martes, 31 de octubre de 2023

GRANDEZA DE LO PEQUEÑO

 


Jesús decía: “¿A qué se parece el reino de Dios y a qué podré compararlo? Es como una semilla de mostaza que un hombre siembra en su campo, y que crece hasta llegar a ser como un árbol tan grande que las aves anidan entre sus ramas.”
 También dijo Jesús: “¿A qué podré comparar el reino de Dios? Es como la levadura que una mujer mezcla con tres medidas de harina para que toda la masa fermente.”

No debemos despreciar lo pequeño ni creer que nuestras pequeñas obras no sirven para nada. Son como el grano de mostaza o la levadura. Esas pequeñas obras contribuyen a construir el Reino. Son las que construyen el Reino.

"Dicen que se puede tener la certeza absoluta de que las semillas que no se plantan nunca florecerán ni darán fruto. Y, con eso, se podría decir con certeza prácticamente absoluta que la masa sin levadura no fermentará, no subirá. Pero resulta que, ni semilla ni levadura se ven, ni llaman la atención. Y por eso, quizá no nos guste mucho ser semilla o levadura enterrada sin aparente pena ni gloria. Es más bonito tener algún brillo. El problema con el brillo es que eventualmente se apaga. Y además, no se ha oído de ningún “brillo” que haya dado fruto, si no ha ido acompañado por lo escondido. Lo bueno de las semillas enterradas y de la levadura amasada es que, al final, resultan ser signos del Reino de Dios.
Pero ser enterrado, y casi peor, ser amasado, es doloroso y algo amargo. Y es que ¡nadie se entera! No hay reconocimiento, ni casi agradecimiento. Nos gustaría más hacer un poco más de ruido. Pero es normal que, para que haya fruto o haya pan, tenga que haber semilla enterrada y levadura amasada. Y eso ocurre en el silencio.
Es la situación de la madre o padre a quien no le gusta cocinar, pero cocina cada día del año para que su familia pueda vivir y crecer. O la de los abuelos que cuidan de los nietos a veces a “caso hecho”. En otro tiempo, habría sido la de los monjes amanuenses que copiaban la Biblia y textos litúrgicos letra a letra y coma a coma. Y es la de cada uno de nosotros cuando decimos una palabra amable, sonreímos a alguien, hacemos un favor sin esperar recompensa, acompañamos a un anciano o enfermo…Como efecto de onda expansiva, esas cosillas enterradas, silenciosas y aparentemente mínimas y sin importancia, van cambiando el día, la vida de otras personas. En el momento, nadie lo aprecia o siquiera se entera. Pero,  a la larga, dan fruto y fruto abundante. Pero exigen esperanza y paciencia. Los frutos no se dan de la noche a la mañana como quizá a veces quisiéramos.
Sí; se puede decir que hay una certeza absoluta de que, sin esas semillas y levadura, las cosas no pueden ir bien. Tres medidas de levadura pueden hacer fermentar toda la masa. Una semilla enterrada puede dar paso al Reino de Dios. “Por vuestros frutos os conocerán”, dice el Señor. Y así, una mujer de Nazaret un día dijo simplemente “hágase”. Abrió la puerta al Reino de Dios y desde ahora la bendecirán todas las generaciones. Si eso no fuera fruto y pan para el mundo, estaríamos todos perdidos. Afortunadamente, por el poder de Dios, lo es.
¿En qué momentos has visto los frutos de una acción escondida y silenciosa, tuya o de alguien cercano?"
(Carmen Aguinaco, Ciudad Redonda) 

lunes, 30 de octubre de 2023

LA DIGNIDAD DE LA PERSONA

 

Un sábado se puso Jesús a enseñar en una sinagoga. Había allí una mujer que estaba enferma desde hacía dieciocho años. Un espíritu maligno la había dejado encorvada, y no podía enderezarse para nada. Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:
– Mujer, ya estás libre de tu enfermedad.
 Puso las manos sobre ella, y al momento la mujer se enderezó y comenzó a alabar a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, enojado porque Jesús la había sanado en sábado, dijo a la gente:
–Hay seis días para trabajar: venid cualquiera de ellos a ser sanados, y no el sábado.
 El Señor le contestó:
– Hipócritas, ¿no desata cualquiera de vosotros su buey o su asno en sábado, para llevarlo a beber? Pues a esta mujer, que es descendiente de Abraham y que Satanás tenía atada con esa enfermedad desde hace dieciocho años, ¿acaso no se la debía desatar aunque fuera en sábado?
 Cuando Jesús dijo esto, sus enemigos quedaron avergonzados; pero toda la gente se alegraba viendo las grandes cosas que él hacía.

La dignidad de la persona está por encima de las leyes. Teóricamente todos aceptamos esta afirmación. ¿Por qué en la práctica la olvidamos? Seguimos negando asilo a quien viene en busca de una vida mejor, porque no tienen unos papeles. Seguimos negando nuestra ayuda a aquellas personas que viven, como la mujer del evangelio, sin poder levantar la cabeza: personas que viven en la calle, inmigrantes, quien no encuentra trabajo, el que no puede dar de comer a su familia...y se ve obligado a robar. Con nuestra hipocresía, nosotros somos los verdaderos ladrones.

"El miedo paraliza. Es una experiencia común. Atenaza, enmudece, encoge el corazón. Pero es que el miedo es muy razonable ante las cosas que a menudo nos rodean: miedo al futuro; incertidumbre económica, inestabilidad social y política… ¿Quién nos puede reprochar tener miedo?
Y luego, tenemos también miedo al abandono de amistades y familiares si es que nos atrevemos a expresar una postura contraria… Tememos al “qué dirán”, a la crítica, al insulto.
En cierto modo, como la mujer del evangelio de hoy, estamos atados y bien atados. Y quizá por más de 18 años. Y no es solo cuestión de un nudo fácil de desatar. Se trata de lazos fuertísimos, que se ataron hace tanto tiempo que ahora no se desatan fácilmente: sólo se pueden cortar a cuchillo. O, incluso si solo fueran sean hilos y no cuerdas, como diría santa Teresa, no nos dejan volar.
La primera lectura de hoy nos dice que no se nos ha dado un espíritu de temor. Es decir, que hace ya tiempo que, por la vida, muerte y resurrección de Cristo, estamos desatados. Se nos ha dado un espíritu de fortaleza y amor. Falta nos hace en este mundo.
Estar desatados seguramente no significa que no haya dudas, incertidumbres y dolores de cabeza. Más bien significa que se nos ha dado tener una confianza radical. La confianza radical significa saber que otras manos, otros labios, otras fuerzas, dirigen las nuestras. Los brazos, los labios y las fuerzas de Aquel que nos alcanzó la libertad total. Son los que, a pesar de todos los pesares, nos hacen levantarnos una y otra y otra vez y ser libres.
La libertad no significa en realidad que los temores se ahuyenten, sino que se pueden atar. Los lazos serán ahora cautivos de esa libertad alcanzada con la confianza radical. Tampoco significa una imprudencia “desenfrenada” que no mira límites y se lanza a cualquier cosa sin pensar. Ni significa una descarada expresión de todo lo que se nos pasa por la cabeza, o de lo último que ha llamado la atención a nuestra sentimentalidad. Es, más bien, una libertad que mira de frente a la realidad, reconoce límites y peligros y, decididamente, ejerce una confianza radical e ilimitada. Es la libertad de andar enderezado, con la cabeza alta, con la dignidad de los coherederos de Cristo; con el temor bajo los pies, atado y bien atado, por el Señor que hace maravillas.
¿Qué ataduras sientes en este momento? ¿Qué temores? ¿Escuchas la palabra que te invita a enderezarte, a dominar esos temores? ¿En qué momentos has sentido la liberación?"
(Carmen Aguinaco, Ciudad Redonda) 

domingo, 29 de octubre de 2023

TODO SE REDUCE A AMAR

  


Los fariseos se reunieron al saber que Jesús había hecho callar a los saduceos. Uno de aquellos, maestro de la ley, para tenderle una trampa le preguntó:
 – Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley?
 Jesús le dijo:
– ‘Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.’ Este es el más importante y el primero de los mandamientos. Y el segundo es parecido a este: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo.’ De estos dos mandamientos pende toda la ley de Moisés y las enseñanzas de los profetas.

"En ocasiones, la gente tiene la impresión de que el Antiguo Testamento puede ser una colección de libros incluso crueles. Es verdad que hay textos en esa línea, pero hay también mucha poesía (el Cantar de los Cantares, v.gr.) o, como hoy, textos que sorprenden por su actualidad. Encajarían en el Compendio de la Doctrina social de la Iglesia perfectamente. Se refiere a los extranjeros, muy de actualidad en Europa, y no sólo, y a los huérfanos y viudas. También a los préstamos usurarios y a los empeños. Cosas que hoy igualmente preocupan a mucha gente.
Los pobres judíos del tiempo de Jesús tenían nada menos que 365 mandamientos negativos (cosas que no debían hacer) y 248 positivos (cosas que debían hacer). Era natural que se planteasen la cuestión de cuál de todos estos mandamientos era el más importante. Nosotros no llegamos a tanto. Pero tenemos los 10 Mandamientos… de los que ocho son negativos. Tenemos los cinco de la Iglesia, la regulación del ayuno eucarístico, sin meternos a contar los 1752 cánones del Derecho Canónico, de los cuáles no pocos implican obligación más o menos graves. Y antes de la reforma litúrgica un pobre cura en una sola misa podía cometer un sinfín de pecados mortales.
Hace 33 años, tuve la oportunidad, casi de rebote, de pasar unos días en Taizé. Es un pequeño pueblo que se encuentra no lejos de Cluny, famoso por ser centro de una reforma conventual. Allí, desde la II Guerra Mundial, el hermano Roger de Taizé se dedicaba a acoger gente, al principio, judíos que huían de los nazis, y luego personas que quieren tener una experiencia de Dios. Se ha formado una pequeña comunidad ecuménica, es decir, donde hay cristianos de diversas confesiones, desde católicos hasta protestantes u ortodoxos. En estos años, la Iglesia de la Reconciliación, que es como se llama se ha ganado fama de ser un centro de espiritualidad, un lugar que cada verano visitan más de 8000 jóvenes.
Además de las actividades diarias, de oración, reflexión, silencio, fregado y demás, uno de los atractivos del programa era el encuentro con el propio Roger de Taizé, el sábado por la noche. Todos estábamos allí, en una gran carpa, con una velita cada uno, ansiando las palabras iluminadoras del hermano Roger. Yo esperaba que nos dirigiera un discurso teológico sobre el contenido de la oración, las formas de acceso a Dios, o cualquier cosa parecida. Pues no. Comenzó sus palabras saludando a los diversos grupos que habían llegado ese día, en especial a un grupo de chinos... Hasta Francia habían llegado los chinos. Luego hizo un fuerte llamamiento a la paz – Iraq había decidido invadir Kuwait, qué cosas, hace 33 años ya – y terminó su intervención animándonos a continuar todo lo que habíamos vivido en Taizé, en nuestras parroquias de origen.
Confieso que al principio me decepcionó. Esperaba grandes cosas, y sólo recibí unas cuantas palabras de saludo, de petición por la paz... Nada para llenar muchas páginas en un libro gordo de esos que lee la gente que tiene gafas. Para esto, no hace falta recorrer más de mil kilómetros.
Pero luego, poco a poco, comprendí la importancia de esa reflexión. Nuestra vida diaria no está hecha de grandes cosas, sino de pequeños detalles. Unos que vienen, otros que se van, discusiones, reconciliaciones, fallos, aciertos, penas, alegrías... Así vamos viviendo. Y así tenemos que llevar a la práctica el mensaje del Evangelio de hoy, la norma más importante de la Ley, la del amor.
Los pobres judíos tenían esas seiscientas normas, que debían aprender de memoria en la sinagoga -y a nosotros nos cuesta recordar los 10 mandamientos...- y, con tanta norma, no es extraño que quisieran saber cuál era la más importante. En el fondo, muchos de ellos pensaban sobre Dios, pero no se habían encontrado con Él.
Desde que el hombre se dedicó a filosofar, Dios ocupó un puesto central durante muchos siglos. Con su cabeza dedujo que Dios era Uno, Todopoderoso, Bueno, Eterno, Que lo sabía todo... Se le describió como un Motor Primero, como Ser Necesario, como Causa incausada, como el Totalmente Otro, Inmutable, Trascendente... Todas estas disquisiciones están muy bien, pero nos dejan fríos. Nos produce este Dios un sentimiento parecido a ese gran ordenador que disputó con Kaspárov una gran partida de ajedrez. Nos provocará admiración, nos hará sentir pequeños, nos resultará útil…. pero no será capaz de hacernos vibrar el corazón en absoluto. Y es que el Dios de la cabeza, de las ideas, el de las definiciones, no nos llega, no conecta con nosotros. No nos vale. Casi podríamos decir que no es Dios.
En los últimos tiempos ha irrumpido con fuerza, sobre todo en Occidente, por influjo oriental y de la Psicología, otro modo de entender a Dios. Es una «Energía Universal» que todo lo envuelve, que a todos nos une. Para encontrarse con Él hay que apartarse del mundo, fusionarse con la Naturaleza, buscar la paz interior, la tranquilidad y el estado alfa. Es un Dios que es sobre todo «algo», y que, por tanto, no me ayuda a ser yo mismo, que soy «alguien», ante todo persona, que necesito relacionarme con los otros como algo más que un concentrado de energía vital.
 ¿Pero es qué no hay un camino sencillo para llegar a Dios? ¿Es posible que Dios haya hecho tan difícil llegar a Él? Dios nos responde como hizo entonces, que su ley no pide más que amor: amor a Dios y por Dios al hombre, o amor al hombre y en él a Dios. En realidad, Dios es amor. Esta es la gran palabra, la única ley que recibimos de Cristo. Todo consiste en aprender esta ciencia, nuestra única asignatura. De ella, y sólo de ella seremos examinados en el atardecer de la vida.
Y como Dios es amor, y nosotros estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, nosotros tenemos que amar. Y no de cualquier manera, sino como Jesús. Esto es lo que caracteriza al cristiano: En esto conocerán que sois mis discípulosAmaos como Yo os amé. Porque amar, más o menos, lo el mundo lo hace, o dice que lo hace. Pero no importa tanto el qué sino el cómo. Atentos al como yo. Hasta que duela.
Dos tentaciones debemos evitar. En realidad, debemos evitar todas las tentaciones, pero en especial, cuando hablamos del amor a los demás, dos en particular.
1) La tentación de pensar que ya hemos hecho bastante, que ya está bien de amar. Se dice que el amor es por sí mismo difusivo. Si recibimos amor, es para que lo comuniquemos. Dios nos ama no tanto para que le amemos, sino para que nos amemos. Hay que encender el amor, propagarlo como un fuego que debe arder en toda la tierra. Hay que arropar con amor a todos los necesitados. ¿Y quién no está necesitado de amor?
- Mientras haya un niño, un pobre, un enfermo, un anciano, hay que seguir cuidando y amando como nos mandó Jesús.
- Mientras haya un caído, un prodigo, un escéptico, hay que seguir esperando y amando como nos mandó el Señor.
- Mientras haya un marginado, un hambriento, un esclavizado, hay que seguir liberando y amando como nos mandó el Maestro. Siempre hay que seguir acompañando y amando.
2) La tentación de pensar No puedo. Eso no es para mí. No valgo. Parece difícil. Eso mismo pensó una vez un abad, hace muchos, muchos años, viendo caminar a un ciempiés.
¡Qué complicación! ¡Y qué maravilla!: lo hace tan bien que parece fácil. De pronto, a este abad le vino a la memoria una historieta que había escuchado no sabía dónde: "El pequeño ciempiés sintió que debía lanzarse a caminar, y preguntó inquieto a su madre:
- Para andar, ¿qué pies debo mover primero? ¿Los pares o los impares, los de la derecha o los de la izquierda, los de delante o lo de detrás? ¿O los del centro? ¿Y cómo? ¿Y por qué?
- "Cuando quieras andar, hijo mío – le respondió la madre – deja de cavilar y anda"."
(Alejandro Carbajo cmf, Ciudad Redonda)

sábado, 28 de octubre de 2023

ESCUCHAR SU LLAMADA


 
Por aquellos días, Jesús se fue a un cerro a orar, y pasó toda la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, reunió a sus discípulos y escogió a doce de ellos, a los cuales llamó apóstoles. Estos fueron: Simón, a quien puso también el nombre de Pedro; Andrés, hermano de Simón; Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago hijo de Alfeo; Simón el celote, Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que traicionó a Jesús.
 Jesús bajó del cerro con ellos, y se detuvo en un llano. Se habían reunido allí muchos de sus seguidores y mucha gente de toda la región de Judea, y de Jerusalén y de la costa de Tiro y Sidón. Habían venido para oir a Jesús y para que los curase de sus enfermedades. Los que sufrían a causa de espíritus impuros, también quedaban sanados. Así que toda la gente quería tocar a Jesús, porque los sanaba a todos con el poder que de él salía.

"Hoy la liturgia nos presenta a los apóstoles san Simón y san Judas.
Siempre que la Iglesia nos presenta el recuerdo litúrgico de un apóstol, nos ofrece la posibilidad de reflexionar sobre una llamada especial. Los santos Simón y Judas Tadeo tuvieron la oportunidad de oír a Jesús, de estar cerca de Él, y de responder  a su llamada. Los Evangelios dicen que la respuesta de los discípulos fue siempre rápida. A mí, sin querer negar lo que encontramos allí se lee, me gusta imaginarme los sudores de los discípulos, sus tiempos de discernimiento, antes de decidirse a dejarlo todo, trabajo, familia, estatus social..., para seguir a Jesús. (Puede ser porque yo entré ya de mayor en la Congregación, después de mucho tiempo de pensármelo...) Eso sí, cuando se decidieron, lo hicieron hasta las últimas consecuencias. Hasta la muerte. Ahí queda eso.
Nosotros podemos quejarnos, aparentemente, porque hoy en día pocos tienen la gracia de ver al Señor en vivo y en directo. No son frecuentes las visiones, que las hay, y los santos hablan de ellas. Podemos quejarnos, digo, porque no tenemos la suerte que tuvieron los apóstoles. Pero me pregunto si a nosotros nos serviría de algo ese encuentro con Cristo. Me explico. Cuando el rico Epulón, después de su muerte, pidió poder avisar a sus hermanos, se le dijo eso de que ya tenían la Ley y los profetas, y que por eso no hacían falta apariciones de difuntos, para advertirles. Y nosotros tenemos cada semana, cada día, si queremos, esa posibilidad de ver al Señor, presente en la Eucaristía, en la Palabra, en la Comunidad (donde 2 o 3 se reúnen en mi nombre, allí estoy Yo...), en los que sufren, en los pobres...  Son muchos, y no los apreciamos suficientemente, los momentos y lugares donde el Señor se hace presente. Que el recuerdo de estos santos apóstoles nos abra los ojos, para poder decir, también nosotros, que hemos visto al Señor, y queremos seguirle.
La elección de los doce según Lucas va precedida de una noche de oración, en intimidad con Dios, en apertura al misterio y en un simbólico y tradicional lugar de encuentro con la transcendencia: la montaña. El fruto de esta noche intensa se ve al amanecer. Jesús, desde su encuentro con el Padre, ofrece al mundo el obsequio de la salvación y el envío de los apóstoles. Estos —siempre según Lucas—, a partir de esa mañana, ya no se identifican con el gran número de los discípulos, de entre los cuales han sido escogidos. Son parte de un círculo más íntimo, con el encargo de una misión especial. Jesús es el centro de este cuadro. A su alrededor los doce, después el gran grupo de los discípulos y finalmente una muchedumbre.
Todos pueden ser conciudadanos del mismo y naciente Reino de Dios. Pablo da una réplica del marco de elección de los doce cuando dice que, como miembros de la familia de Dios, estamos edificados sobre el cimiento de los apóstoles y Cristo es la piedra angular. Podemos sentir desde aquí la cercanía de ese instante —desconcertante para los doce entonces y para nosotros hoy— y sabernos eslabones de una cadena de liberación universal, de un edificio singular, de una nueva humanidad, traspasando tiempo y lugares.
Hoy es buen día para subir a la montaña y encontrarnos con el Dios de Jesucristo. En intimidad con Él, con un intenso encuentro, nos mostrará cómo estamos cimentados en la roca de los apóstoles."
(Alejandro cmf, Ciudad Redonda)


viernes, 27 de octubre de 2023

INTERPRETAR LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS

 


Jesús dijo también a la gente: Cuando veis que las nubes aparecen por occidente, decís que va a llover, y así sucede. Y cuando el viento sopla del sur, decís que va a hacer calor, y lo hace. ¡Hipócritas!, si sabéis interpretar tan bien el aspecto del cielo y de la tierra, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo en que vivís?
¿Por qué no juzgas por ti mismo lo que es justo? Si alguien te demanda ante las autoridades, procura llegar a un acuerdo con él mientras aún estés a tiempo, para que no te lleve ante el juez; porque si no, el juez te entregará a los guardias y los guardias te meterán en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que pagues el último céntimo.

Para interpretar los signos de los tiempos nos hemos de poner las gafas del Amor. Saberlo mirar todo a la luz del Evangelio.
También debemos acercarnos a los demás con humildad y sinceridad. Esto arregla todos los problemas y litigios.

"Hay mucha gente que sabe qué tiempo va a hacer. Les duelen las articulaciones o, como en el Evangelio de hoy, saben interpretar las señales de la naturaleza. No suelen fallar. Es más difícil interpretar los signos de los tiempos. Para eso hace falta mucha oración. Hay que ponerse a la escucha de la Palabra de Dios. Y hace falta entender que no vivimos solos. Hay que ponerse a la escucha de los hermanos. Y eso cuesta. Vamos más rápidos sin compañía, pero juntos llegamos más lejos. Eso está demostrado históricamente.
Interpretar los signos de los tiempos implica discernir lo que el Espíritu pide a la Iglesia hoy. En tiempos difíciles, tener la mirada clara, para poder dar una respuesta adecuada a lo que el mundo necesita hoy, en este momento concreto de la historia. Eso exige también la participación y la implicación en la vida eclesial. En lo que nos toca más de cerca, la Iglesia local, tu parroquia, tu diócesis… Y en el plano universal, en lo que se refiere a toda la Iglesia, lo que dice el Papa, lo que dicen las Conferencias de Obispos…
Deberíamos conseguir que nuestro estilo de vida, la forma de actuar y reaccionar ante los problemas, las celebraciones y el anuncio de la Buena Nueva de Cristo testimonie quiénes somos de verdad, seguidores del Señor resucitado. Que, mirándonos, nuestros hermanos vean nuestra comunión, el servicio, la Eucaristía y la comunidad misionera. Todo sobre lo que, durante este mes, en Roma, reflexionan y discuten en el Sínodo sobre la Sinodalidad. Sigamos rezando por los participantes, para que de sus trabajos salga una Iglesia más capaz de interpretar lo que pasa alrededor y reaccionar evangélicamente.
Al final, en el último día, tendré que rendir cuentas ante el Señor. Lo sé, y me esfuerzo por responder cada día en las cosas pequeñas. Ahí estoy. En la lucha. Ojalá tú también puedas decirle al Señor, cuando llegue tu hora, que has querido siempre seguir hacia delante. Ya sabes, con la ayuda de Dios, todo es posible. Hasta morir en paz, perdonando, en medio de la persecución. Que María, la Madre, que de sufrimiento entiende algo, nos enseñe a decir hágase en mí según tu Palabra."
( Alejandro cmf, Ciudad Redonda)

jueves, 26 de octubre de 2023

EL FUEGO DEL AMOR



He venido a encender fuego en el mundo, ¡y cómo querría que ya estuviera ardiendo! Tengo que pasar por una terrible prueba, ¡y cómo he de sufrir hasta que haya terminado! ¿Creéis que he venido a traer paz a la tierra? Pues os digo que no, sino división. Porque, de ahora en adelante, cinco en una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres. El padre estará contra su hijo y el hijo contra su padre; la madre contra su hija y la hija contra su madre; la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.

El fuego con el que Jesús quiere incendiar el mundo , es el fuego del Amor. Querer instaurar el Amor en este mundo, el Reino, no es fácil y hace que se produzcan divisiones entre nosotros. El mal, el egoísmo, se resiste a dejarse vencer por el Amor. Pero Él siempre estará a nuestro lado.

"El Reino muchas veces no deja indiferente. Por eso, el Señor nos previene ante los conflictos que se nos pueden presentar. Y ahí podemos aportar algo: permitir que reine el irenismo, una paz falsa, basada en la falta de valor para afrontar los problemas, o podemos enfrentarnos a las pruebas con la fuerza del Espíritu.
El Espíritu que nos ayuda a sentir la paz y el amor de Dios. Actuar como Dios quiere puede traer problemas, incluso dentro de la familia o de la comunidad. A la hora de elegir un estado de vida, v.gr., casarse o no, profesar en una Congregación o no, aceptar o no un soborno, criticar o no a un compañero de trabajo o de clase… De esas decisiones depende, muchas veces, la aceptación que podamos tener en nuestro entorno. O el rechazo. Ahí, en cada decisión diaria, nos jugamos mucho. Frente a los demás, y frente a Dios.
Por eso a veces es necesario echarle valor a la vida, para poder dar vida a los otros, hablar de lo que Cristo vino a traer al mundo, dar testimonio y que el testimonio sea verdadero. Para poder hablar de la verdadera paz, que es más que la ausencia de guerras. Sobre todo, ahora, cuando a nuestro alrededor hay un clima de tanta violencia. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor, nos dice el salmo de hoy. En eso hay mucha verdad. Hace falta confiar mucho, para poder ver claro en nuestra vida.
Un detalle más. San Pablo, que era un santazo, (con palabras de mi maestro de novicios), usaba un lenguaje corriente, para que todos pudieran entenderlo. También es muy importante hoy, cuando falta mucha base religiosa en el mundo, presentar el mensaje de forma accesible. Un estilo de vida cercano, con un hablar comprensible, sin palabras raras, para todos. Como lo hacía Jesús. Como lo han hecho muchos santos a lo largo de la historia de la Iglesia."
(Alejandro cmf, Ciudad Redonda)

miércoles, 25 de octubre de 2023

ATENTOS Y PREPARADOS

 


Y pensad que si el dueño de la casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, no dejaría que se la abrieran para robarle. Estad también vosotros preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperéis.
– Señor, ¿has contado esta parábola sólo para nosotros, o para todos?
 Dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y atento, a quien su amo deja al cargo de la servidumbre para repartirles la comida a su debido tiempo? ¡Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, encuentra cumpliendo con su deber!  De verdad os digo que el amo le pondrá al cargo de todos sus bienes. Pero si ese criado, pensando que su amo va a tardar en volver, comienza a maltratar a los demás criados y a las criadas, y se pone a comer, beber y emborracharse, el día que menos lo espera y a una hora que no sabe llegará su amo y lo castigará. Le condenará a correr la misma suerte que los infieles.
El criado que sabe lo que quiere su amo, pero no está preparado ni le obedece, será castigado con muchos golpes. Pero el criado que por ignorancia hace cosas que merecen castigo, será castigado con menos golpes. A quien mucho se le da, también se le pedirá mucho; a quien mucho se le confía, se le exigirá mucho más.


"Somos administradores de la gracia de Dios, y no podemos actuar como queramos, sino como Dios quiere. Aunque parezca que el amo está lejos, que Dios no se da cuenta de nada, que no se entera, todo lo que hacemos tiene consecuencias. Por eso es tan importante saber vivir para los demás, no sólo para uno mismo, y obrar con amor, sin violencia. Si vivimos así, estaremos más cerca del Maestro, cada uno con su vocación específica, pero todos dentro del mismo espíritu.
Esto se refiere a cada uno de nosotros. Puede ser que tú no tengas muchos cargos o muchas cargas, pero sí has recibido muchos dones, materiales o espirituales, de parte de Dios. Ahí te juegas mucho de tu respuesta a Él. Hay que elegir a quién servir, al pecado, para la muerte o la obediencia, para la justicia. Y esa elección la debemos hacer cada día. Cada mañana, cuando nos levantamos, aceptar la amistad de Dios y vivir con sus normas.
Pedro le preguntó a Jesús si la parábola iba por ellos o por los demás. Buena pregunta. Es más fácil pensar que se refiere a los otros. Pero está bien claro: al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá. Si Pedro esperaba una respuesta diferente, le quedó claro que el único privilegio del seguidor de Jesús es el privilegio del servicio.
Como a Pedro, estas palabras me preocupan, porque me siento agradecido por todo lo que he recibido. Sé que ha sido mucho. Y mucho tengo que dar a los demás. Como un criado fiel, sé lo que tengo que hacer, aunque no siempre lo haga como debería. Debo estar siempre en vela. Debemos estar así. Que el Señor me encuentre preparado. Que nos encuentre preparados. Merece la pena. Es para toda la vida. Para ésta y para la vida eterna."
(Alejandro cmf, Ciudad Redonda)

martes, 24 de octubre de 2023

SABER ESPERAR CON LAS LÁMPARAS ENCENDIDAS

 


Estad preparados y mantened vuestras lámparas encendidas. Sed como criados que esperan que su amo regrese de una boda, para abrirle la puerta tan pronto como llegue y llame. ¡Dichosos los criados a quienes su amo, al llegar, encuentre despiertos! Os aseguro que los hará sentar a la mesa y se dispondrá a servirles la comida. Dichosos ellos, si los encuentra despiertos aunque llegue a medianoche o de madrugada.

Muchas veces nos parece que Dios está ausente. Nos encontramos en la noche, en la oscuridad. Jesús nos pide que mantengamos nuestras lámparas encendidas y que esperemos al Señor. Esto significa que debemos estar atentos, cada instante de nuestra vida, porque Dios puede hablarnos por la naturaleza, por los acontecimientos, por los demás, sobre todo los más necesitados. Es allí donde Dios debe encontrarnos a su regreso. Atentos y entregados a los demás.
"Dios sabe lo que se hace. Por un hombre entró el pecado en el mundo, por otro hombre nos llegó la salvación. En nuestra carne débil estaba ya prevista la posibilidad de arreglar el problema, el mismo Hijo de Dios se hizo hombre. Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia. Incluso si nos sentimos los más grandes pecadores del mundo, siempre hay más gracias que condena.
El texto de hoy reúne varias parábolas sobre la vigilancia y la espera de la segunda venida del Señor. Debemos estar siempre esperando a Cristo, porque no sabemos ni el día ni la hora. Y estar preparados, porque el que viene es el Juez. Es una llamada para todos, pero para algunos, como ministros, más. Como misioneros, debemos ser ministros prudentes, porque hemos sido elegidos, hemos recibido mucho y nos han confiado una bellísima tarea: el anuncio del Reino. Si nos dormimos, si no compartimos lo recibido, si no tenemos puesto el traje del servicio, nos dirán un día que no hemos sido fieles. Mirar a Cristo, servidor siempre, hasta el ejemplo del Jueves Santo. Celebrar la Eucaristía con espíritu de servicio. Y como nuestro Fundador, vivir siempre en presencia de Dios, por Él y con Él."

(Alejandro cmf, Ciudad Redonda)

lunes, 23 de octubre de 2023

EL ENGAÑO DE LAS RIQUEZAS

 Uno de entre la gente dijo a Jesús:
– Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.
 Jesús le contestó:
– Amigo, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor?
 También dijo:
– Guardaos de toda avaricia, porque la vida no depende del poseer muchas cosas.
 Entonces les contó esta parábola: Había un hombre rico, cuyas tierras dieron una gran cosecha. El rico se puso a pensar: ‘¿Qué haré? ¡No tengo donde guardar mi cosecha!’ Y se dijo: ‘Ya sé qué voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes en los que guardar toda mi cosecha y mis bienes. Luego me diré: Amigo, ya tienes muchos bienes guardados para muchos años; descansa, come, bebe y goza de la vida.’ Pero Dios le dijo: ‘Necio, vas a morir esta misma noche: ¿para quién será lo que tienes guardado?’ Eso le pasa al hombre que acumula riquezas para sí mismo, pero no es rico delante de Dios.

Posiblemente la principal causa del mal en el mundo sea la acumulación de riquezas. Creemos que la felicidad depende de lo que tenemos. Buscamos dinero, posesiones, porque esto nos da poder. Pero, ¿nos hace más felices?¿Nos damos cuenta de que lo que acumulamos les falta a otros? La felicidad la da el Amor. Saber compartir, buscar el bien de los otros, estar en paz con nosotros mismos y los demás, esto es lo que verdaderamente nos hace felices.

"En el Evangelio se nos habla de herencias y de familia. Es que hay gente tan rica que solo tiene dinero. Y de ahí vienen muchos problemas. Jesús no quiere mediar entre los que se le acercan para que haga de juez, pero sí darnos alguna norma, para saber cómo vivir y, sobre todo, para qué vivir. El dinero no es malo en sí, es necesario para vivir. Pero si todo gira en torno al dinero, a la necesidad de tener más y más, algo empieza a ir mal. Si no podemos compartir, nos alejamos de lo que Dios quiere, del destino universal de los bienes y de la idea de que todos somos hermanos. Nuestra legislación, a los religiosos, nos prohíbe acumular bienes como comunidad, gracias a la caja común, pero es bueno revisar cómo está nuestra habitación y, sobre todo, cómo está nuestro corazón. Este consejo es bueno para todos ¿Somos ricos ante Dios? ¿O nos apoyamos en lo material? ¿A qué estamos apegados? ¿Qué tal se nos da el compartir lo que tenemos, los bienes y el tiempo?
Otro tema para la reflexión hoy es el de la muerte. Así es la liturgia. No la elegimos nosotros, nos viene dada, para que no arranquemos ninguna página de los Evangelios. Y la muerte no está de moda en estos tiempos. Por eso, precisamente, no está de más, de vez en cuando, pararse a reflexionar sobre esta cuestión. Porque no sabemos ni el día ni la hora, Y no nos vamos a llevar nada de lo que tengamos en la tierra a la otra vida. Nada. Sólo podremos mostrarle al Señor todo el amor que hayamos acumulado en nuestro corazón. Pues eso, a pasar mucho tiempo delante de Dios, presentándole todos los nombres que nos preocupen e intercediendo por ellos. Para que se nos llene tanto que estalle al entrar en el cielo."
(Alejandro cmf, Ciudad Redonda)

domingo, 22 de octubre de 2023

DAR ADIOS Y AL MUNDO LO QUE LES CORRESPONDE

 

Después de esto, los fariseos se pusieron de acuerdo para sorprender a Jesús en alguna palabra y acusarle. Así que enviaron a algunos de los partidarios de ellos, junto con otros del partido de Herodes, a decirle:
– Maestro, sabemos que tú siempre dices la verdad, que enseñas de veras a vivir como Dios manda y que no te dejas llevar por lo que dice la gente, porque no juzgas a los hombres por su apariencia. Danos, pues, tu opinión: ¿estamos nosotros obligados a pagar impuestos al césar, o no?
 Jesús, dándose cuenta de la mala intención que llevaban, les dijo:
– Hipócritas, ¿por qué me tendéis trampas? Enseñadme la moneda con que se paga el impuesto.
Le trajeron un denario, y Jesús les preguntó:
– ¿De quién es esta imagen y el nombre aquí escrito?
 Le contestaron:
– Del césar.
Jesús les dijo entonces:
– Pues dad al césar lo que es del césar, y a Dios lo que es de Dios.

Hoy es el Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND). A eso se refiere el primer vídeo que os propongo.

"A Jesús le quisieron liar, buscaban acusarle con sus propias palabras. Si decía pagad el impuesto, los revolucionarios podían acusarle de colaborar con los romanos. Si decía no paguéis, le podían acusar los herodianos de revolucionario. Y no se podía responder, como en las encuestas, no sabe, no contesta.
Jesús nos hace una invitación muy concreta. Yo cambiaría el orden. Primero, dar a Dios lo que es de Dios. Reconocer que está en nuestras vidas, que sin Él podemos hacer poco, o nada, y que necesitamos su apoyo. Y después, desde esta clave, mirar al mundo de otra manera. Cada cosa en su sitio, a cada cosa su momento y su importancia. Lo serio, con seriedad. Las cosas alegres, con alegría. Y así podremos ser profetas.
Y dar al César lo que es del César, también nos obliga. No estamos fuera de la sociedad, no estamos fuera de la ley. También ahí podemos dar testimonio de vida cristiana, ser profetas. En el ambiente donde nos movemos. Que no se nos olvide que en nuestra vida no puede haber compartimentos estancos. No podemos vivir de 10 a 12 de la mañana como cristianos, de 12 a 2 de la tarde como ciudadanos trabajadores, de 2 a 4 como hijos o padres de familia y por la noche, ya veremos. Como tampoco podemos decir te quiero mucho, mamá, de lunes a jueves. No podemos poner límites a nuestra vida de cristianos. Es decir, no podemos poner límites al amor, a Dios y a los demás.
Y, si nos sirve, siempre podemos volver a los orígenes. Tenemos una buena referencia en la Carta a Diogneto, escrita en el siglo 2 d.C. Allí se describe a los cristianos de este modo: “Los cristianos no se distinguen de los otros hombres ni por nacionalidades, lenguas o costumbres. Viven en ciudades griegas y bárbaras como les ha tocado vivir a los demás, adecuándose a las costumbres del lugar en el vestir, en el comer y en todo en resto, testimoniando una vida social admirable y sin duda paradójica. Viven en su patria, pero como si fueran extranjeros; participan en todo como ciudadanos y de todo están desprendidos como extranjeros. Toda patria extranjera es su patria y toda patria es extranjera. Se casan como todos y tienen hijos, pero no se deshacen de los recién nacidos. Ponen en común la mesa, pero no la cama. Viven en la tierra, pero son ciudadanos del cielo. Obedecen las leyes establecidas y superan las leyes con su comportamiento. En pocas palabras, como el alma está en el cuerpo, así están los cristianos en el mundo” (Carta a Diogneto, V, 1-10; VI, 1.) Que así sea."
(Alejandro Carbajo cmf, Ciudad Redonda)

 

sábado, 21 de octubre de 2023

EL ESPÍRITU NOS GUÍA

 


Os digo que si alguien se declara a favor mío delante de los hombres, también el Hijo del hombre se declarará a favor suyo delante de los ángeles de Dios; pero el que me niegue delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios.
Dios perdonará incluso a aquel que diga algo contra el Hijo del hombre, pero no perdonará al que con sus palabras ofenda al Espíritu Santo.
Cuando os lleven a las sinagogas o ante los jueces y las autoridades, no os preocupéis por cómo tenéis que defenderos o qué tenéis que decir; porque en el momento en que hayáis de hablar, el Espíritu Santo os enseñará lo que habéis de decir.


"A veces, muchas veces no sabemos qué decir. En muchos casos, en cualquier cosa que expresamos, casi al mismo tiempo que estamos hablando, constatamos lo inadecuado, falso, insuficiente, tópico o inoportuno de lo que decimos. Esa sensación es particularmente intensa cuando se trata de hablar de fe, de oración, de virtud o pecado. Supongo que esta experiencia es compartida por los sacerdotes en las homilías y en muchos momentos de su tarea pastoral. También de catequistas, monitores y maestros que tienen alguna responsabilidad especial en la evangelización.  Decía Santa Teresa que no había sermón tan malo del que no se pudiera sacar de él algo bueno. Es un consuelo. Pero los que nos escuchan puede que no tengan tan buena predisposición como ella. Y la experiencia de haber fallado se queda en el recuerdo mortificando un poco el amor propio o lamentando la ocasión perdida y quizás también haber hecho más mal que bien con nuestras palabras. Incluso haber caído en el pecado que no puede ser perdonado: Todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre, -nos dice el Evangelio de hoy- podrá  ser perdonado, pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará.
La "blasfemia contra el Espíritu Santo" es la oposición consciente y endurecida a la verdad, "porque el Espíritu es la verdad" (1 Juan 5:6). La resistencia a la verdad aleja al hombre de la humildad y el arrepentimiento, y sin arrepentimiento no puede haber perdón.
En el mismo capítulo Jesús nos ofrece el remedio: no os preocupéis de cómo o con qué razones os defenderéis o de lo que vais a decir, porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir.
Dos consecuencias prácticas: La primera: siempre y en todo momento pedir al Señor permanecer en la verdad, no engañarnos ni engañar. Si El es la Verdad, roguemos para permanecer en Él. Que no haya segundas intenciones en nuestras palabras, ni frivolidad o desinterés por la persona a la que nos dirigimos. La segunda antes de hablar, pedir al Espíritu Santo que acuda en nuestra ayuda y que haga que nuestras palabras sean para los que nos escuchan consuelo, esperanza y alegría y deseo de vivir la fe en Jesucristo."

(Virginia Fernandez, Ciudad Redonda)

viernes, 20 de octubre de 2023

DIOS NOS PROTEGE

  

Se juntaron entre tanto miles de personas, que se atropellaban unas a otras. Jesús comenzó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: “Guardaos de la levadura de los fariseos, es decir, de su hipocresía. Porque no hay nada secreto que no llegue a descubrirse, ni nada oculto que no llegue a conocerse. Por tanto, todo lo que habéis dicho en la oscuridad se oirá a la luz del día; y lo que habéis dicho en secreto y a puerta cerrada será pregonado desde las azoteas de las casas.
A vosotros, amigos míos, os digo que no debéis tener miedo a quienes pueden matar el cuerpo, pero después no pueden hacer más. Os voy a decir a quién debéis tener miedo: tened miedo a aquel que, además de quitar la vida, tiene poder para arrojar en el infierno. Sí, tenedle miedo a él.
¿No se venden cinco pajarillos por dos pequeñas monedas? Sin embargo, Dios no se olvida de ninguno de ellos. En cuanto a vosotros mismos, hasta los cabellos de la cabeza los tenéis contados uno por uno. Así que no tengáis miedo: vosotros valéis más que muchos pajarillos.


Jesús nos dice hoy que sólo el Padre sabe realmente lo que ocurre en nuestro interior. Y Él nos ama, nos protege...Los hombres intentamos ocultar el mal que hacemos, pero tarde o temprano sale a la luz. Y Dios siempre sabe lo que hacemos. Pero Él no nos persigue. No es un Dios vengador, sino un Dios misericordioso. Debemos temer el mal, pero no a Dios. Él nos ama.

"“Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, ni nada escondido que no llegue a saberse”. Luc 12, 2. Nada escapa al conocimiento de Dios. Como dice el salmista, “Tu me sondeas y me conoces”. Hace tiempo decíamos algo así como que Dios lo conoce y lo ve todo, lo pasado, lo presente y lo futuro y hasta los más ocultos pensamientos.
Así lo aceptábamos, sin más, aunque con alguna extrañeza, pensando, (con una idea demasiado antropomórfica y absurda) que Dios que está tan por encima, que es la suma trascendencia, tenía cosas mejores que hacer que observar el vuelo de los pájaros o la caída de nuestros cabellos.
A mi, ahora que la tecnología, las redes, internet y este mismo ordenador tan inofensivo aparentemente, me tienen vigilada y basta que hable de comprar una silla para que me persigan los anuncios y ofertas de sillas, me tranquiliza mucho saber que el Señor también lo sabe y mucho más y mucho más al fondo que cualquier inteligencia artificial o algoritmo o lo que quiera que sea.
No tengáis miedo. Lo único que hay que temer es a Aquel que tiene poder para arrojar al infierno dice Jesús. Temer al único que tiene poder, puede interpretarse como temor de Dios. Que más que temer a Dios significa temer alejarse de Él, separarse, huir de su presencia… O perder la esperanza cuando nos abruma la culpa.
En el mismo pasaje del texto lucano, Jesús nos explica que la mirada de Dios sobre nosotros, los humanos es una mirada que nos otorga valor: si  conoce cada pájaro en su vuelo, cada uno de nosotros vale mucho más que muchos pájaros. Tenemos su promesa de que nada podrá separarnos de su amor (Romanos 8:38-39). Tenemos su promesa de que nunca nos dejará o desamparará (Hebreos 13:5). Nada podrá separarnos del amor de Cristo."
(Virginia Fernández, Ciudad Redonda) 

jueves, 19 de octubre de 2023

APODERARSE DE LA VERDAD

 


¡Ay de vosotros!, que construís los sepulcros de los profetas a quienes mataron vuestros antepasados. Con eso dais a entender que estáis de acuerdo con lo que vuestros antepasados hicieron, pues ellos los mataron y vosotros construís sus sepulcros.
Por eso, Dios dijo en su sabiduría: ‘Les mandaré profetas y apóstoles; a unos los matarán y a otros los perseguirán.’ Dios pedirá cuentas a la gente de hoy de la sangre de todos los profetas que fueron asesinados desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías, a quien mataron entre el altar y el santuario. Sí, os digo que Dios pedirá cuentas de la muerte de ellos a la gente de hoy.
¡Ay de vosotros, maestros de la ley!, que os habéis apoderado de la llave de la ciencia, y ni vosotros entráis ni dejáis entrar a los que quieren hacerlo.
 Cuando Jesús les dijo estas cosas, los maestros de la ley y los fariseos se llenaron de ira y comenzaron a molestarle con muchas preguntas, tendiéndole trampas para cazarlo en alguna palabra.
  
Hemos de mirar sinceramente si, como los escribas, doctores de la ley y fariseos, nos hemos apoderado de la verdad. Si basamos nuestra vida en doctrinas e ideas, y no en lo fundamental para Jesús, la entrega y el Amor. No se trata de no tener doctrinas, de no razonar; pero al lado de esto, hemos de sentir, hemos de actuar como lo hizo Jesús. Y Él no dedicó su vida a poner obligaciones y doctrinas. Su mandamiento es el del Amor: Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos; aun más: como Él nos amó. Y esto se demuestra con nuestra entrega, con nuestra vida basada en el Amor.

"La mayoría de los que nos decimos católicos, además de las acciones litúrgicas comunitarias tenemos devociones y  métodos de oración personales que practicamos atendiendo a nuestra experiencia, a las tradiciones, a  maestros de espiritualidad, etc.  Muchos, al intentar “entrar en conversación con Dios”,  nos hacemos una imagen mental de Jesús. Una imagen inspirada en lecturas sobre santos y místicos que escribieron sobre sus visiones, en la iconografía cristiana clásica y también en representaciones modernas y en el cine.
Creo que las elecciones que hacemos no sólo influyen en el aspecto físico que atribuimos a Jesucristo, sino también en la idea sobre su personalidad, su carácter y su psicología.
Creo que en este momento está muy extendida la idea de un Jesús todo dulzura, compasión, acogida, amabilidad, capacidad para el diálogo… Sin duda así se presentó, en muchos momentos, ante los que vivieron cerca y “lo tocaron” hace dos milenios. Así se presentó a los pobres y limpios de corazón, me parece. Por eso, pasajes de los Evangelios como el que escuchamos hoy nos sobresaltan con una dureza inusitada.
Una dureza dirigida, precisamente, a aquellos que se creen (o nos creemos) guardianes de la ley, poseedores de la verdad, del juicio y de la ciencia. El Dios “todo misericordia y ternura” rechaza contundentemente la doblez y la hipocresía. 
Hoy -y en las siguientes lecturas continuadas del Evangelio de Lucas- somos llamados a confrontar nuestra vida y a implorar el perdón y la ayuda de la gracia para no engañar ni engañarnos. Y es que no es fácil reconocer en uno mismo y discernir cuando las obras son el producto de una fe sincera o cuando son motivadas por razones que en nada proceden de la fe y el amor. Estamos tan tentados por la mentira que caemos en ella casi sin darnos cuenta.  Nos contamos en el número de los “buenos” mientras huímos de un examen sincero de nuestra pretendida bondad.
El final del texto evangélico de hoy dice: “Al salir de allí los escribas y fariseos empezaron a acosarlo implacablemente […] tendiéndole trampas para cazarlo con alguna palabra de su boca”.
La ceguera de escribas y fariseos los lleva a “tender trampas” a Jesús. No es posible tender trampas al que es Camino, Verdad y Vida. En el catecismo de mi infancia aprendí que “Dios no puede engañarse ni engañarnos”.  Pidámosle, con corazón sincero, vivir en la verdad."
(Virginia Fernandez, Ciudad Redonda)