viernes, 26 de abril de 2024

SER SAL, SER LUZ


 Vosotros sois la sal de este mundo. Pero si la sal deja de ser salada, ¿cómo seguirá salando? Ya no sirve para nada, así que se la arroja a la calle y la gente la pisotea.
Vosotros sois la luz de este mundo. Una ciudad situada en lo alto de un monte no puede ocultarse; y una lámpara no se enciende para taparla con alguna vasija, sino que se la pone en alto para que alumbre a todos los que están en la casa. Del mismo modo, procurad que vuestra luz brille delante de la gente, para que, viendo el bien que hacéis, alaben todos a vuestro Padre que está en el cielo.

Debemos ser sal y ser luz. La sal potencia el sabor de los alimentos. La luz hace que podamos ver los colores. Con la afirmación de que somos la sal y la luz del mundo, Jesús nos dice que debemos enriquecer  la vida de los demás. Que debemos dar Vida. Perder el gusto salado es no ayudar a los demás a vivir en positivo, a sacar lo mejor que llevan dentro de ellos. Ocultar la luz es no mostrar a todo el mundo que la bondad existe. Es encerrarnos en nosotros mismos, ignorando la vida y los problemas de los demás.
Ser sal y ser luz es Amar plenamente a nuestro prójimo. Es hacer de este mundo algo lleno de Vida y no algo sin gusto ni color. Es llenarlo todo de Amor.

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