sábado, 28 de enero de 2017

ANTE LA TEMPESTAD


"Al anochecer de aquel mismo día, Jesús dijo a sus discípulos:
– Pasemos a la otra orilla del lago.
Entonces despidieron a la gente y llevaron a Jesús en la misma barca en que se encontraba. Otras barcas le acompañaban. De pronto se desató una tormenta; y el viento era tan fuerte, que las olas, cayendo sobre la barca, comenzaron a llenarla de agua. Pero Jesús se había dormido en la parte de popa, apoyado sobre una almohada. Le despertaron y le dijeron:
– ¡Maestro!, ¿no te importa que nos estemos hundiendo?
Jesús se levantó, dio una orden al viento y le dijo al mar:
– ¡Silencio! ¡Cállate!
El viento se detuvo y todo quedó completamente en calma. Después dijo Jesús a sus discípulos:
– ¿Por qué tanto miedo? ¿Todavía no tenéis fe?
Y ellos, muy asustados, se preguntaban unos a otros:
– ¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?"

Cuando se pasa a la otra orilla y se dejan las comodidades, nos puede suceder como a los apóstoles; que se desate la tempestad. En esos momentos nos puede parecer que Jesús duerme; que todo está perdido y vamos a perecer. Sien embargo, aunque Jesús parezca dormir, está con nosotros. Él está también en la misma barca que nosotros, y no nos puede ocurrir nada.
Cuando hemos superado las dificultades, cuando la tempestad se ha calmado, podemos escuchar la voz de Jesús que nos dice: ¿Todavía no tenéis fe?
Los apóstoles tenían miedo. Primero, porque creían que iban a perecer. Pero luego, nos dice el evangelio, estaban asustados ante el poder de Jesús. Si su Fe hubiese sido fuerte, no habrían temido la muerte y la acción de Jesús habría despertado en ellos amor, agradecimiento, no miedo.
Debemos examinar nuestra actitud ante la vida. Sobre todo, ante las dificultades de la vida. ¿Confiamos en que Jesús está con nosotros?¿Mostramos amor hacia quien nos salva dando su vida por nosotros, o sólo tenemos miedo? 

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