
Un budista que había escuchado varias veces al Anacoreta, se acercó a él y le preguntó:
- ¿Salva Dios por caminos distintos al cristianismo?
El Anacoreta respondió sin dudar:
- Naturalmente que sí. Ya fue Juan Pablo II quien negó la expresión: "Fuera de la Iglesia no hay salvación".
- Entonces - preguntó el budista - ¿Por qué sigue siendo cristiano? ¿Por qué fue usted misionero? ¿Por qué habla de su Dios a personas que no creen en Él?¿No es lo mismo ser cristiano que budista?
Guardó silencio el Anciano un instante. Luego miró dulcemente al budista y dijo:
- Todo se responde con una palabra: Fe.
Ante la expresión de sorpresa del budista, siguió:
- Creo en un Dios Amor. En un Dios que quiere que todos se salven. En un Dios que no distingue entre judío o griego o persa o romano...En un Dios presente en cada uno de los Hombres. Esa Fe me lleva a respetar a cada persona y a respetar el camino que Dios quiere para cada una de ellas, que puede ser distinto al mio. Pero...- añadió mirando a los ojos del budista - como yo quiero lo mejor para los demás, y creo que Jesús y su doctrina son el mejor de los dones que he recibido, no puedo dejar de desearlo y mostrarlo a los demás...
El budista preguntó tristemente:
- ¿Entonces por qué nos peleamos y somos tan intolerantes unas religiones con otras?
Tomando las manos del budista entre las suyas, el Anacoreta respondió:
- Cuando la fe se convierte en ideología se transforma en una forma de poder. Quizá nuestra única misión es la de caminar juntos...