miércoles, 1 de marzo de 2023

EL VERDADERO SIGNO

 


En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles: "Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación. Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Cuando sea juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás."


Pedimos grandes signos y somos incapaces de ver las continuas muestras de amor que nos da Dios. Debemos pedir esa visión que nos permita ver el amor a nuestro alrededor. Ver a Dios en los demás. Verlo en los necesitados, en los perseguidos, en los pobres, en los hambrientos...Ese es el verdadero signo. 
"Las lecturas de hoy, tanto la primera, como Jesús en el evangelio, nos proponen la figura de Jonás, “porque fue un signo para los habitantes de Nínive como el Hijo del Hombre lo será para esta generación”, dice Lucas.
Por lo que podemos ver, desde los tiempos del profeta, pasando por los del mismo Jesús y estos nuestros, el mal y el des-orden están presentes en nuestro mundo. Desde que el mundo es mundo, surgen hombres y mujeres que se levantan como “signo” antes nuestras perezas y despropósitos, ante nuestras envidias y cobardías o en medio de nuestras maldades abiertas. Y como ocurre con todos los “signos”, unos entienden y otros no; unos acogen y otros lo desechan. Así fue con el mismo Cristo y así es hoy.
En medio de mi vida, si soy medianamente capaz de percibir, se me ofrecen diversos “Jonás” proféticos que me avisan, me insisten, me aconsejan... y por encima de ellos, “el que es más que Jonás y que Salomón juntos”: Cristo. Pero tengo que confesar que no siempre estoy igual de receptiva, que necesito un año más esta Cuaresma como “signo” que me susurra al oído: “conviértete, conviértete... lo necesitas tanto...”.
Y yo, un año más, sigo caminando, sabiendo que nunca me convertiré del todo, pero deseando, también, que el Señor me espabile el oído y la vista y el tacto y el corazón. Y me enseñe a dejarme hacer por Él. ¿Qué más signos necesitamos?" (Ciudad Redonda, Rosa Ruiz)

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