lunes, 13 de septiembre de 2021

¿QUIÉN TIENE VERDADERA FE?

 


En aquel tiempo, cuando terminó Jesús de hablar a la gente, entró en Cafarnaún. Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, para rogarle que fuera a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente: "Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestro pueblo y nos ha construido la sinagoga." Jesús se fue con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle: "Señor, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes, y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; y a mi criado: "Haz esto", y lo hace." Al oír esto, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo: "Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe." Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.

La Fe, muchas veces, la tiene aquél que menos pensamos. Creemos que la tiene quien reza mucho, pertenece a varias cofradías, habla todo el día de Dios...Y como el centurión, a veces está, en aquel que se da a los demás, que busca la salud de los más sencillos, que sabe ayudar y amar...y que se considera indigno.

"En publicaciones de internet, como los "memes", se hace referencia constante al hecho religioso. Algunos dejan entrever de forma pintoresca que no necesariamente profesar una religión te hace mejor persona. Pareciera que el bien y el amor no dependen absolutamente de creer en Dios o de profesar una religión. En el evangelio hay un fenómeno parecido en la petición que el centurión hace a Jesús. Tras el amplio discurso de las bienaventuranzas, Jesús entra a Cafarnaún y ahí se presenta un grupo de ancianos que interceden por un centurión que tiene a un servidor enfermo. Lo sorprendente del relato es la fe de este hombre que con humildad reconoce a Jesús como su Señor. Este centurión, si bien, goza de empatía con el judaísmo, no tiene nada que ver con Jesús, pero enseña a través de su confesión, que la fe es más grande que la de muchos creyentes judíos. Dios siempre nos sorprende y muchas veces obra en las personas que menos lo esperamos, incluso fuera de los espacios religiosos o institucionales." (Koinonía)

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