domingo, 6 de agosto de 2017

ESCUCHADLE


"Seis días después, Jesús tomó a Pedro y a los hermanos Santiago y Juan, y los llevó aparte a un monte alto. Allí, en presencia de ellos, cambió la apariencia de Jesús. Su rostro brillaba como el sol y sus ropas se volvieron blancas como la luz. En esto vieron a Moisés y Elías conversando con él. Pedro dijo a Jesús:
– Señor, ¡qué bien que estemos aquí! Si quieres, haré tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Mientras Pedro hablaba los envolvió una nube luminosa. Y de la nube salió una voz, que dijo:
   - Este es mi Hijo amado, a quien he elegido. Escuchadle.
Al oir esto, los discípulos se inclinaron hasta el suelo llenos de miedo. Jesús se acercó a ellos, los tocó y les dijo:
– Levantaos, no tengáis miedo.
Entonces alzaron los ojos y ya no vieron a nadie más que a Jesús.
Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó:
– No contéis a nadie esta visión, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado."


Jesús lleva a tres discípulos a lo alto del monte y se transfigura junto a Moisés y Elías. Y se escucha la voz del Padre que nos ordena que le escuchemos.
La montaña es el símbolo del retiro, de la soledad, que es donde encontramos a Dios. Podemos caer en la tentación de Pedro. Como nos encontramos tan bien, hacer tres tiendas y quedarnos allí. Olvidarnos de nuestras vidas y quedarnos en un mundo ideal. Esos momentos que podemos llamar "místicos", no son para quedarnos allí. Son para descubrir, que nuestro camino espiritual es escuchar a Jesús.
Al bajar de ma montaña, sólo veremos a Jesús; pero si nuestros momentos de intensidad espiritual han sido reales, lo que veremos es a Jesús en todas las cosas. Llenará por completo nuestra vida y sabremos encontrarlo, además de en nuestro corazón, en el otro, en el pobre, en el perseguido. Porque aquel Jesús que se había transfigurado, era el Jesús que murió despreciado por todos, clavado en una cruz, el castigo de los esclavos.
Debemos subir a la montaña, al encuentro con Dios; para después bajar al llano, a la vida cotidiana escuchando y siguiendo a Jesús.

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