” que estemos dispuestos a atravesar por Jesús y su causa, el Reino: la capacidad de anunciar sin miedo a ejemplo de las mujeres que, viviendo el luto, fueron capaces de enfrentar por amor todos los obstáculos (el sepulcro vacío, la mentira de los guardias, la poca valoración de su palabra por parte de los apóstoles). Muchos proclamamos el Evangelio, pero la mejor predicación está en ser testimonio viviente de Jesús resucitando, en nuestras palabras y en nuestras acciones: esto es exactamente lo que significa ser testigo de Jesús Resucitado. Por eso el apasionado discurso de Pedro y los apóstoles, la valentía de las mujeres en contraste con la cobardía de los guardias y sus jefes, los hace “testigos de la Resurrección”. ¿Cómo contribuyes a que la causa del Reino viva? " (Koinonía)

domingo, 17 de abril de 2022

¡HA RESUCITADO!


 

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto."
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo;
pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.


"El evangelio de Juan nos presenta a María Magdalena madrugando para ir al sepulcro de Jesús. “Todavía estaba oscuro”, subraya el evangelista. Es preciso tener en cuenta ese detalle, porque a Juan le gusta jugar con esos símbolos en contraste: luz-tinieblas, mundo-espíritu, verdad-falsedad, etc. María, pues, permanece todavía a oscuras; no ha experimentado aún la realidad de la Resurrección. Al ver que la piedra con que habían tapado el sepulcro se halla corrida, no entra, como lo hacen las mujeres en el relato lucano, sino que se devuelve para buscar a Pedro y al “otro discípulo”. Ella permanece sometida todavía a la figura masculina; su reacción natural es dejar que sean ellos quienes vean y comprueben, y que luego digan ellos mismos qué fue lo que vieron. Este es otro contraste con el relato lucano. Pero incluso entre Pedro y el otro discípulo al que el Señor “quería mucho”, existe en el relato de Juan un cierto rezago de relación jerárquica: pese a que el “otro discípulo” corrió más, debía ser Pedro, el de mayor edad, quien entrase primero a mirar. Y en efecto, en la tumba sólo están las vendas y el sudario; el cuerpo de Jesús ha desaparecido. Viendo esto creyeron, entendieron que la Escritura decía que él tenía que resucitar, y partieron a comunicar tan trascendental noticia a los demás discípulos. La estructura simbólica del relato queda perfectamente construida.
La acción transformadora más palpable de la resurrección de Jesús fue a partir de entonces su capacidad de transformar el interior de los discípulos –antes disgregados, egoístas, divididos y atemorizados– para volver a convocarlos o reunirlos en torno a la causa del Evangelio y llenarlos de su espíritu de perdón.
La pequeña comunidad de los discípulos no sólo había sido disuelta por el «ajusticiamiento» de Jesús, sino también por el miedo a sus enemigos y por la inseguridad que deja en un grupo la traición de uno de sus integrantes.
Los corazones de todos estaban heridos. A la hora de la verdad, todos eran dignos de reproche: nadie había entendido correctamente la propuesta del Maestro. Por eso, quien no lo había traicionado lo había abandonado a su suerte. Y si todos eran dignos de reproche, todos estaban necesitados de perdón. Volver a dar cohesión a la comunidad de seguidores, darles unidad interna en el perdón mutuo, en la solidaridad, en la fraternidad y en la igualdad, era humanamente un imposible. Sin embargo, la presencia y la fuerza interior del «Resucitado» lo logró.
Cuando los discípulos de esta primera comunidad sienten interiormente esta presencia transformadora de Jesús, y cuando la comunican, es cuando realmente experimentan su resurrección. Y es entonces cuando ya les sobran todas las pruebas exteriores de la misma. El contenido simbólico de los relatos del Resucitado actuante que presentan a la comunidad, revela el proceso renovador que opera el Resucitado en el interior de las personas y del grupo.
Magnífico ejemplo de lo que el efecto de la Resurrección puede producir también hoy entre nosotros, en el ámbito personal y comunitario. La capacidad del perdón; de la reconciliación con nosotros mismos, con Dios y con los demás; la capacidad de reunificación; la de transformarse en proclamadores eficientes de la presencia viva del Resucitado, puede operarse también entre nosotros como en aquel puñado de hombres tristes, cobardes y desperdigados a quienes transformó el milagro de la Resurrección." (Koinonía)

sábado, 16 de abril de 2022

LA LUZ VENCIÓ A LA OSCURIDAD

 



En la madrugada del sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos. El ángel habló a las mujeres: "Vosotras no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: Ha resucitado, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía e id aprisa a decir a sus discípulos: "Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis". Mirad, os lo he anunciado. Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro: impresionadas y llenas de alegría corrieron a anunciarlo a sus discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: "Alegraos". Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies. Jesús les dijo: "No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán".

El evangelio y su comentario de Koinonía, son para el Oficio de esta noche. Se refieren ya a la Resurrección. Un Oficio muy rico de símbolos, que, por desgracia, no sabemos transmitir muchas veces a los fieles.
Pero, a mí, este sábado, antes del oficio, tenemos todo ese espacio, que comenzó ayer tras la Crucifixión, de la ausencia de Jesús. La Noche del Alma. Esos momentos en que buscamos a Dios y no lo encontramos. Esos momentos en que parece haber desaparecido. Pienso en los que sufren una guerra, en los que no tienen nada, en los perseguidos...Jesús yace muerto en el sepulcro. Sin embargo, esta madrugada, la Luz vencerá a la oscuridad. Esa es la esperanza que debemos animarnos en la vida. Por grandes que sean nuestros problemas, por negativo que lo veamos todo, Él es la Luz que vence a las tinieblas; porque Él es Amor.

"La narración de la tumba vacía del Evangelio de Lucas pone en la boca de los ángeles vestidos de blanco, el significado de la Resurrección de Jesús para las mujeres que fueron al sepulcro al amanecer del primer día de la semana, y para todos nosotros: no podemos buscar a Jesús entre los muertos, porque está vivo, en medio de nosotros. Sólo nos corresponde descubrir el rostro de Jesús en los miles de personas que pasan por la calle, en los niños tristes y desnutridos, en las mujeres que necesitan un trozo de pan para ellas y sus hijos; en el hombre maloliente que está a nuestro lado en el templo, en todos los hombres y mujeres que por diferentes caminos buscan a Jesús.
La tumba vacía no es una prueba de la resurrección de Jesús, sino la pregunta que sólo tendrá respuesta cuando se logre vivir la experiencia de Jesús resucitado.
Los apóstoles no creyeron en lo que las mujeres les narraron. Entre los judíos las mujeres no eran personas creíbles: mucha mujer, mucha mentira, se afirmaba entre los judíos. Mientras habían vivido la experiencia de Jesús vivo, Pedro comprueba que la tumba está vacía, se asombra, pero no ha logrado vivir la experiencia pascual." (Koinonía)



viernes, 15 de abril de 2022

TODO SE HA CUMPLIDO


 
C. En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando la patrulla y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús sabiendo todo lo que venia sobre él, se adelanto y les dijo:
+. "¿A quién buscáis?"
C. Le contestaron:
S. "A Jesús, el Nazareno."
C. Les dijo Jesús:
+. "Yo soy."
C. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles: "Yo soy", retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez:
+. "¿A quién buscáis?"
C. Ellos dijeron:
S. "A Jesús, el Nazareno."
C. Jesús contestó:
+. "Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos."
C. Y así se cumplió lo que había dicho: "No he perdido a ninguno de los que me diste." Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro:
+. "Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?"
* Llevaron a Jesús primero a Anás
C. La patrulla, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; era Caifás el que había dado a los judíos este consejo: "Conviene que muera un solo hombre por el pueblo." Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada que hacía de portera dijo entonces a Pedro:
S. "¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?"
C. Él dijo:
S. "No lo soy."
C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentÁndose. El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de la doctrina. Jesús le contesto:
+. "Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, de qué les he hablado. Ellos saben lo que he dicho yo."
C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo:
S. "¿Así contestas al sumo sacerdote?"
C. Jesús respondió:
+. "Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?"
C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote.
¿No eres tú también de sus discípulos? No lo soy
C. Simón Pedro estaba en pie, calentándose, y le dijeron:
S. "¿No eres tú también de sus discípulos?"
C. Él lo negó, diciendo:
S. "No lo soy."
C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo:
S. "¿No te he visto yo con él en el huerto?"
C. Pedro volvió a negar, y enseguida canto un gallo.
Mi reino no es de este mundo
C. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en le pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos, y dijo:
S. "¿Qué acusación presentáis contra este hombre?"
C. Le contestaron:
S. "Si éste no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos."
C. Pilato les dijo:
S. "Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley."
C. Los judíos le dijeron:
S. "No estamos autorizados para dar muerte a nadie."
C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir. Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:
S. "¿Eres tú el rey de los judíos?"
C. Jesús le contestó:
+. "¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?"
C. Pilato replicó:
S. "¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mi; ¿que has hecho?"
C. Jesús le contestó:
+. "Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí."
C. Pilato le dijo:
S. "Conque, ¿tú eres rey?"
C. Jesús le contestó:
+. "Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz."
C. Pilato le dijo:
S. "Y, ¿qué es la verdad?"
C. Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo:
S. "Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?"
C. Volvieron a gritar:
S. "A ése no, a Barrabás."
C. El tal Barrabás era un bandido.
* ¡Salve, rey de los judíos!
C. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los saldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían:
S. "¡Salve, rey de los judíos!"
C. Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo:
S. "Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa."
C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo:
S. "Aquí lo tenéis."
C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron:
S. "¡Crucifícalo, crucifícalo!"
C. Pilato les dijo:
S. "Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él."
C. Los judíos le contestaron:
S. "Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios."
C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más y, entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús:
S. "¿De donde eres tú?"
C. Pero Jesús no le dio respuesta. Y Pilato le dijo:
S. "¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?"
C. Jesús le contestó:
+. "No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor."
¡Fuera, fuera; crucifícalo!
C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:
S. "Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se declara rey está contra el César."
C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman "el Enlosado" (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos:
S. "Aquí tenéis a vuestro rey."
C. Ellos gritaron:
S. "¡Fuera, fuera; crucifícalo!"
C. Pilato les dijo:
S. "¿A vuestro rey voy a crucificar?"
C. Contestaron los sumos sacerdotes:
S. "No tenemos más rey que al César."
C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.
Lo crucificaron, y con él a otros dos
C. Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, salió al sitio llamado "de la Calavera" (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: "Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos." Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:
S. "No escribas: "El rey de los judíos", sino: "Éste ha dicho: Soy el rey de los judíos.""
C. Pilato les contestó:
S. "Lo escrito, escrito está."
Se repartieron mis ropas
C. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba a abajo. Y se dijeron:
S. "No la rasguemos, sino echemos a suerte, a ver a quién le toca."
C. Así se cumplió la Escritura: "Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica". Esto hicieron los soldados.
Ahí tienes a tu hijo. - Ahí tienes a tu madre
C. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:
+. "Mujer, ahí tienes a tu hijo."
C. Luego, dijo al discípulo:
+. "Ahí tienes a tu madre."
C. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.
Está cumplido
C. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo:
+. "Tengo sed."
C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:
+. "Está cumplido."
C. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
*Todos se arrodillan, y se hace una pausa
Y al punto salió sangre y agua
C. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: "No le quebrarán un hueso"; y en otro lugar la Escritura dice: "Mirarán al que atravesaron."
Vendaron todo el cuerpo de Jesús, con los aromas
C. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo, con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

"La muerte ha sido el gran misterio que ha preocupado al hombre a través de toda su historia. Porque, aunque éste ha pretendido negar todas las verdades, sin embargo, hay una que siempre le persigue y nunca ha podido rechazar: la realidad de la muerte. Ni siquiera los ateos más recalcitrantes se han atrevido a negar que ellos también han de morir.
Para el pagano la muerte era toda una tragedia; no tenían ideas claras sobre el más allá, por eso no obstante que admitían una existencia más allá de la tumba, dicha existencia estaba rodeada de oscuridad y enigmas. Además, no todos admitían una vida después de la muerte porque ésta era un desaparecer total, el fin de todas las esperanzas, la frustración de todos los anhelos. Los mismos judíos aceptaban la resurrección, pero la dilataban hasta el fin de la historia.
Para los discípulos la situación era muy desalentadora; ellos esperaban un Mesías terreno que iba a revivir las glorias del reinado de David y Salomón y he aquí que sus ilusiones se desvanecieron como la espuma. Esa sensación de desaliento está claramente expresada en uno de los discípulos de Emaús:
Nosotros esperábamos que sería él quien rescataría a Israel; más con todo, van ya tres días desde que sucedió esto (Lc 24,21).
La muerte de Jesús había sido un acontecimiento trágico; sus enemigos habían logrado lo que querían: quitarlo de en medio; los fariseos, porque había desenmascarado su hipocresía, los sacerdotes porque había denunciado la vaciedad de un culto formalista; los saduceos porque había refutado la negación de la resurrección; los ricos porque les había echado en cara la injusticia de sus actuaciones; los romanos porque pensaron que era un sedicioso.
Jesús murió abandonado por todos; sus discípulos huyeron, los judíos lo despreciaban; el Padre se hizo sordo a su clamor; esa tarde en la cruz colgaba el cuerpo de un ajusticiado, condenado por la justicia humana y rechazado por su pueblo. Parecía que el odio hubiera vencido sobre el amor, el poder sobre la debilidad de un hombre, las tinieblas sobre la luz, la muerte sobre la vida. Aquella tarde, cuando las tinieblas cayeron sobre el monte Calvario, parecía que todo había terminado, y que los enemigos de Jesús podían por fin descansar tranquilos.
Pero he aquí que, en lo más profundo de los acontecimientos, la realidad era distinta. Jesús no era un vencido, sino un triunfador; no lo aprisionaba la muerte, sino que se había liberado de su abrazo mortal; lo que parecía ignominia se transformó en gloria; lo que muchos pensaban que era el fin, no era sino el comienzo de una nueva etapa de la historia de la salvación. La cruz dejó de ser un instrumento de tortura, para convertirse en el trono de gloria del nuevo rey y la corona de espinas que ciñó su cabeza es ahora una diadema de honor.
Al morir Jesús dio un nuevo sentido a la muerte, a la vida, al dolor. La pregunta desesperada del hombre sobre la muerte encontró una respuesta. Pero esto no significa que podamos cruzarnos de brazos y contentarnos con enseñar que la muerte de Jesús significó un cambio en la vida de la humanidad. Ese cambio debe manifestarse en nuestra existencia porque él no aceptó su muerte con la resignación de quien se somete a un destino ineludible, sino como quien acepta una misión de Dios. Por eso su muerte condena la injusticia de los crímenes y asesinatos, pero nos pide hacer algo contra la injusticia porque no solo condena la explotación de los oprimidos, sino que nos pide mejorar su situación; la muerte de Jesús no solo es un rechazo del abandono de las muchedumbres, sino que nos exige que nos acerquemos al desvalido.
Su muerte no es solamente un recuerdo que revivimos cada año, sino un llamado a mejorar el mundo, a destruir las estructuras de pecado; a restablecer las condiciones de paz; a construir una sociedad basada en la concordia, la colaboración y la justicia.
Jesús sigue muriendo en nuestros barrios marginados, en los soldados y guerrilleros que yacen en las selvas, en los secuestrados y prisioneros, en los enfermos y en los ignorantes. A nosotros nos toca hacer que se grito de desesperación que Jesús pronunció cuando dijo “Padre, por qué me has abandonado” se convierta en el grito de esperanza: “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu”. " (Koinonía)