"Queridos hermanos, si Dios nos ha amado así, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nunca lo ha visto nadie; pero si nos amamos unos a otros, Dios vive en nosotros y su amor se hace realidad en nosotros. La prueba de que nosotros vivimos en Dios y que él vive en nosotros es que nos ha dado su Espíritu."
Juan, en esta primera epístola, nos sigue hablando del amor. Nos da la razón por la que debemos amarnos, porque Dios nos ha amado primero. Y añade, que a Dios no lo podemos ver; pero la forma de amarlo es amándonos unos a otros. Es cuando sabemos ver a Dios en el otro, cuando Él se hace presente.
Si sabemos amar es que Dios vive en nosotros. Tenemos su Espíritu que es el fuego del amor.
Este es el núcleo del cristianismo. Y si nuestra sociedad no es capaz de amar a todo el mundo; si somos incapaces de hacer un mundo más justo, un mundo sin excluidos, no podemos llamarla cristiana.
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