"Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo. Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ante él, gritando: Tú eres el Hijo de Dios."
Marcos nos dice que Jesús se retira a la orilla del lago y le sigue una multitud, no sólo de judíos, sino de gente llegada del otro lado del Jordán y de Tiro y Sidón. Jesús atraía a la gente porque los curaba. Veían en Él al Hijo de Dios.
Hoy debemos preguntarnos, por qué la religión no atrae a la gente. Quizá porque la gente no ve en la Iglesia la figura de ese Jesús que curaba, que perdonaba, que acogía a todos. Cuando la religión se transforma en un cúmulo de ritos, prohibiciones y mandatos, no es de extrañar que la gente se aleje. No se trata de hacer de la religión algo que no exija cambio, ni esfuerzo, ni compromiso, sino todo lo contrario. Pero el esfuerzo, el cambio, el compromiso deben ser para salvar al hombre, para curar a las personas, para hacer un mundo más justo. Es decir, el compromiso del Amor, que no es algo edulcorado, sino que exige de nosotros la entrega total a los demás. A Jesús, ese compromiso le llevó a morir en la cruz.
Yo he intentado volver a la Iglesia varias veces, pero lo he dejado porque al final no he visto que haya nada positivo en ella. Al final todo es un montón de creencias sin sentido.
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