En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo." Luego, dijo al discípulo: "Ahí tienes a tu madre." Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.
"Este relato, sin lugar a dudas, es el testimonio más sublime del significado del discipulado en Juan. Es la imagen clara de un proceso que asume hasta las últimas consecuencias el seguimiento del Maestro. Lo más interesante es que quien lo encarna es María, la madre de Jesús. Una mujer que al principio vacilaba y se sentía insegura por las ocurrencias de su propio hijo y verla ahora como la maestra de discípulos y misioneros, es una enseñanza enorme. La advocación que celebra hoy la Iglesia Universal es la de Nuestra Señora de los Dolores, una advocación de corte hispanoamericano. Que en la meditación de esta advocación y ejemplo de María, Madre y Maestra, podamos orar por las miles de mujeres, campesinas, viudas, indígenas, estudiantes y obreras que con su radicalidad, entrega y compromiso nos hacen pensar y experimentar que el Reino de Dios está más cerca; que no hay que desfallecer; que debemos permanecer al pie de la cruz aguardando por la utopía y la esperanza: que un mundo nuevo es posible." (Koinonía)
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