martes, 30 de junio de 2020

EL ANACORETA Y LA HABITACIÓN CON VISTAS


Un discípulo preguntó al Anacoreta por qué siempre rezaba al aire libre y no en el interior de su cueva.
Sonrió el Solitario y respondió:
- El Talmud dice muy saviamente: " No ores en una habitación sin ventanas".
Viendo la cara de sorpresa de su discípulo se explicó:
- Cuando reces no olvides nunca el mundo. No te quedes tan encerrado en ti mismo que sólo veas tu ombligo. Reza profundamente, pero hazlo junto a los que sufren, los pobres, los perseguidos, aquellos que no tienen tiempo para rezar... Esta es la verdadera oración.
Y ambos se dispusieron a rezar Vísperas a la caída del sol...

lunes, 29 de junio de 2020

ESPIRITUALIDAD Y SOLIDARIDAD


Rebuscando entre viejos apuntes, he encontrado una frase del Hermano Roger de Taizé, que quiero compartir con vosotos.
"El silencio interior y la paz del corazón, no enmudecen nunca la llamada a la solidaridad humana, que viene directamente del Evangelio".
Es algo a tener en cuenta siempre. Por muy de arriba que nos vengan las directrices y las doctrinas; por profundas que sean nuestra meditaciones...si nos apartan del amor a los hombres, no tienen nada que ver con el Evangelio y deberían ser rechazadas por todo cristiano. En los tiempos que corren hay que tenerlo muy en cuenta. No sea que creyeno seguir a Cristo, lo estemos desterrando de nuestro mundo. 

domingo, 28 de junio de 2020

SEGUIRLE ES ENTREGARSE AL OTRO


"El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí;  y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que trate de salvar su vida, la perderá; en cambio, el que pierda su vida por causa mía, la salvará.
El que os recibe a vosotros, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. El que recibe a un profeta por ser profeta, recibirá la recompensa que merece un profeta; y el que recibe a un justo por ser justo, recibirá la recompensa que merece un justo. Y cualquiera que dé aunque solo sea un vaso de agua fresca al más humilde de mis discípulos por ser mi discípulo, os aseguro que no quedará sin recompensa."

"Las exigencias de la cruz cambian para cada generación de creyentes. En la época de Jesús existía la amenaza inminente de la muerte ignominiosa, bien fuera por la cruz, la espada o la lapidación. Los cristianos eran vistos como una amenaza para el imperio y, con frecuencia, se les acusaba falsamente de sedición. Con el tiempo, la pena capital fue cambiando de modalidad y sus cuerpos fueron quemados en locales públicos, o arrojados a leones, osos, tigres, toros y toda clase de fieras. Todas estos intentos de bloquear, anular o eliminar la novedad del evangelio fueron vanos porque la fuerza del cristianismo radica en la cruz de Cristo.
Los cristianos de los primeros siglos no anunciaban religiones de salvación, ni sanaciones individuales ni ritos de purificación. Aunque ellos anunciaran la universalización de la obra salvadora, curaran enfermos y tuvieran el símbolo del bautismo como rito de iniciación, lo que los hacía diferentes era su radical denuncia de la injusticia. Anunciar a un Mesías crucificado era, y es, ir en contra de todos los parámetros sociales, de las buenas costumbre e, incluso, de los preceptos de la religión. Ellos anunciaban como redentor a uno que el sistema lo había proscrito, condenado y sentenciado al escarnio público. El anuncio de un Mesías Crucificado era, en realidad, una denuncia vehemente de un sistema de creencias, valores e instituciones que habían hecho de la violencia, la mentira y la opresión los valores indiscutibles de la organización social. ¿Cómo iban a ver con buenos ojos las autoridades de Jerusalén, los gendarmes del imperio y el pueblo alienado que un individuo apoyado por un pequeño grupo de hombres y mujeres cuestionara directamente sus valores y anunciara que otra sociedad era posible? Imposible para la gente, pero no para Dios.
Las comunidades cristianas desde el inicio tuvieron conciencia de la magnitud de la tarea a la que se enfrentaban. La experiencia del resucitado les llevó rápidamente a descubrir que debían superar los límites de las comunidades palestinas y lanzarse a la misión universal; debían dar prioridad a la construcción de las comunidades y dejar a un lado la tentación de construirse edificios; debían enfocarse sobre los grupos excluidos y marginados y dejar de lado los centros de poder; debían asimismo retomar las opciones fundamentales de Jesús y hacerlas vida en todos los rincones del imperio. Por eso, las exigencias para seguir a Jesús se fueron formulando con una claridad y precisión asombrosas en cada comunidad. Los contenidos fundamentales se fueron adecuando a cada contexto histórico y cultural pero sin atenuar las características esenciales del mensaje.
Por tanto, no debe sorprendernos que Mateo nos diga con tanta ‘dureza’ las exigencias del seguimiento de Jesús. El evangelista retoma las tradiciones del evangelio y las actualiza de acuerdo con el lenguaje y necesidades de su comunidad. Sus palabras hieren, como el antiséptico sobre la eterna llaga, pero tienen una virtud medicinal: nos liberan de nuestros propios prejuicios y apegos.

Cuando Mateo nos dice que quien ama más a sus parientes que a Jesús no es digno de él, nos revela un problema de su comunidad. El pueblo judeocristiano, tiene una estima desmesurada por los de su propia sangre. Un afecto que fácilmente se convierte en apego paralizante. El texto usa en griego la palabra filia para denominar este afecto. Pero el proyecto de Jesús pide más: pide un amor enfocado hacia el prójimo, un amor que supere los lazos de sangre, el parentesco y la raza. Un amor como el que Dios nos tiene y que en griego se llama ágape. El cristiano que no sea capaz de trascender los estrechos limites de la familia, de la raza o de la nación, no está habilitado para experimentar y dar el amor solidario que propone el evangelio. Y por esa misma razón, el amor a Jesús no se reduce a la pura dimensión íntima, individual y privada. Amar a Jesús es amar lo que él amó, su proyecto, su ideal, su Utopía, el «Reinado de Dios», como él acostumbró a llamarla, con las palabras tradicionales de los profetas. Amar a Jesús es amar a las personas que él amó: pobres, marginados, excluidos, enfermos, abatidos, endemoniados, extranjeros. El amor de Jesús era tan grande que llegó a amar incluso a aquellos que se declararon sus enemigos. Un amor que hoy nos puede parecer desorbitado, desnaturalizado, extremo, pero que para nuestra dicha y quebranto es el amor con el que Dios nos ama. Un amor sin el cual no podemos llamarnos discípulos de Jesús." (Koinonía)



sábado, 27 de junio de 2020

EL ANACORETA EL AQUÍ Y EL ALLÍ


Andaba uno de los discípulos algo triste. A la pregunta del Anacoreta, respondió:
- Hay solitarios que viven en ermitas en las montañas. Allí todo es verdor y hay agua suficiente. Todo invita a alabar a Dios. En cambio aquí en el desierto todo está seco y triste y apenas podemos subsistir...
Movió la cabeza el Anacoreta y le dijo:
- Ay, ay, ay...¿No avanzas aquí en tu vida espiritual? No te preocupes de más.
Y tomando arena entre sus dedos dijo:
- Allí...no es sino una trampa. Cuando llegues al allí se convertirá en un aquí y empezarás inmediatamente a soñar en otro allí, que te parecerá mejor que el aquí que acabas de conseguir...
Se detuvo un instante, y mirándole  a los ojos prosiguió:
- Tenemos que sacarle todo el provecho posible al aquí. No es tan malo el desierto. Y cuando no tenemos qué comer, siempre nos queda ir a pedir limosna a la ciudad. Y no hay cosa que nos haga crecer tanto como la humillación de pedir...
Y volvió a sus ocupaciones...

viernes, 26 de junio de 2020

EL ANACORETA Y SER UNO MISMO


Vió el Anacoreta a uno de sus discípulos ensimismado en la lectura de un libro.
- Hace días que te veo leer. ¿Qué libro es este?
- La vida de los santos - respondió el discípulo - Intento aprender de su vida para ser mejor.
Sonrió el Anacoreta y, tras una pausa, dijo:
- Está bien que te fijes en los que nos han precedido. Pero no te preocupes demasiado. Con ser lo que eres ya es suficiente. Cada uno tenemos nuestro propio camino. Eso sí, has de ser tú abiertamente, profundamente...
Y mientras se retiraba a su cueva murmuró para sí:
- Claro, que lo difícil es descubrir quienes somos nosotros...

jueves, 25 de junio de 2020

EL ANACORETA Y LOS ESPEJOS


Los anacoretas no se preocupan demasiado por su aspecto. Es por eso que no suele haber espejos en sus cuevas. Y es por eso que los discípulos se quedaron muy extrañados cuando el Solitario dijo:
- Necesitamos espejos...
La cara que pusieron debió ser todo un poema, porque el Anacoreta se echó a reír y se explicó:
- Necesitamos espejos para conocernos...y esos espejos son los demás. Todo lo que odimos en los demás, es algo que odiamos en nosotros mismos. Todo lo que admiramos y amamos en los demás, es algo que también poseemos y amamos en nosotros mismos.
Miró la cara de sorpresa de sus discípulos y siguió hablando:
- Cuando vemos algo odioso en los demás, si en lugar de criticarlo nos miráramos y viéramos que tenemos el mismo defecto, podríamos emplearnos en corregirlo y ser mejores personas. Si cuando vemos algo bueno en los demás, en vez de envidiarlo, nos diéramos  cuenta de que nosotros también lo poseemos, podríamos dedicarnos a cultivarlo y hacerlo crecer. He ahí una buena manera de conocernos...
Y se fue a regar las pobres coles, que andaban algo descuidadas en el pequeño huerto...

miércoles, 24 de junio de 2020

EL ANACORETA Y EL PASADO


El Anacoreta pasó dos días encerrado en su cueva con aquel visitante. Cuando lo hubo despedido tras darle algunas cosas para el camino, se sentó junto a la palmera y dijo a sus discípulos:
- Para estar en paz con nosotros mismos, nos hemos de reconciliar con nuestro pasado. Nos guste o no, todos llevamos encima nuestro el peso de nuestro pasado. No escogimos a nuestros padres. Y muchas de las situaciones que hemos vivido no querríamos que hubiesen ocurrido ni por asomo. Pero hemos de aceptar ese pasado si queremos marchar en paz hacia el futuro.
Tras unos momentos de silencio, el discípulo más joven preguntó:
- ¿Y qué habéis hecho dos días encerrados en la cueva?
Sonrió con placidez el Solitario y dijo:
- Intentando realizar lo que según la mística alemana Hidegarda de Bingen es la tarea más importante del ser humano: TRANSFORMAR LAS HERIDAS EN PERLAS.
Y saboreó lentamente el vaso de leche de cbra que le ofreció el otro discípulo...

martes, 23 de junio de 2020

EL ANACORETA Y EL DISCÍPULO QUE SEGUÍA DESORIENTADO


Tras aquellas conversaciones con el Anacoreta sobre la oración, el discípulo más antiguo siguió nervioso y sin paz. Una noche, tras la oración de Completas, y aunque normalmente a partir de ese momento respetaban el silencio, no pudo más y se dirigió a su Maestro:
- Llevo ya unos años aquí en el desierto y sigo sin encontrar el camino de la verdadera contemplación. Por favor ayúdame. No puedo más.
Tomo el Solitario a su discípulo suavemente por un brazo y lo sacó al exterior, donde lucía un cielo estrellado como sólo puede verse en el desierto.
- El otro día te dije que miraras las estrellas. Desgraciadamente no hay palabras para hablar de lo espiritual. Siempre hemos de recurrir a metáforas.
Y mirándole a los ojos le preguntó:
- ¿Qué sientes al mirar este cielo?
- Una gran paz y una sensación de salir fuera de mí - respondió el discípulo.
- Esa es la primera condición para orar, la paz. Si te pones nervioso, si te obstinas en contemplar, no lo conseguirás. Haz la paz en ti y busca en tu corazón. Juan de la Cruz lo dejó en claro en Noche Oscura: "Sin otra luz y guía, sino la que en el corazón ardía". Y un poeta nos dejó estas bellas palabras:
"De noche iremos,
de noche.
Que para encontrar la fuente,
sólo la sed nos alumbra."
Déjate llevar por el amor, por ese deseo que sientes en tu interior y orarás...
Y ambos permanecieron un buen rato contemplando extasiados la bóveda celeste...

lunes, 22 de junio de 2020

EL ANACORETA Y EL NÚCLEO DE LA ORACIÓN


Estaban sentados bajo la palmera desgranando unas judías secas de su huerto. Una pequeña nube de polvo en la lejanía, les indicó que alguien se acercaba. El Anacoreta, mirando a lo lejos, dijo:
- ¿Sabéis?, la mayoría de la gente que viene a verme me pregunta sobre la oración. Muchos no son creyentes, pero alguien les recomendó la oración para salir de la droga, dejar la bebida, encontrar equilibrio en la vida...
Miró cómo la nube de polvo crecía y siguió hablando:
- Casi sin darse cuenta, muchos han llegado al núcleo de la oración.
Los discípulos lo miraban impacientes...
- El núcleo es el Amor. La oración es  ENAMORARSE. Han practicado zen, yoga, meditación trascendental...Han aprendido a relajar totalmente su cuerpo, a controlar la respiración, a centrarse en un punto...Y de golpe, descubren que todo eso no es sino un camino para ENAMORARSE. Pero se trata de un enamoramiento totalmente distinto del que conocían. Es un enamoramiento incondicional y sin restricciones.
Volvió a detenerse unos instantes. Luego prosiguió:
- En el enamoramiento normal conocemos a la persona amada. Aquí, el Objeto de nuestro enamoramiento SIEMPRE está por descubrir. Sentimos un amor inmenso que nada puede llenarlo. Y eso nos lanza en su búsqueda y nos hace descubrir que el corazón humano tiene una capacidad infinita para amar. El día que hacemos este descubrimiento, nos encontramos amando a todo y a todos profundamente. Ese día vemos a Dios en todo y en todos. Ese día nos hacemos uno con el Universo y nos damos cuenta de que nunca podremos saciar nuestro Amor...
Los discípulos le miraban sobrecogidos. Nunca le habían oído hablar de esta forma. Y, posiblemente era el contraluz que lo provocaba, todo su cuerpo parecía despedir una luminosidad especial...
Y el Anacoreta se levantó lentamente a buscar un poco de agua para recibir al forastero, que ya estaba muy cerca de la cueva...

domingo, 21 de junio de 2020

LOS QUE MATAN EL ESPÍRITU


"No tengáis, pues, miedo a la gente. Porque nada hay secreto que no llegue a descubrirse ni nada oculto que no llegue a conocerse. Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a la luz del día; lo que os digo en secreto, proclamadlo desde las azoteas de las casas. No tengáis miedo a quienes pueden matar el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a aquel que puede destruir el cuerpo y el alma en el infierno.
¿No se venden dos pajarillos por una pequeña moneda? Sin embargo, ni uno de ellos cae a tierra sin que vuestro Padre lo permita.  En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de la cabeza los tenéis contados uno por uno. Así que no tengáis miedo: vosotros valéis más que muchos pajarillos.
Si alguien se declara a favor mío delante de los hombres, también yo me declararé a favor suyo delante de mi Padre que está en el cielo; pero al que me niegue delante de los hombres, también yo le negaré delante de mi Padre que está en el cielo."


Lo grave no es lo que amenaza a nuestro cuerpo, sino lo que destruye nuestro espíritu. Aquello que arranca de nosotros los auténticos valores, de solidaridad, entrega, Amor, justícia...Las ideologías nos hacen mucho más daño que la violencia física. Ellas son las que nos apartan del verdadero camino. El del Amor.
"El evangelio nos ha conservado algunos dichos o refranes con los que Jesús exhortaba a la comunidad de discípulos a no dejarse intimidar por las adversidades. Los discípulos, con frecuencia, veían la amenaza evidente que representaban los grupos armados, pero eran incapaces de descubrir el peligro encubierto en muchas personas e instituciones que alienaban y sometían ideológicamente a las personas.
Las comunidades cristianas primitivas tuvieron que afrontar la misma amenaza, que provenía de los ‘actores armados’ en conflicto. De una parte, las autoridades romanas con un despliegue enorme de fuerza militar y policial. De la otra parte, los fanáticos rebeldes dispuestos a eliminar al que no estuviera de acuerdo con ellos. En medio del ‘fuego cruzado’ estaba la comunidad cristiana con una propuesta alternativa de paz y justicia que no coincidía con ninguno de los dos bandos. Para los romanos, la justicia era, en gran medida, la aplicación universal de los principios que sostenían la legislación romana. El sometimiento a las duras condiciones de la ‘paz romana’ obligaba a las poblaciones de las colonias a pagar fuertes tributos, a incorporar en la propia religión el culto a los dioses imperiales y a destinar grandes masas de la población a la esclavitud y al servicio militar obligatorio. La comunidad cristiana luchaba por lugar un espacio para su propuesta en la sociedad: ellos querían una comunidad humana en la que fuera posible la solidaridad, el respeto por el otro, la distribución equitativa de los recursos. Sin embargo, en esta lucha estaban prácticamente solos. Los grupos rebeldes que se presentaban como la gran alternativa contra el imperio estaban regidos por la lógica de la violencia incontrolable, el sometimiento de los disidentes y por la imposición de la ideología del grupo. Estos grupos fanáticos veían a los cristianos como una amenaza para la identidad del grupo, por eso, con frecuencia los convertían en blanco de persecuciones y en ‘chivo expiatorio’ sobre el cual descargar toda su frustración, prepotencia e intolerancia.

Pero, Jesús ponía en guardia a toda la comunidad contra la creencia de que la única amenaza estaba representada por las armas de metal, piedra y madera. La amenaza mas grave provenía, con frecuencia, de las ideologías que estos grupos representaban. Tanto la ideología de legitimación del imperio romano como los ideales de venganza de los fanáticos rebeldes escondían todo su veneno. Cada grupo se presentaba como un defensor de la justicia, la paz y la libertad, pero evidentemente los hechos contradecían sus grandilocuentes discursos. Cada grupo perseguía sus intereses particulares ignorando los más mínimos principios éticos. El dilema para los cristianos era el de alinearse en uno u otro bando, creyendo que así se alcanzarían los ideales de justicia, paz y libertad que Jesús de Nazaret había propuesto con su ideal del reinado de Dios." (Koinonía)



sábado, 20 de junio de 2020

EL ANACORETA Y EL CAMINO DE LA ORACIÓN


Después de que el Anacoreta quitara importancia a los libros de oraciones, quedaron los discípulos un poco desorientados. Los momentos de oración, salvo el Oficio de las Horas que se hacía con el Lucernario, se les hacían largos e insoportables. El Solitario los observaba, pero no decía nada. Así, que decidieron ellos preguntarle directamente:
- Maestro, ¿cómo podemos saber si avanzamos en la oración?
El Anacoeta les miró algo desilusionado.
- No es esta la primera pregunta. Primeramente deberíais tener muy claro qué es oración. Pero ya que habéis empezado por preguntarme sobre el camino, sobre si avanzamos o no, os daré algunas pistas.
Y se sentó con sus discípulos junto al pequeño hilillo de agua que era su fuente.
- Lo primero que debéis tener claro es que no hay camino. ¿Hay caminos sobre el mar? No. Cada barco ha de buscar el suyo. Encontraréis mil libros que os hablarán de la oración, que os enseñarán las técnicas más sofisticadas...Si vosotros no encontráis vuestro propio camino, no os servirán de nada.
Se miraron los discípulos y el más antiguo preguntó:
- Sí, pero ¿cómo podemos saber que estamos en nuestro camino?
Sonrió el Anacoreta y dijo:
- ¿Cómo sabe el marinero que está en su camino? Las estrellas, mirad las estrellas...Si cada vez necesitáis menos palabras para orar; si os encontráis orando en cualquier momento y circunstancia...es que vais por buen camino. Pero siempre tendréis que fiaros de Él...
Los miró con afecto y concluyó:
- Por hoy quedaos con esto. Seguiremos hablando estos días de la oración...
Y se fue a quitar las malas hierbas de su pequeña huerta... 

viernes, 19 de junio de 2020

EL ANACORETA Y LAS ORACIONES


Vio el Anacoreta que sus discípulos pasaban largo rato orando con un grueso libro. A la hora de su frugal comida les preguntó:
- ¿Qué libro es ese que utilizábais para rezar?
El más antiguo le respondió:
- Es un libro que contiene todas las oraciones.
Guardó silencio el Solitario. Luego, mirándolos sonriendo les dijo:
- Os contaré una historia.
Y dejando su escudilla a un lado, les narró:
- Tres monjes rusos vivían en una lejana isla a la que nunca acudía nadie. Un buen día, sin embargo, el obispo decidió hacerles una visita pastoral. Al llegar descubrió que los monjes ni siquiera sabían el Padrenuestro. De manera que empleó todo su tiempo y su energía en enseñarles esta oración. Luego se marchó satisfecho de su trabajo pastoral. Pero cuando su barco abandonó la isla y se encontraba de nuevo en mar abierto, observó sorprendido que los tres ermitaños caminaban sobre las aguas; de hecho ¡corrían detrás del barco! Cuando lo alcanzaron, gritaron: " ¡Querido padre, hemos olvidado la oración que nos has enseñado!". El obispo, asombrado por lo que estaba viendo y oyendo, les preguntó: "Pero, queridos hermanos ¿cómo oráis entonces?" Ellos respodieron: " Bueno, nosotros sólo decimos: Querido Dios, nosotros somos tres y Tú eres tres. Ten misericordia de nosotros." El obispo, sobrecogido por su santidad y sencillez, les dijo: "Volved a vuestra isla y quedad en paz".(1)
Guardaron silencio un rato, hasta que el más joven preguntó:
- ¿Quieres decir que las oraciones escritas no sirven para nada?
Sonrió el Anacoreta y repondió:
- Quiero decir, que cuanto más avancéis en la oración, menos necesidad tendréis de las palabras. Os sentaréis y diréis: "Aquí estoy Señor" y os sentiréis realmente junto a Él.
Y tomando la escudilla, siguió comiendo las pocas berzas hervidas que quedaban en ella...
(1) Parábola escrita por L. Tolstoi y citada por Henri J.M. Nouwen.

jueves, 18 de junio de 2020

EL ANACORETA Y LOS SUFÍES


Llegaron a la cueva del Anacoreta unos árabes. Resultaron ser Sufíes. Acamparon junto a las palmeras y compartieron su comida con los solitarios. A la hora de Vísperas, también rezaron ellos. Como es su costumbre lo hicieron danzando y girando sobre sí mismo.
Cuando siguieron su camino, el Anacoreta dijo:
- Nuestra definición de oración es incompleta. Decimos que orar es elevar la mente y el corazón a Dios. Nos olvidamos del cuerpo.
Hizo una pausa y prosiguió:
- El hombre no sólo es espíritu; también es cuerpo. Y es el hombre completo quien debe rezar.
El discípulo de más edad preguntó:
- Pero, ¿no dicen todos los maestros espirituales que hemos de sojuzgar el cuerpo para crecer en el espíritu?
Sonrió el Anacoreta y añadió:
- Ciertamente, y todos sabemos que tras una comilona no tenemos nuestra cabeza para muchas reflexiones...No se trata de caer en el culto al cuerpo. Se trata de no eliminarlo de nosotros...
Volvió a guardar silencio. Luego, con firmeza dijo:
- Hemos menospreciado tanto el cuerpo...No hemos entendido la penitencia monástica. No ayunamos por desprecio al cuerpo. Ayunamos para orar con el cuerpo. Sí, hemos de orar con el cuerpo. Moisés bailaba frente al Arca. La postura es importante mientras rezamos. Matar el cuerpo es dejar al hombre incompleto. Hemos de orar con cuerpo y espíritu...
Y se retiró a preparar la cena...

miércoles, 17 de junio de 2020

PRESENCIA AUSENTE


Presencia ausente o Ausencia presente. A algunos esto les parecerá un galimatías o un simple juego de palabras. Sin embargo es así como siente a Dios la gente que se adentra en la espiritualidad. Al principio todo parece agradable. Uno ve con ánimos como poco a poco es capaz de relajarse, de controlar la respiración, de sentirse en paz... Pero poco a poco, uno se va adentrando en lo que Juan de la Cruz llamaba NADA, NADA, NADA... y el monje anónimo inglés "la Nube del no saber"...
Cuando más necesitas sentirte junto a Dios, su presencia se transforma en una ausencia. Y eso no sólo ocurre en la oración, sino en la vida de cada día. Cuando ves sufrir a las personas, triunfar la injusticia, desbocarse el mal...no puedes sino gritar: Dios, ¿dónde estás? El ateo lo tiene fácil: no es que no esté, es que no puede estar porque no existe. Pero la persona que ha seguido el camino espiritual, siente a Dios presente, pero ha de reconocer su ausencia. Dios se nos hace presente por su ausencia...Y esto, difícil de explicar y que sólo pueden entender los que están ahí o han pasado por ahí, es la Noche Oscura. Y, nos guste o no, es el mundo en el que ha de vivir quien se toma la espiritualidad en serio.

martes, 16 de junio de 2020

EL ANACORETA Y EL HOMBRE "POBRE"


Llegó a la cueva del Anacoreta una caravana de coches todo terreno último modelo. Se instalaron cerca. Tiendas, cocinas, baños, lo último en energía solar...El dueño de todo aquello se acercó a la cueva para hablar con el Solitario.
Tras un buen rato de conversación, aquel hombre hizo desmontar todo aquel campamento, lo cargaron todo en los vehículos y se fueron por donde habían venido.
Intrigados, los discípulos preguntaron al Anacoreta quién era aquel hombre.
El Anacoreta contestó:
- Un pobre.
Se miraron extrañados los discípulos y exclmaron al unísono:
- ¿Un pobre? ¿Con todo lo que traía?
- Sí - contestó el Anacoreta - Ese hombre es tan pobre, que sólo tiene dinero...
Y los discípulos no se atrevieron a preguntar nada más...

lunes, 15 de junio de 2020

EL ANACORETA Y EL ALIMENTO DE LA ORACIÓN


Andaban otra vez los discípulos preocupados por la oración. El Anacoreta aprovechó un descanso del trabajo en el pequeño huerto para preguntarles:
- ¿Qué os pasa ahora?
El más antiguo respondió:
-No logramos rezar con el espíritu. Las distracciones hacen que no podamos concentrarnos. Querríamos alimentar nuestra oración con verdaderas ideas espirituales y sólo acuden a nuestra mente las cosas que pasan en la vida...
El Anacoreta suspiró. Empezaba a impacientarse por lo poco que aprendían sus discípulos.
- Mirad. La oración espiritual pura no existe. Y si existe no es cristiana. Tenemos tres alimentos para nuestra oración: La Palabra, la Eucaristía y la Vida.
Hizo una pausa y mirándolos fijamente dijo:
- Si tomáis la Vida como un distracción...nunca llegaréis a meditar de verdad. ¿Acaso queréis hacer de vuestra oración algo desencarnado, tan espiritual que no cambie nada en vosotros?
Miró al horizonte y dijo:
- Partid de la Vida. Pensad en los problemas de la vida y la Palabra os ayudará a meditar. Y os lo he dicho mil veces. Si vuestra oración no os lleva a comprometeros con los demás, a luchar por un mundo mejor y más justo...dejadla. Eso es placer estético, no oración. Y lo que ahí encontrais es un ídolo, no a Dios...
Y se puso a cabar con energía, como si quisiera hacer entrar esas ideas en la cabeza de sus discípulos...

domingo, 14 de junio de 2020

COMPARTIR LA VIDA



"Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi propio cuerpo. Lo daré por la vida del mundo.
Los judíos se pusieron a discutir unos con otros:
– ¿Cómo puede este darnos a comer su propio cuerpo?
Jesús les dijo:
– Os aseguro que si no coméis el cuerpo del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida. El que come mi cuerpo y bebe mi sangre tiene vida eterna; y yo le resucitaré el día último. Porque mi cuerpo es verdadera comida, y mi sangre verdadera bebida. El que come mi cuerpo y bebe mi sangre vive unido a mí, y yo vivo unido a él. El Padre, que me ha enviado, tiene vida, y yo vivo por él. De la misma manera, el que me coma vivirá por mí. Hablo del pan que ha bajado del cielo. Este pan no es como el maná que comieron vuestros antepasados, que murieron a pesar de haberlo comido. El que coma de este pan, vivirá para siempre."


La Eucaristía es la donación total de Jesús, su Cuerpo y su Sangre. Él comparte todo su ser con nosotros. Por eso la Eucaristía se celebra en comunidad. Porque nos invita a compartir también nosotros. En estos tiempos, más que nunca, es necesario compartir. Mirar a nuestro alrededor y ver todas las necesidades que nos rodean. Comulgar sin compartir, no tiene sentido. La Eucaristia nos une con Jesús, pero también con todos los hombres.
"Por distintas razones históricas y culturales nuestra iglesia ha cultivado durante mucho tiempo una perspectiva negativa del cuerpo humano. A excepción de la solemnidad que hoy conmemoramos, casi nunca ha considerado la celebración de la corporalidad del varón o la mujer, de la cual hay testimonio en el libro del Cantar de los Cantares. Una perspectiva renovada de la antropología cristiana y la corporalidad humana se impone paulatinamente en la espiritualidad y la práctica pastoral de nuestra comunidad eclesial desde la renovación impulsada por del Concilio Vaticano II, celebrado hace más de 50 años. Sin embargo llama la atención que muchas propuestas eclesiales reafirmen aún hoy una reflexión y una praxis bastante conservadora. El influjo de cierto dualismo filosófico griego todavía se hace sentir en la espiritualidad cristiana y en la teología práctica de la iglesia. Desde este enfoque, el cuerpo y todas las realidades “materiales” están sujetos al pecado y a la corrupción; por tanto son pensados como obstáculos para los deseos del “espíritu” y las búsquedas del “alma” humana que, por contraposición, son vistas como algo más sublime.
Por lo general los católicos concebimos la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo como la fiesta de Jesús-Pan-de-Vida; y las lecturas que nos propone la liturgia del día nos llevan en esa dirección. Pero la celebración del Corpus Christi implica una realidad que incluye y a la vez trasciende la sola dimensión eucarística de la corporalidad de Jesús. Tenemos la firme convicción que el Cuerpo y la Sangre de Jesús que compartimos en la comunión son la presencia real de Cristo portadora de vida y salvación; pero nos cuesta comprender el sentido de esta afirmación y, particularmente, percibir la continuidad en la discontinuidad del mismo y único Jesucristo. El recorte litúrgico del evangelio del día acentúa esta perspectiva clásica.
En esta celebración se hace necesario incluir la memoria del Jesús histórico que pone a disposición de la salvación del mundo la totalidad de su persona. El Cristo que ofrece su cuerpo progresivamente andando por los polvorientos caminos de Galilea. Ya desde entonces su existencia está puesta a disposición del proyecto salvador del Padre. Jesús se deja conducir por el Espíritu hasta las últimas consecuencias. Y si en el camino a Jerusalén abraza la perspectiva de la cruz es porque antes había puesto a disposición su cuerpo, al abrazar la carne doliente de tantos hermanos y hermanas. Los acontecimientos de la pasión, muerte y resurrección en Jerusalén tanto como la reflexión posterior de la comunidad cristiana no se entienden sin aquella solidaridad primera de Jesús que ofrece su cuerpo para que lo encuentren quienes lo buscan en sus necesidades." (Koinonía)



sábado, 13 de junio de 2020

EL ANACORETA, LA FUENTE Y LA JARRA


Llevaba el Anacoreta un buen rato observando la fuente y la jarra. Los discípulos no pudieron resistir la curiosidad y le preguntaron:
- ¿Qué estás mirando?
Tardó un ratito en reaccionar y luego respondió:
- Estaba meditando sobre la jarra y la fuente. ¿Qué símbolo os parce mejor para nosotros, la fuente o la jarra?
Pensaron un momento y el más joven respondió:
- La fuente. Hemos de dar constantemente aquello que recibimos.
El más antiguo disentió:
- No, la jarra. Hemos de almacenar Amor.
La cara del Anacoreta se iluminó con su sonrisa amplia y dijo:
- Tú, como eres más joven, eres más generoso. Sí, tienes razón. Hemos de dar lo que recibimos. Pero, desgraciadamente hay muchas personas  que un día, tras darlo todo durante años, se encuentran vacías y entonces lo abandonan todo. ¡Cuánta gente apostólica he conocido que han acabado quemados por su mismo apostolado!
Y mirando al más antiguo prosiguió:
- Sí, tienes razón. Hay que almacenar Amor, pero tambien hay que dar. Una jarra que sólo almacena, con facilidad se convertirá en una jarra de aguas pútridas. ¡Cuánta gente de gran espiritualidad he visto transformarse en egoístas, alejados de los hombres!
Y tomándolos cariñosamente por el brazo les dijo:
- Hemos de ser fuente y jarra que desborda. Hemos de dar el Amor que recibimos sin quedarnos vacíos nosotros...
Y se fueron a rezar Vísperas los tres juntos...

viernes, 12 de junio de 2020

EL ANACORETA Y EL GRAN PREDICADOR


Aquel gran predicador llegó muy fatigado a la cueva del Anacoreta. No es fácil atravesar el desierto cuando se lleva encima togas y capisallos. Tras restaurarse con un cuenco de leche de la cabra del Solitario, dijo:
- Llevo años predicando. Mis sermones cuaresmales se publican cada año y se venden bien. Mis tandas de Ejercicios Espirituales están repletas. Sin embargo... - añadió con tristeza - creo que no llevo a la gente hacia Dios.
Se lo miró el Anacoreta con una sonrisa medio irónica, medio compasiva...y moviendo la cabeza dijo:
- Es que no se trata de llevar a la gente hacia Dios, sino de hacer que se den cuenta de que Dios ya está en ellos. ¿Les haces ver la belleza de un amanecer? ¿Les muestras la sonrisa de los niños? ¿Les haces admirar la hermosura de una adolescente? No hay que ir a ninguna parte para encontrar a Dios. El se nos manifiesta en todo, bajo la forma de libertad, felicidad, belleza, amor...
Mientras el gran predicador volvía a la ciudad, pensó cuan diferentes serían sus sermones a partir de ahora...

jueves, 11 de junio de 2020

EL ANACORETA, LAS COLES Y LOS NABOS


Volvió uno de los discípulos de pedir limosna en la ciudad. Durante la cena contó que dos famosos apóstoles, grandes predicadores y escritores habían protagonizado un gran escándalo. Llevaban una doble vida y todo se había descubierto. Habían abandonado la Iglesia.
Guardaron silencio y al cabo de un rato, el Anacoreta empezó a reir a carcajadas. Sus discípulos se quedaron muy extrañados.
El Solitario se explicó:
- Río, porque me acuerdo de una frase que decía mi abuela y que aquí viene como anillo al dedo: "No planteis coles, plantad nabos, que si se hielan las hojas, al menos os quedarán los rabos".
Rieron también los discípulos y el Anacoreta acabó de explicarse:
- Esto es lo que les ha pasado a esos dos "apóstoles". Si las personas crecen hacia fuera, dan muchas hojas, pero si no crecen hacia dentro, las crisis las destruyen pronto.Todo se queda en apariencia. Los golpes de la vida destruyen lo externo. Sólo sobreviven los "rabos" que han crecido hacia dentro.
Se quedó un momento pensativo y luego añadió:
- Pero no juzguemos a los demás. ¡Quién sabe lo que nos puede ocurrir a nosotros!
Y siguieron cenando alegremente... 

miércoles, 10 de junio de 2020

EL ANACORETA Y EL PECADO


Estaban sentados el Anacoreta y sus discípulos trenzando hojas de palmera para fabricarse unas esteras, cuando el Solitario preguntó:
- ¿Qué es el pecado?
Se miraron los discípulos y respondieron casi al unísono:
- Transgredir la ley de Dios. 
Los miró sonriendo el Anacoreta y, sin dejar de trenzar, dijo:
- Sí y no. Y quizá por eso la sociedad actual intenta eliminar la noción de pecado. Con la respuesta que me habéis dado, parece que lo más importante es la ley. Y no es así.
Hizo una pausa y añadió:
- El pecado es una zancadilla al hermano. Lo importante en el pecado es que, cometiéndolo, siempre hacemos daño a alguien. O nos hacemos daño a nosotros mismos porque nos degradamos o hacemos daño a nuestro prójimo. Lo importante no es la ley. No es pecado porque transgredimos la ley, sino porque hacemos daño.
- ¿Entonces la ley...? - preguntaron los discípulos.
- La ley es para ayudarnos, para marcarnos dónde está el mal que podemos hacer...Mirad un ejemplo sencillo. No podemos pasar un semáforo en rojo. Pero podría ser azul, violeta o...tener que pararnos en el verde. Lo importante es que no hagamos daño al otro y no nos lo hagamos a nosotros mismos. Por eso hemos convenido todos, que no podemos pasarnos el semáforo en rojo...
Miró al horizonte y acabó:
- Por eso la única ley es la del Amor...Esa es la ley de Dios.

martes, 9 de junio de 2020

LÁGRIMAS....


Hoy, revisando antiguos escrito míos, he encontrado este sobre el llanto. Estos días, a causa de la pandemia, creo que mucha gente habrá llorado. Es por esto que me ha parecido bien volverlo a recordar:
"Leía ayer en otro blog un poema precioso sobre las lágrimas. Esta tarde estaba sentado en un extremo del pasillo de Medicina Interna en el Hospital de Reus, cuando ha pasado una señora mayor llorando a lágrima viva...Me ha venido a la cabeza aquella frase que se paseó por muchos blogs y páginas web: 'Si lloras por no ver la luz del sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas.'
Me he quedado pensando un rato y como un chispazo me ha venido la idea: ¿Y si lo importante no es ni el sol, ni las estrellas, ni la luna, sino las lágrimas? Las lágrimas salen de dentro, son la expresión de un sentimiento que no puede permanecer oculto en nuestro interior y ha de aflorar por algún lugar. ¿No es eso más importante que la luz del sol y las estrellas? 
Reconozco que soy muy llorón. Lloro de tristeza, pero también muchas veces lloro de alegría. Y lloro durante la meditación, cuando el Amor se me hace "insoportable" en mi interior.
En fin. Que me inclino por las lágrimas aunque no me dejen ver otras cosas. Ya tendré otros momentos para verlas."
Pues eso. Si veis estos días llorar a alguien, dejadle que lo haga. No le digáis nada. Tomadle de la mano o abrazadlo si podéis. Pero dejadle llorar...

lunes, 8 de junio de 2020

EL ANACORETA Y EL HOMBRE QUE TRIUNFABA


Aquel hombre era una celebridad. Todo el mundo hablaba bien de él. En la prensa, la televisión, la radio...Lo llamaban a todas las reuniones y eventos importantes. Sin embargo, un día tomó el camino del desierto y se dirigió a hablar con el Anacoreta:
- Sí, soy una persona muy apreciada, sin embargo en mi interior me encuentro, solo. Creo que lo que hago no sirve para nada, que mi vida no tiene sentido...
Se lo miró con simpatía el Anacoreta y le dijo:
- Nuestro problema es, que nos aferramos a la gente. Esperamos que nos amen ardientemente, no en el exterior sino con un amor total...Pero los seres humanos somos limitados. Nunca conseguiremos de los demás la plenitud...
Miró al horizonte y prosiguió:
- Si actuamos para que los demás nos quieran, estamos perdidos. Lo que hemos de buscar es ser nosotros mismos...y amar nosotros a los demás, aunque nuestro amor sea limitado...
Y se quedaron mirando la puesta de sol...

domingo, 7 de junio de 2020

DIOS ES AMOR Y DONACIÓN


"Tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo.
El que cree en el Hijo de Dios no está condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado por no creer en el Hijo único de Dios."

"El evangelio de hoy, tomado de Juan, es uno de esos textos-cumbre de la literatura bíblica: "tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo" (3,16). Aunque el conjunto de la perícopa es del estilo lapidario y extremadamente simbólico característico de Juan, que nunca podemos pensar que pudiera responder a palabras históricas directas de Jesús.
Lo importante de este fragmento evangélico es que también centra la “figura” de Dios en el amor. Dios es amor, hasta el punto de darlo todo. Y desde esta luz del evangelio hay que entender e interpretar la elaboración doctrinal trinitaria que sólo varios siglos más tarde será estructurada y definida, en diálogo con una cultura filosófica griega que a todos nosotros nos queda muy lejos (sobre todo queda lejos de la cultura actual).
En tiempo de Jesús, la idea-imagen principal que captó la mente de las comunidades de discípulos que lo recordaron y que elaboraron los evangelios, fue la idea del mesianismo, la imagen de un Mesías que se esperaba ardientemente que fuera enviado por Dios... Tres siglos más tarde esa idea estaba ya muy débil, no captaba las mentes, y casi estaba olvidada. La idea-imagen que sin embargo sí captó la mente de los cristianos de fin del tercero y cuarto siglos fueron las ideas e imágenes de la cultura filosófica griega, la metafísica y todas sus nociones emparentadas: sustancia, esencia, hipóstasis... Estas ideas captaban poderosamente el imaginario de los cristianos de aquellos siglos, y así fue posible la elaboración de aquella visión cristológica y trinitaria que quedó luego escrita en piedra al quedar proclamada como oficial y dogmática por aquellos concilios.
Es decir: cada generación, cada época cultural, está dominada por unas ideas principales, hegemónicas, que captan la atención y el sentido profundo del lenguaje cultural que les expresa, y es en ese lenguaje en el que expresan también su forma de ‘concebir’ y de sentir a Dios. Toda la teología trinitaria tiene como base este lenguaje cultural propio de esos primeros siglos de la historia de la Iglesia. Cuando pasa el tiempo, y sobre todo, cuando cambia la cultura y cuando lo hace en profundidad, los símbolos, conceptos y expresiones de la época anterior pierden fuertemente relevancia, dejan de captar las mentes y los corazones, pierden significado, y llegan incluso a perder su inteligibilidad.
Es nuestro caso, en el ocaso de una civilización cristiana occidental, en el que muchos símbolos y conceptos medievales, y sobre todo metafísicos de raigambre filosófica griega están dejando de ser utilizables en esta nueva cultura post-metafísica. Y con ello, también los símbolos, credos, concepciones y dogmas religiosos elaborados en aquella cultura, corren la misma suerte de deterioro, de pérdida de plausibilidad y de inteligibilidad.
Es por eso que los cristianos –y la teología fundamentalmente– están llamados a recrear el lenguaje, a re-expresar su fe en la nueva cultura de la sociedad posmoderna y secular del siglo XXI. Tenemos derecho y también obligación de expresar y vivir nuestra fe en la cultura de hoy. O perderemos el tren de la historia." (Koinonía)