Un sábado, entró Jesús en la sinagoga a enseñar. Había allí un hombre que tenía parálisis en el brazo derecho. Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo. Pero él, sabiendo lo que pensaban, dijo al hombre del brazo paralítico: "Levántate y ponte ahí en medio." Él se levantó y se quedó en pie. Jesús les dijo: "Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado: hacer el bien o el mal, salvar a uno o dejarlo morir?" Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo al hombre: "Extiende el brazo." Él lo hizo, y su brazo quedó restablecido. Ellos se pusieron furiosos y discutían qué había que hacer con Jesús.
Los fariseos defienden la ley. Jesús prefiere hacer el bien. Este dilema está presente en la humanidad desde siempre. Ciertamente la ley es necesaria para el bien común, para que reine el orden. Pero este es el quid de la cuestión: el objetivo de la ley es el bien de todos; pero llega un momento en el que la ley se considera lo fundamental y nos olvidamos de su objetivo: el bien de todos.
Jesús nos señala claramente, que hacer el bien está por encima de la ley. Esto, como a Él, nos causará problemas. Es más cómodo atenerse siempre a la ley.
"«¿Salvar una vida o destruirla?». Esta interrogante de Jesús es urgente para evaluar nuestras acciones. Nunca antes en la historia, nuestro planeta, con sus animales, peces, árboles, glaciares y la misma humanidad, se había visto en un nivel de alto riesgo como hoy. El evangelio del día presenta la acción sanadora de Jesús que restituye la humanidad de un hombre con su mano paralizada. No obstante, los fariseos, con su actitud controversial, no ven con buenos ojos la acción de Jesús realizada en sábado. Para Lucas, es claro que el Dios de Jesús es el Dios de la vida y que el sábado se hizo para el hombre y para que éste honrara a Dios, preservando, cuidando y cultivando la vida. Que este texto nos permita reflexionar sobre el don de la vida en cada una de nuestras acciones, sobre todo, en las que implican el cuidado de nuestra existencia, la de los demás y, en especial, la del planeta, nuestra casa común, como dice el Papa Francisco." (Koinonía)
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