domingo, 8 de junio de 2014

ENVIADOS, PORTADORES DE PAZ POR EL ESPÍRITU


"Al llegar la noche de aquel mismo día, primero de la semana, los discípulos estaban reunidos y tenían las puertas cerradas por miedo a los judíos. Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos, los saludó diciendo:
– ¡Paz a vosotros!
Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y ellos se alegraron de ver al Señor. Luego Jesús dijo de nuevo:
– ¡Paz a vosotros! Como el Padre me envió a mí, también yo os envío a vosotros.
Dicho esto, sopló sobre ellos y añadió:
– Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonéis, les quedarán sin perdonar."

La narración de Pentecostés de Juan es mucho más simple que la de Lucas en los Hechos de los apóstoles que hoy leemos en la primera lectura. En Lucas hay viento, llamas de fuego y se ponen a hablar en  diversas lenguas.
Juan, el evangelista más simbólico, nos presenta tres cosas:

  • Jesús se presenta dando la paz. Los discípulos estaban encerrados, llenos de miedo tras la muerte de Jesús. Lo primero que necesitan es, pues, paz.
  • Los envía. No quiere que se queden encerrados en sí mismo, sino que vayan a hacer partícipes de la Buena Nueva a todos.
  •  Sopla sobre ellos. Este soplo nos remite al relato de la creación. Allí, Dios, moldea una figura de barro y, soplando sobre ella le da la vida. Jesús está haciendo nacer de nuevo a sus discípulos. Los hace nacer recibiendo al Espíritu que les había prometido.
Los cristianos de hoy debemos tener en cuenta estas tres cosas. No podemos considerarnos discípulos de Jesús si no somos hombres de paz. Siempre que en la historia nos hemos mezclado o hemos sido causa de guerra, hemos estado traicionando a Jesús.
Somos enviados. Nuestra misión es la de llevar la paz y su Espíritu por toda la tierra.
Ser cristiano es nacer de nuevo. Nacer en su Espíritu. Un Espíritu que nos hace perdonar los pecados. Y recordemos que cuando Jesús curaba, consolaba, acogía, lo hacía diciendo: "tus pecados te son perdonados". Perdonar los pecados es curar, devolver la vista, hacer andar, devolver el habla, expulsar el mal de los hombres. Y eso lo podremos hacer si llevamos en nosotros al Espíritu que Él nos dejó. 
   

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