Jesús añadió: Os aseguro que el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que se mete por otro lado, es ladrón y salteador. El que entra por la puerta, ese es el pastor que cuida las ovejas. El guarda le abre la puerta, y el pastor llama a cada oveja por su nombre y las ovejas reconocen su voz. Él las saca del redil, y cuando ya han salido todas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen porque reconocen su voz. En cambio no siguen a un extraño, sino que huyen de él porque no conocen la voz de los extraños.
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron lo que les quería decir.
Volvió Jesús a decirles: Os aseguro que yo soy la puerta por donde entran las ovejas. Todos los que vinieron antes de mí fueron ladrones y salteadores, pero las ovejas no les hicieron caso. Yo soy la puerta: el que por mí entra será salvo; entrará y saldrá, y encontrará pastos.
El ladrón viene solamente para robar, matar y destruir; pero yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.
Jesús nos dice hoy que Él es la puerta. Para llegar al Padre debemos pasar por Él. Ya nos dijo, que quien no le conoce a Él no conoce al Padre. Jesús nos dice quién es y dónde encontrarle.
Jesús es nuestro guía. Va delante nuestro conduciéndonos a los buenos pastos.
A Él no lo entendieron. ¿Lo entendemos nosotros? Nos vuelve a recordar que ha venido para que tengamos vida y la tengamos en abundancia. Es decir para que alcancemos de verdad la Vida; para que vivamos plenamente. Ayer comentábamos la profundidad de la palabra vida en el evangelio de Juan. La Vida que Jesús nos da es la verdadera Vida: vivir en el Amor. Vivir siendo amados y amando. Vivir conscientemente, unidos a Jesús que nos la transmite y nos guía.
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