jueves, 30 de marzo de 2023

¿COMPRENDEMOS A JESÚS?



 En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: "Os aseguro: quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre." Los judíos le dijeron: "Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: "Quien guarde mi palabra no conocerá lo que es morir para siempre"? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?"
Jesús contestó: "Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: "Es nuestro Dios", aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera: "No lo conozco" sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría." Los judíos le dijeron: "No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?" Jesús les dijo: "Os aseguro que antes que naciera Abrahán, existo yo." Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.

Estos días vemos cómo Jesús era incomprendido por sus conciudadanos y como se va acercando su muerte. Nosotros debemos preguntarnos ¿comprendemos a Jesús? Viendo cómo nuestro comportamiento está muchas veces muy alejado del de Jesús, podríamos responder que no. Cada día debemos esforzarnos por seguirlo. Por hacer del Amor el centro de nuestra vida como lo fue para Él.
 
"La vida eterna! ¡La gloria de Dios! siguen siendo para el imaginario cristiano palabras de difícil comprensión, con una concreción o realización más allá de esta vida. Nosotros podemos eternizar en el espacio y en el tiempo los gestos de amor sincero y desinteresado dando así sentido a nuestra existencia. No habrá “vida eterna” si no sabemos abrazar la vida que hoy nos es ofrecida como oportunidad, aún en medio de las dificultades y contradicciones que nos acompañan. De acuerdo con lo que nos narra el evangelio, Jesús va soportando un creciente grado de conflictividad por esa vida alternativa que propone y en la que incluye a todas las personas sin distinción, especialmente a las que muchos consideran privadas de esa gloria de Dios. En una Iglesia cada vez más sinodal y de comunión, necesitamos fomentar nuevas prácticas desde nuevos lenguajes. No hay gloria de Dios sin la dignificación de toda vida." (Koinonía)

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